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LA DESCOLONIZACIÓN DE LA HISTORIA

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La civilización del Anáhuac es una sola, por más culturas diferentes en tiempo y espacia que la representen en estos más de 10 mil años de Desarrollo Humano en el Cem Anáhuac.

 

Los anahuacas desarrollaron una sola “matriz filosófica cultural”, que mantuvo una línea de desarrollo evolutivo desde los primeros asentamientos humanos y que fue compartida por todas las culturas, así como la invención de la agricultura, la milpa y el maíz, aproximadamente desde el año ocho o seis mil antes de la era cristiana.

 

De modo que, no solo estamos frente a una de las civilizaciones con origen autónomo más antiguas del mundo, sino a una civilización que mantuvo su estructura “filosófica-cultural-religiosa” inalterada en su fondo y con muchas variantes en su forma, pero todas íntimamente unidas en la diversidad a través de la Toltecáyotl.

 

Los españoles llegaron en 1519 al Anáhuac, con una religión ajena a ellos que surgió en Medio Oriente y que sufrió transformaciones y transgresiones que se llevaron a cabo durante la Edad Media en Europa.

 

Los anahuacas en cambio, tenían una religión ancestral, totalmente definida en su matriz esencial, por lo menos con tres mil años y que fue desarrollada y mantenida por ellos mismos a pesar de las transgresiones que sufrió en los últimos 81 años (1440-1521), por el cihuacóatl de los mexicas, el famoso Tlacaélel que cambió a Quetzalcóatl por Huitzilopochtli (la sabiduría y espiritualidad, por la fuerza de la voluntad de poder).

 

Muchas mentiras y verdades a medias, pero sobre todo, en estos cinco siglos de invasión-colonización, se ha escrito con dolosa perversidad sobre la cultura, filosofía, religión, valores sociales e instituciones ancestrales del Anáhuac.

 

Los objetivos han sido, encubrir uno de los más pavorosos holocaustos de la historia de la humanidad, pues no solo ha sido el exterminio de decenas de millones de personas, sino la permanente exclusión y explotación que han sufrido los pueblos colonizados, tratando de quitarles cualquier valor HUMANO. Justificar lo injustificable, pero sobre todo, borrar la memoria histórica de los hijos de los hijos del pueblo invadido para convertirlos en dóciles y vulnerables zombis.

 

Lo que han escrito los invasores y sus serviles vasallos nativos, desde Hernán Cortes y Maliche, pasando por Francisco Javier Clavijero y Fernando Alva Ixtlilxóchitl, hasta Mel Guipson y Juan Villoro con sus bodrios multimedia, son mentiras, invenciones perversas, infundios, trasgresiones dolosas para ocultar la sabiduría, el humanismo y los valores de la civilización que logró el más alto grado de Desarrollo Humano en la historia del planeta.

 

Jamás, en estos cinco siglos, se ha tratado honestamente de conocer “al otro”. Desde 1492, por su ignorancia e interés económico, el europeo subsumió el mundo y la civilización encontrada, con el mundo y la civilización conocida. De esta manera, en vez de “descubrir un mundo desconocido”, lo dieron por conocido. Colón y sus socios inversionistas, -los mercaderes europeos-, afirmaron haber llegado a la India. La India conocida y buscada para sus transacciones comerciales.

 

Cuando la corona española llevó a juicio a Colón y sus voraces socios, quitándoles sus leoninas ganancias provenientes de Las Capitulaciones de Santa Fe (contrato comercial por el cual los mercaderes se llevaban la tajada del león del “descubrimiento” de la nueva ruta a la India), porque no habían llegado a la India, se le puso el nombre eufemístico de “Las Indias Occidentales” y a sus habitantes se les llamó erróneamente “indios”, epíteto que se mantiene hasta la fecha y no se les conoce con el nombre que ellos se dieron a sí mismos, anahuacas.

 

Los historiadores oficiales del Sistema Colonial, como son Hernán Cortés, Bernal Díaz, Bernardino de Sahagún, entre muchos, y los historiadores oficiales del Sistema Neocolonial como son Lucas Alamán, Vicente Riva Palacio y los “historiadores” que escriben los siniestros libros de historia del Libro de Texto de la SEP, mantienen la tesis de que la conquista y colonia fueron actos civilizatorios, benéficos y humanistas, afirmando que los “indios” eran salvajes, caníbales, primitivos, sanguinarios y politeístas.

 

Ningún “historiador del sistema neocolonial”  toma en cuenta para sus tendenciosos juicios que la civilización del Anáhuac fue la primera en descubrir el cero matemático, la civilización que mejor midió el tiempo y la que construyó más pirámides, que fue la única que tuvo un sistema de educación obligatorio, público y gratuito por más de tres mil años (que destruyeron los conquistadores), que inventó su alimento, el maíz, que no sustentó su desarrollo en la invención de las armas, la moneda, la propiedad privada, que en 1519 –periodo de decadencia-, México-Tenochtitlán era la ciudad más grande del mundo, que el sistema de alimentación, salud y organización era mucho más avanzado que el de Europa, que la calidad y nivel de vida de los mexicas era mucho más elevada que la de los españoles promedio, que la razón de Estado era el desarrollo espiritual del pueblo. Nada de esto cuenta, solo lo que escribieron los conquistadores, misioneros e anahuacas conversos sobre los mexicas de 1325 a 1521.     ! Dónde está la seriedad de la investigación histórica!

 

Hasta el Siglo XXI los invasores-colonizadores mantienen la misma posición del Siglo XVI. Unos se comportan como “conquistadores-encomenderos” para explotar y depredar. Y los otros se comportan como misioneros, para “proteger e integrar” a los nativos. Casos patéticos como el de Miguel León Portilla, que firmó para Carlos Salinas un desplegado en la prensa nacional en enero de 1994, condenado a los “indios revoltosos” del EZLN y que hasta la fecha, sigue en reuniones y banquetes de los poderosos…abogando por “los indios indefensos”. El “misionero moderno” que estudia a “los antiguos mexicanos” desde la “visión de los vencidos”, de manera neutra e inocua. Muy poca gente como Laurrette Séjurné, Guillermo Bonfil, Carlos Lenkersdorf y Rubén Bonifaz, han escrito con honradez científica y con un espíritu descolonizador.

 

Pero lo que muy poca gente ha hecho, es aprender, valorar y dimensionar en la cotidiana realidad la presencia viva de esta milenaria civilización. El poderoso colonizador, desde los capitales financieros supranacionales y nativos, la multimedia, la SEP, en síntesis “El Sistema”, tratan de que el pueblo olvide y desconozca su glorioso pasado milenario. En efecto, al pueblo se le hace creer que nada tiene que ver con el pasado ancestral de los siete milenios y medio de desarrollo humano. Que lo que hoy somos, los mal llamados “mexicanos” (porque no todos somos mexicas), tiene su origen en la Conquista y en Europa y que el futuro está en Estados Unidos.

 

Esta “ignorancia maliciosa” esconde en su seno una deshumanizada ideología de explotación de los seres humanos y la depredación de la naturaleza, que identificamos como “ideología criolla”. Esta ideología es la que ha producido no solo el holocausto del siglo XVI, sino la permanente explotación, injusticia y pobreza de los pueblos del Anáhuac.

 

Esta ideología nada tiene que ver con una cuestión racial, porque en muchas comunidades anahuacas y mestizas los caciques se valen de ella para mantener el poder, aunque es sospechoso que los hombres y familias más ricas y la alta burocracia de México son descendientes de extranjeros.

 

El punto es evidenciar que LA HISTORIA OFICIAL, margina y desvaloriza los siete milenios y medio de desarrollo humano y NO sustenta la identidad de “lo mexicano” en una de las seis civilizaciones más antiguas de la humanidad. Este crimen de lesa humanidad es tanto como si los chinos o los indios sustentaran su identidad en Inglaterra y despreciaran y desconocerán su milenario pasado.

 

Pretende en cambio, sustentar la identidad en una inexistente “Madre Patria”, en una eurocéntrica “historia universal” y en un fantasioso mestizaje “euroamericano”. Para El Estado criollo la Historia de México tiene sus lejanos antecedentes en el periodo colonial y surge verdaderamente a partir de 1810.

 

No es posible que la mayoría de las personas con instrucción académica en México desconozcan la VERDADERA HISTORIA de su MATRIA y sigan repitiendo el discurso de Hernán Cortés. Más aún, un pueblo sumido a propósito en la ignorancia de sí mismo, haciéndole sentir vergüenza de lo poco que sabe de la historia antigua de “los aztecas” y buscando su identidad en su “abuelito español” que la mítica familiar dice tener.

 

Sin memoria histórica el pueblo se convierte en un ente sin personalidad, sin fuerza interna, sin dignidad, sin coraje para luchar por la justicia y la igualdad, manteniéndose a los pies y a la merced de su amo colonizador.

 

La mayoría de los textos que se escribieron en el Siglo XVI, son alegatos de dudosas proezas llevadas a extremos fantásticos y la justificación jurídica de la trasgresión de la Ley, como es el caso de Las Cartas de Relación, así como los textos que escribieron los religiosos, que no tenían –en ambos casos-, ni el rigor científico, ni el interés por valorar la civilización que estaban tratando de destruir.

 

Los textos de Sahagún, Acosta y Durán, entre otros, tuvieron el objetivo práctico de investigar la religión y la cultura de los invadidos desde el limitado pensamiento europeo proveniente de la Edad Media, para que los religiosos pudieran conocer y combatir con mayor eficiencia “la herejía” y las costumbres demoniacas de los invadidos-colonizados.

 

Parciales, tendenciosos y fantasiosos escritos son tomados por el Estado criollo y su nefasta ideología como fidedignas “fuentes históricas” para construir su aberrante y ridícula Historia Oficial de “La Batalla de la Noche Triste”.

 

Es necesario que los intelectuales, investigadores y artistas se descolonicen mental y culturalmente, que se den cuenta que "todo su saber" es una copia mal traducida, peor pronunciada y menos entendida del pensamiento eurocéntrico.

 

Que en su admirada Europa son despreciados y que son tomados como "intelectuales tropicales y bananeros", como el gran Alejo Carpentier los retrata en su espléndida obra "El Recurso del Método". Es hora de que se salgan de sus ridículas torres de cristal y le sirvan a su pueblo.

 

En la segunda década del Siglo XXI. Ante el fracaso del proyecto de la Modernidad surgido en 1776 con la creación del Nuevo Orden Mundial y los Estados Unidos. En medio de la peor crisis del Estado neocolonial (1821-2012), en la cual los pueblos y culturas invadidas del Anáhuac están llegando a niveles alarmantes de injusticia, pobreza, ignorancia, corrupción y deshumanización.

 

Resulta urgente y necesario recuperar la memoria histórica, clarificar y fortalecer la profunda Identidad Cultural, para diseñar un nuevo modelo de sociedad que cancele los cinco siglos de colonización y neocolinzación, para que se acaben los vencedores y los vencidos, para que se recupere el milenario “rostro propio y corazón verdadero”, para que volvamos a ser hermanos y cuidemos el tesoro más valioso del bien común, es decir, el gobierno. Que los gobernantes nuevamente “manden obedeciendo” al pueblo e inspiren con el ejemplo.

 

Los siete mil quinientos años de desarrollo humano, que están conformados por la experiencia y sabiduría de todos nuestros antepasados, no pudieron ser destruidos y exterminados por la colonización cinco centenaria. Esta sabiduría y experiencia ha sido trasmitida de generación en generación a través del “banco genético de información cultural” y del subconsciente colectivo.

 

Los beneficiados del sistema colonial afirman, -para su conveniencia-, que esta sabiduría se perdió irremediablemente y que el pueblo solo tiene el presente, -donde ellos tienen el poder-, que el tiempo de “los sacrificios humanos, el taparrabo y la idolatría” fueron superados por la presencia de la cultura europea y la "modernidad".

 

La maquinaria ideológica, multimedia y del sistema educativo del Estado criollo pretende mantener a los pueblos anahuacas en “el laberinto de la desolación”, de ser extranjeros incultos en su propia tierra. Perdidos en la ignorancia de sí mismos.

 

Exaltando frenéticamente lo ajeno y menospreciando y minimizando lo propio, y paradójicamente siendo siempre despreciados, excluidos y explotados por sus colonizadores de afuera y de adentro. Sin embargo, para exterminar la sabiduría y la experiencia de la Civilización del Anáhuac del planeta, se requeriría exterminar hasta el último de sus hijos.

 

Nuestra sabiduría y experiencia de vida y de organización milenaria representa el gran potencial para construir un futuro “propio-nuestro”. Como lo ha hecho China y lo está haciendo la India en menos de 50 años.

 

Se requiere descolonizar la historia para que el pueblo tenga plena conciencia de su identidad y pueda ejercer plenamente la autodeterminación.

 

Lo difícil no es hacerlo…sino imaginarlo.

 

El futuro del Anáhuac está en su pasado.

 

Noviembre de 2012

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