El concepto vivido de comunidad es un legado milenario de la Toltecáyotl y la base de la organización y la cultura de resistencia de los pueblos y culturas del Cem Anáhuac, que ha permitido sobrevivir a su muerte histórica, decretada por Colón, Cortés, la Modernidad, el capitalismo y la globalización económica. El pensador ayuuk Floriberto Díaz, en uno de sus textos señala que la palabra ?comunidad? en español es muy limitada para el significado que posee en la lengua ayuuk. En español comunidad generalmente se refiere a un espacio territorial definido por la ?posesión?. En legua náhuatl es justamente calpulli, que no implica ?posesión?, sino responsabilidad compartida por todos para cuidar del equilibrio de la Madre Tierra o Tonantzin-Coatlicue. Pero, además, como afirma Floriberto Díaz, significa muchas otras cosas más, que ya hemos mencionado.
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La acción cotidiana de vivir en comunidad a través del ?sistema de cargos?, los usos y costumbres, los saberes comunitarios, las tradiciones, es vivir en Toltecáyotl. Muchas de las relaciones de las personas que viven en ?la modernidad? en las urbes del país, son Toltecáyotl. El problema es que, por la colonización cultural, mental e intelectual, el mexicano vive inconsciente su identidad cultural más profunda y solo aflora en el subconsciente colectivo.
Los principios y valores de la familia, la amistad, la muerte, el compadrazgo, el trabajo, la comida y un largo etcétera, son un milenario legado cultural que nos da ?un rostro propio y un corazón verdadero?. La colonización y la necolonización en estos cinco siglos ha logrado que la mayoría del pueblo desconozca y rechace cualquier valor de la Civilización Madre, hasta llega darse este fenómeno en los propios pueblos anahuacas. El principal problema de nuestro país es de memoria histórica e identidad, los demás, son producto de esta orfandad y auto negación. Los anahuacas no somos, ni hemos sido, ni podremos ser: españoles, franceses o norteamericanos. En cambio, los extranjeros que llegan a vivir al Anáhuac, en pocas generaciones quedan totalmente marcados con la huella cultural de la Toltecáyotl.
Finalmente, para concluir esta reflexión sobre el concepto de la organización en el Cen Anáhuac, retomamos un texto de uno de los expertos occidentales del siglo xx sobre culturas y religiones, el Dr. Mirsea Eliade (1962), que considero muy importante para llegar al centro de la reflexión.
?No se debe olvidar que una cultura forma una unidad orgánica y que, por ello, debe de estudiarse desde su centro y no desde uno de sus aspectos periféricos. El concepto de la vida es el «centro» de toda cultura. Son ante todo las ideas acerca del origen, el sentido y la perennidad de la existencia humana las que nos revelan el genio particular de cada cultura.?
De la misma manera, no se puede olvidar que la organización comunitaria tiene su centro en el proyecto civilizatorio. Es decir, la organización comunitaria no es un fin en sí misma, sino sólo es un medio para alcanzar el fin supremo de la civilización. Y es aquí donde está el punto más importante a tratar, que han evadido los científicos sociales de occidente. Porque además del epistemicidio, la negación y exclusión; la colonización y neocolonización se basan en la idea que los ?descubiertos?, los nativos, los aborígenes de ayer, y los nacos y los indios de hoy, no tienen alma y no piensan como los seres humanos occidentales. De modo que no podían poseer un pensamiento filosófico que explicara cabalmente su desarrollo humano de más de siete milenios consecutivos y de carácter endógeno.
La respuesta a la interrogante de, cuál era el proyecto abstracto de vida de los anahuacas, su máxima realización en plenitud. Para qué, se utilizaron todos sus recursos intelectuales, espirituales y materiales, como en el caso del Tollan de Daany Beédxe (zona arqueológica de Monte Albán, Oaxaca), que fue construida a lo largo de 1350 años y después abandonada, quedando en un misterio, como casi todos los Tollan del periodo Clásico. Qué fue lo que motivó la organización y la aplicación de inconmensurables recursos y grandes esfuerzos de todos los pueblos y culturas de lo que hoy llamamos Oaxaca, para que año tras año, trajeran cargando enormes piedras de kilómetros de distancia y las subieran cargando 400 metros de altura, y en un lugar en el que nunca ha existido una fuente natural y permanente de agua, levantaran este formidable e impresiónate monumento a la grandeza del espíritu humano.
Por supuesto que es impensable seguir creyendo todos los perversos y malignas mentiras, nacidas de su egoísta y limitada visión eurocentrista, desde los misioneros de ayer hasta los arqueólogos de hoy, siguen manchando y distorsionando la gloria de este esfuerzo humano para encontrar la trascendencia existencial, de la misma manera que lo hizo India, China o Egipto. Cuando recorremos con respeto y admiración la Montaña del Jaguar ?Daany Beédxe?, en legua zapoteca, que nos legaron nuestros Viejos Abuelos toltecas, no podemos dejar de tomar en cuenta que para la realización de este mega proyecto, se necesitó contar con las bases de la llamada ?pirámide de desarrollo humano tolteca?, que tardó miles de años de conformarse de manera autónoma. Porque sin un eficaz sistema alimentario que aportara la energía requerida, un eficiente sistema de salud que asegurara el esfuerzo, sin un solvente sistema educativo que permitiera trasmitir ?el proyecto? a las futuras generaciones, y por supuesto, un eficiente sistema de organización, que permitiera la armonía y sincronización de pueblos y culturas diferentes para que, en fraterna comunión y convicción compartida por todos a través de los siglos, construyeran una obra de estas dimensiones, que la llevan a ser Patrimonio Cultural de la Humanidad. Educayotl AC.