El pintor más zapoteco que existe ofrece talleres y una conferencia magistral a estudiantes en Zacatecas
Foto? El artista japonés Shinzaburo Takeda radica desde 1978 en Oaxaca, donde es director de una escuela de artes desde hace más de 40 años.Foto cortesía Alfredo Valadez
Alfredo Valadez Rodríguez
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 18 de mayo de 2023, p. 6
Zacatecas, Zac., El artista japonés Shinzaburo Takeda, de 88 años de edad, quien se considera el pintor más zapoteco que existe, pues desde 1978 radica en Oaxaca, visitó Zacatecas para ofrecer talleres y una conferencia magistral a estudiantes universitarios.
El maestro explicó que la inspiración, como parte del proceso creativo en el arte, es algo complejo y totalmente individual, ?algunos le llaman el ?escuchar la palabra de Dios?, otros le dicen ?palabra de la naturaleza?, pero eso es cuando uno está joven, porque si se rebasan los 50 años de edad, ¿de verdad quieres escuchar la palabra de Dios? ¿Qué cosa es eso? Mejor vamos a tomar un mezcal y podré explicárselos bien?, bromeó con los jóvenes.
Takeda es desde hace más de 40 años director de una escuela de artes en Oaxaca. Llegó a Zacatecas acompañado de Fulgencio Lazo y Modesto Bernardo, dos de sus cinco hijitos, como llama a sus alumnos predilectos y herederos de sus proyectos para promover y desarrollar las artes plásticas en aquel estado y en todo México.
Los tres artistas arribaron a esta ciudad como parte del programa de la colaboración entre la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) y la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), donde su colega, el zacatecano Ismael Guardado, fue su anfitrión.
Las actividades organizadas por ambas instituciones incluyeron la donación de una estatua de bronce del benemérito de las Américas Benito Juárez García, que se instaló en el interior del moderno Campus Siglo XXI de la UAZ, con la presencia de los rectores de ambas instituciones, Cristian Eder Carreño López, de la UABJO, y su homólogo Rubén de Jesús Ibarra Reyes, de la universidad zacatecana.
Además, se llevaron a cabo conferencias magistrales, talleres de artes pláticas e intercambio de ideas. En el auditorio Orgullo Universitario de la UAZ, el pintor oaxaqueño-japonés explicó en su conferencia magistral cómo y por qué decidió asentarse en el suroeste de México y no en alguna gran metrópoli para desarrollar su arte.
La velocidad es el símbolo de la modernidad, prefiero los sitios tranquilos, los lugares donde puedo disfrutar la vida y buscar qué ofrecer a las personas con mis obras. Oaxaca es similar a mi tierra, somos campesinos. Tengo 40 años de enseñar artes con dos propósitos: uno, confiar (tolerar) a mis hijitos. Si mi hijito roba mi libro, mi gubia, mi segueta, tengo que confiar, pues eso es natural. Segundo, quiero dar libertad, pues en este mundo no hay nada más importante, nada.
Shinzaburo Takeda recordó cuando lo invitaron por primera vez a ser maestro de la escuela de artes plásticas de la UABJO, una decisión que no fue fácil para él.
Pedí que me dieran tiempo, que me dieran en una noche para pensarlo, porque tenía que reflexionar en lo que significa ser maestro, algo súper importante.
El reto fue crear una escuela con identidad propia, no asiática, sino con el carácter y la cosmogonía de Oaxaca y de México, pues no quise enseñar ningún pedazo de Japón, ningún arte de allá, porque además, confesó, no sabía nada de técnicas específicas de Asia. Lo que hizo entonces fue enfocar a todos sus estudiantes en el conocimiento de su propio entorno para que lo valoraran.
Con los jóvenes de Oaxaca el ejercicio que comenzamos a hacer fue estudiar nuestro estado. Preguntarnos ¿qué cosa es Oaxaca? y comenzamos a visitar lugares de la costa, los valles, la sierra, de pueblo en pueblo, para conocer las costumbres; tuve mucho interés para conocer su cultura y tradición.
Reiteró con humildad que, como ser humano, antes que artista, soy hijo de campesinos japoneses. No tengo nada de educación, pues en mi época no tenía pinturas de óleo ni acuarelas, sólo había lápices. Al respecto, Takeda criticó el hecho de que son los riquillos, no los pobres, los que se inscriben en las escuelas de artes, por lo que él decidió hacer algo al respecto para cambiar el enfoque, pues el arte es para el pueblo.
El arte es una forma de amar
Un estudiante universitario le preguntó ¿qué hace antes de pintar una obra, cómo se inspira?. El artista planteó que cada cuadro es un caso diferente y lo comparó con una relación amorosa: He vivido más de 80 años, imagínese lo que he aprendido, siempre hay cambios. Por ejemplo, ¿de cuántas mujeres que encontré me enamoré? Cada ocasión todo es diferente y, a la vez, todo es igual, pues siempre me quedo pensando ¿quién soy yo? Cada vez que estoy contento al estar con mi amiguita, pienso: somos, nacimos huérfanos, pero seguro moriremos con amor. Ese es mi propósito al hacer arte, ya que es una forma de amar.