La colonización, desde el siglo XVI hasta nuestros días, se sustenta en tres dogmas y cinco acciones. Los dogmas son: los descubiertos no son seres humanos; son salvajes, primitivos y violentos; y, finalmente, son idolátricos y demoniacos. La amputación de los cinco elementos culturales para dejarlos amnésicos e ignorantes de sí mismos, son: la lengua, la memoria, los conocimientos, los espacios y la espiritualidad. De esta manera, el invadido queda reducido a las categorías de: invadido-invasor, colonizado-colonizador, conquistado-conquistador. Este comportamiento esquizoide, permite que los invasores de ayer y de hoy, tengan a pueblos dóciles, aptos y resignados para el despojo y la explotación, pero, sobre todo, cooperantes, al asumir sus dirigentes el papel de colonizadores de sus propios pueblos, y muchas veces, en actitudes de mayor violencia y opresión.
Esta ?mecánica eurocéntrica de neocolonización? fluye desde los más altos niveles políticos, económicos, académicos y artísticos, cubriendo los diferentes y variados espacios de la vida nacional, hasta llegar a las mismas comunidades anahuacas y campesinas. Las personas que han pasado por el sistema educativo han sido debidamente de-formadas con mentes totalmente colonizadas, que perciben el sistema neocolonial como algo natural, lógico y necesario. Y una gran mayoría, que ni siquiera llegan a visualizarlo. No saben que no saben, aunque tengan o no tengan titulo académico.
Analicemos las palabras y conceptos ?rectores de la colonización mental?, comencemos con el nombre del país, México. Nombre que le pusieron arbitrariamente los criollos, en 1824 a su proyecto de país, hecho por ellos y solamente para ellos, en el que han quedado excluidos, históricamente, la mayoría de los ciudadanos hasta nuestros días. El nombre de este extenso territorio cultural por milenios fue Anáhuac, en la legua franca de los pueblos ancestrales. El nombre de México es una violenta imposición y una inaceptable negación del milenario pasado de la civilización del Anáhuac.
Imposición, porque no se respeta el pasado milenario y ancestral; pretenden desaparecerlo. El milenario origen de estas tierras, según los criollos, en lo que ellos llaman colonizadamente ?La Historia Prehispánica?, se refiere exclusivamente a los mexicas y el inexistente y fantasioso ?Imperio Azteca?.
Negación, porque al llamar a este país México y a su pueblo mexicano, se están negado la existencia de una maravillosa pluralidad creada en ?la unidad en la diversidad?, uno de los mayores logros culturales de nuestra civilización Madre. Esta tierra fue llamada en consenso por los pueblos y culturas, Anáhuac, y en consecuencia sus habitantes son anahuacas. Al llamarle México a este país, se niega la milenaria historia y su riquísima civilización. Se niega la existencia, pasada y presente, de los 69 pueblos y culturas ancestrales. Actualmente el Estado mexicano se niega a reconocer al pueblo y cultura apache, dentro de los 68 pueblos ancestrales.
Desaparecen las culturas fundidas en el proyecto criollo de ?la raza cósmica?. Una sola nación, una sola raza, una sola cultura, un solo idioma, una sola religión; México y los mexicanos, más nada. No podemos ser ?mexicanos? los más de 126 millones de personas que viven en el territorio, y los más de 35 millones que viven en Estados Unidos, no podemos ser mexicanos, porque no somos mexicas.
Sin embargo, paradójicamente en la práctica cultural del país, los criollos han mantenido hipócritamente el sistema de castas del periodo colonial, que se transforma en una sociedad extremadamente racista y clasista, que de manera hipócrita pretende aparentar que en ?su país?, no existe racismo porque todos los mexicanos son iguales.
Otro concepto colonizador es el acetar mansamente llamarle al continente América. Nadie sabe quién le puso ese nombre y con qué autoridad, cuando tenía desde miles de años el nombre de Anáhuac que le dieron sus habitantes. América es un concepto colonizador, que tiene que ver con conceptos como ?descubrimiento y nuevo continente?. Una imposición al negar la existencia, valores, historia, conciencia y conocimientos de los que vivieron miles de años antes de la llegada de los invasores.
Llamarle dócilmente América a nuestra tierra es aceptar la colonización ideológica y cultural. En el planeta entero, las personas nombran ?América? a Estados Unidos, y reconocen a sus ciudadanos como ?americanos?, aún por los propios mexicanos. Al aceptar estos conceptos nos auto excluimos, resultando que los que acaban de llegar violenta e ilegalmente a poblar el Norte del continente, ahora resultan ?los americanos?, y los no hablantes de la lengua inglesa ya no somos americanos, lo que nos lleva a otros conceptos colonizadores como Latinoamericanos.
A mediados del siglo XIX, Napoleón III, pretendía recuperar las colonias ?iberoamericanas? que había perdido España a principios del siglo, por lo cual, se inventó el concepto de ?Latinoamérica?, para justificar su pretendida invasión que comenzó con la expedición de Maximiliano de Habsburgo, pero que un zapoteca le enseñó que no era posible su sueño imperial.
Hispano es otro concepto colonizador, que los anglos nos han impuesto. Ellos nos llaman hispanos, porque dicen que como hablamos español, así nos pueden catalogar. Sin embargo, no aceptan en reciprocidad que les llamemos ingleses, porque hablan inglés. Ellos si defienden su identidad cultural, nosotros mansa y resignadamente aceptamos la imposición y no nos oponemos.
Otro término ferozmente colonizador, es llamarle a la invasión española, ?La Conquista de México?. Que, en España, así la nombren los españoles es entendible, porque, además, es su historia; pero para nosotros fue una injustificada, violenta y criminal invasión, en la que se destruyó la cultura de los pueblos agredidos. Llamar a la invasión conquista es asumirse como invasor, conquistador y vencedor.
Mesoamérica es otro concepto colonizador de reciente factura. Como la historia ancestral la investigan los extranjeros, porque nuestros investigadores colonizados estudian la historia grecolatina, vino un gringo alemán y se inventó el término Mesoamérica. Es decir, partió en dos al Anáhuac. Mesoamérica y Aridoamérica, este concepto lo copió del de Mesopotamia, que significa ?entre dos ríos?, por consiguiente, Mesoamérica es ?entre dos Américas.
Los extranjeros, desde el primer historiador, etnólogo, antropólogo y arqueólogo, me refiero justamente a Hernán Cortés, quien realizó los primeros ?escritos?, que ahora los investigadores orgánicos del sistema neocolonial, le llaman a esas mentiras e infamias, ?fuentes históricas?, ellos, nos han estudiado por nuestras diferencias y no por nuestras semejanzas. Nos estudian como un archipiélago cultural, y no, como debe ser, como un inmenso continente cultural, desde Alaska hasta La Tierra del Fuego.
La mayoría de los escritos del siglo XVI, son totalmente parciales, alejados de la verdad y desde una perspectiva eurocéntrica sustentada en el pensamiento venido de la Edad Media y el oscurantismo. Los escritos de los invasores como Cortés, están construidos desde una supuesto superioridad cultural de los invasores, barnizada de fantasías de supuesto arrojo y valor. Sobre las Cartas de Relación escritas por Cortés, desde una visión crítica y realista, se dice que bien podría ser ?la última novela de caballería? de la Edad media.
Los escritos hechos por los religiosos, como Bernardino de Sahagún, no fueron escritos regidos por el rigor del estudio histórico y antropológico. Fueron en cambio, textos escritos desde la perceptiva de una supuesta superioridad religiosa.
En efecto, para todos ellos, el verdadero dios era el del invasor y la espiritualidad de los pueblos se constituía de oscuras perversiones creadas por el demonio, que pretendía mantener el domino satánico sobre los pueblos descubiertos. Sahagún, en el prólogo de su obra, afirma que hace el estudio, para conocer las costumbres demoniacas para que los misioneros que llegaran al Anáhuac, no fueran engañados con las idolatrías de los naturales.
Es también, muy importante recordar, que en el periodo colonial existía una rigurosa censura de todo lo que se escribía, ejercida por La Santa Inquisición desde la perceptiva religiosa, y de la Compañía de las Indias, desde la perspectiva de no difundir en Europa, la realidad de sus virreinatos y capitanías en el continente Abyanáhuac. Por todo esto la bibliografía de la invasión y la Colonia además de ser falsa tiene el objetivo de denigrar a los pueblos y culturas, para que se cumplieran los dogmas de colonización.
Otro concepto colonizador es el de ?Historia Prehispánica?. Otra vez, viéndonos a nosotros mismos desde la perspectiva hispánica, desde el lado de los invasores. España se constituyó como reino apenas en 1516. El proyecto de Castilla dirigido, apoyado y financiado por el Vaticano, fue crear un solo reino, con una sola religión, una única lengua y una historia unificada. El Anáhuac, como tal, podría encontrar su origen tal vez, desde el 1200 aC. con la llamada cultura olmeca. Cómo es posible nombrar a una civilización con el nombre del invasor, que, además, era un nuevo constructo hecho a base de invasión, destrucción e imposición. Es decir, el reino de Castilla, primero hizo en la península, lo que después vino a hacer al Anáhuac, es decir, invadir y colonizar a los reinos de la Península Ibérica.
Estos conceptos e ideas que vienen desde la Colonia, y que, los criollos los han confirmado y usado en el lenguaje académico y coloquial, para sentar las bases de su dominio ideológico, cultural y supuestamente racial, conceptos tales como: Precolombino, precortesiano, preamericano, madre patria, viejo continente y un largo etcétera.
Una de las estrategias seguidas por los colonizadores, desde 1492 hasta nuestros días, es no nombrarnos por nuestro nombre. Porque sí no nos llaman por el nombre que nosotros nos dimos a nosotros mismos, realmente dejamos de ser nosotros, y pasamos a ser una categoría del descubridor-invasor.
En 1492, Colón pretendía llegar a la India, por lo tanto, nos llamó ?indios?. Cuando se dieron cuenta de su error, les llamaron a estas tierras ?las indias occidentales?. Lo que hicieron los invasores es subsumirnos en su mundo conocido, la India, por tal, no hubo ?descubrimiento?.
Jamás usaron nuestro nombre para llamarnos. Nos llamaron y nos llaman hasta nuestros días, como ellos quieren y nosotros lo aceptamos mansamente. La mayoría de los nombres que tienen los pueblos y culturas ancestrales en la cultura dominante, han sido impuestos por el invasor-colonizador. Existen verdaderas ofensas y aberraciones como llamar a los purépechas con el insulto de ?tarasco?, que en lengua purépecha significa ?cuñado?; o a los xumanh-an con el epíteto de ?triqui?; o a los binnigula´ sa, zapotecos.
El punto es, ?sí no te nombro, te desconozco, no existes?, eres tan solo un ?objeto? de mi mundo por descubrir y explotar. Así somos una serie de nombres y categorías ajenas a nuestra esencia y cultura, en consecuencia, somos: mexicanos, indios, indígenas, pueblos originarios, latinoamericanos, hispanos, pero jamás, anahuacas y Anáhuac a nuestra tierra.
Seguramente que las personas de mente colonizada, supondrán que estas reflexiones no tienen, para ellos, sentido. Que son una perdida de tiempo, que lo pasado pasó, y que hay que ver hacia el futuro.
Dos cosas muy importantes que hay que tomar en cuenta. Las palabras, tienen cargas ideológicas muy potentes y que detonan procesos mentales muy fuertes en el subconsciente de las personas. Y que, el pasado y el futuro no existen realmente, son solo una visión eurocéntrica de un tiempo lineal. Para los anahuacas solo existe el presente, ?el aquí y el ahora?. Que este ?aquí y ahora?, está compuesto de pasado y futuro. Es decir, en el presente, está todo el pasado y el futuro de una persona, una familia o un pueblo. No son partes separadas. Somos lo que hemos sido y lo que seremos en este mismo instante de conciencia, más nada.
Los pedagogos afirman que los padres no deben criar a sus hijos con la saturación de reproches por no cumplir las expectativas de los padres. Es decir, si una madre se la pasa diciéndole a su hijo que es un flojo, un inútil o un tonto, durante su niñez y adolescencia, seguramente cuando llegue a ser adulto, será un flojo, inútil y tonto. Porque las palabras y los conceptos repetidos a través del tiempo, se convierten en mandatos y tienen un efecto relevante en los seres humanos.
Así que, la estrategia de dominación es mantener un permanente y sistemático lenguaje colonizador, al invadido, despojado, explotado. Para que esa negación de sí mismo, sea auto amputación de su identidad dejándolo indefenso y vulnerable a cualquier abuso e injusticia. Cuando el invasor explotador logra que el invadido explotado sea ignorante de sí mismo, que no tenga memoria histórica e identidad cultural ancestral. Que no sepa de dónde viene, quién es y a dónde va, se cerrará el circulo perverso de la colonización. El invadido se volverá un invasor-colonizador de sí mismo y de su pueblo. Será un dócil colaborador y hará el trabajo sucio, pretendiendo ?igualarse? a su colonizador.
Mantener en el leguaje académico, literario y coloquial, un lenguaje colonizado, es aceptar sumisamente la posición de inferioridad e ignorancia, y se reconoce inconscientemente la supuesta superioridad del invasor-colonizador. Se requiere, ser consientes, para actuar responsablemente y acabar con la colonización mental, cultural y espiritual.
Debemos de decir ya basta a la colonización ideológica. Debemos de ser muy cuidadosos y atentos con nuestra propia forma de expresar nuestras ideas y de cómo describir el mundo en el que vivimos.
Se requiere imperativamente recuperar la dignidad intelectual.
Educayotl AC. Educar para el futuro con la sabiduría del pasado.