1.
LAS FUENTES
2. LOS PREPARATIVOS DE LA INVASIÓN
3. "COMBATE Y TOMA DE POTONCHAN", LA VISIÓN
DEL CONQUISTADOR
4. EL INICIO DEL COMERCIO INTERNACIONAL Y LA GLOBALIZACIÓN
ECONÓMICA.
1. LAS FUENTES
Guillermo Marín.
Durante siete milenios y medio nuestros pueblos vivieron un proceso endógeno de desarrollo humano y cultural. Con sus altas y sus bajas, con sus aciertos y sus desaciertos pero nuestra gente vivió bien, en parámetros humanos, aun en los últimos cien años de poder de los mexicas. Dado que el sometimiento de los mexicas a los pueblos del altiplano, nunca fue tan inhumano y explotador, como el de los europeos.
Sin embargo, los invasores españoles llegaron a nuestras tierras a robar y explotar a través del engaño y la violencia. Esto es muy importante entenderlo de una manera descolonizada, pues son los cimientos de la sociedad actual y explican claramente los cinco siglos de colonización.
En efecto, los españoles que llegaron a nuestras tierras, no eran enviados por la corona en un viaje humanista, científico o antropológico. Eran en cambio un puñado de aventureros que había salido ilegalmente de Cuba. La expedición estaba financiada por gente rica que quería multiplicar su inversión. Otros habían puesto en ella toda su pequeña fortuna, como Cortés, y la mayoría que no tenían en que caerse muertos, ponían su vida con la esperanza de volverse inmensamente ricos de la noche a la mañana y estaban dispuestos a hacerlo a cualquier precio, sin ningún freno moral o ético. No eran soldados y existía entre ellos muchas rivalidades, envidias y traiciones. La comida, las armas, parque y servicio médico, lo tenían que pagar cada uno del oro que venían a rescatar, un eufemismo para no decir ROBAR. De todo lo rescatado el 20 % le pertenecía a la corona. Esta gente era lo peor del noble pueblo español. Gente que había fracasado en sus lugares de origen y que desesperados por la miseria o alucinados por el frenesí del oro robado, se venían a nuestra tierra con la idea de hacerse ricos a cualquier precio. Era gente ignorante, mal educada, ambiciosa y pretenciosa, la escoria de una España de la Edad Media, que empezaba a salir de la dominación musulmana que duró ocho siglos, en los cuales el pueblo español fue el esclavo de los árabes y judíos. Esa escoria humana, como la que hay y ha existido en todas las sociedades fue la que llegó a invadir, robar y explotar a nuestro pueblo, sin ninguna causa o justificación.
Es necesario
revisar la historia oficial, porque justifica de una manera cínica
y natural este lamentable hecho histórico que es un delito
de lesa humanidad. Para construir una nueva sociedad necesitamos analizar
este pasado de una manera crítica, abierta y descolonizada.
Se requiere entender esta tragedia en toda su dimensión y verdad.
Por más doloroso y molesto que resulta para los vencedores
y los vencidos, porque en estos cinco siglos se ha seguido repitiendo
todos los días el mismo drama que inició en 1519. La
invasión, el robo, el saqueo, el abuso, la mentira, la justicia
divina y terrena, así como la verdad siempre han estado del
lado del agresor. Esta amnesia histórica, este desconocer la
verdad y aceptar la versión oficial de la historia de
la batalla de la noche triste, nos condena a seguir repitiendo
estas injusticias. Aunque Hernán Cortés y Pedro de Alvarado
estén muertos, aunque hayan pasado casi cinco siglos de las
matanzas de Cholula y el Templo Mayor, los mexicanos colonizados tenemos
vivo en nuestro corazón al conquistador que ha engendrado el
sistema colonial y a la menor oportunidad de poder, nos comportamos
como Cortés o Alvarado con nuestra propia gente, y las matanzas
de Acteal o Aguas Blancas se siguen repitiendo día con día
de manera atávica.
Somos ahora el pueblo de México, con el beneplácito
de los neo colonizadores globales, la moderna tropa de los invasores,
que siguen saqueando y explotando, pero con la indiferencia, el consentimiento
y alianza de nosotros mismos.
Queremos iniciar esta revisión de la invasión del Anáhuac, usando los mismos textos que los propios españoles escribieron en el siglo XVI, toda vez que los naturales perdimos la palabra propia y fuimos condenados a un estado de estupidez intelectual y moral, según nuestros colonizadores. Salvo algunos textos los vencidos no pudimos escribir oficialmente nuestra versión de esta inhumana invasión. Sin embargo, los propios textos de los invasores resultan tan absurdos y grotescos, que no es necesario buscar otra versión. Lo que se necesita es analizar estos textos, llamados por la colonización fuentes, con una visión crítica y analítica, pero fundamentalmente con un sentido humanista y descolonizador, para entender el tamaño del drama y la tragedia que se inició en 1519 y que se sigue repitiendo con nuestro pueblo a manos de los colonizadores: sean estos consejos de administración de empresas trasnacionales, magnates que viven el lejanos países, extranjeros avecindados y sus hijos o lo que es más triste, por nosotros mismos, que vemos en la colonización una forma natural de vivir.
Usaremos las fuentes para desenmascarar a la cultura dominante, que basa y justifica la colonización a través del rescate en el siglo XVI o el salario mínimo y el neoliberalismo en el siglo XXI, pero que en las dos formas ha sometido y explotada a un pueblo por generaciones. El aceptar a las fuentes como la verdad sobre la invasión es colocar los cimientos más profundos y sólidos en los que se ha desplantado el México invadido, primero la sociedad colonial (1521-1821) y luego su continuación con la sociedad criolla (1821 a la actualidad).
Usaremos
entonces las mismas fuentes para conocer y analizar
los cimientos de nuestra sociedad, basada en la injusticia, la ilegalidad,
el sometimiento, la mentira, el crimen y el despojo. Solo de esa manera
podemos empezar a descolonizarnos mental y espiritualmente, para construir
una nueva sociedad en la que no existen los vencedores y los vencidos,
los invasores y los invadidos, la gente bonita y los otros.
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2.
LOS PREPARATIVOS DE LA INVASIÓN
Guillermo Marín.
El discurso histórico de la conquista de México ha sido totalmente parcial del lado hispanista. Se ha tomado a Hernán Cortés como un héroe y su empresa de saqueo, asesinato y destrucción, como una epopeya de la civilización occidental. Muy pocas veces se ha cuestionado en el plano de lo que hoy llamamos derechos humanos y el derecho universal de los pueblos. Menos aún se ha analizado esta invasión desde el plano moral y ético.
Lo que en México sucedió hace casi quinientos años fue una brutal agresión criminal y un feroz despojo. En efecto, los pueblos del Anáhuac fueron violentados, saqueados, asesinados. Su religión, su cultura, sus leyes, autoridades e instituciones, que por milenios se habían construido como una interpretación del mundo y la vida, de una manera brutal y deshumanizada fueron agredidas, prohibidas y perseguidas.
La necesidad que tenemos los mexicanos de revisar esta crucial etapa de nuestra historia, que es la base y origen de la sociedad contemporánea, es que desgraciadamente se siguen repitiendo una y otra vez estos hechos. La relación entre los que tienen el poder y el pueblo es la misma. El sistema colonial que se ha implantado desde 1521, ha ido maquillándose y cambiando para mantenerse vigente. Los invasores y los invadidos, los saqueadores y los saqueados, los vencedores y los vencidos, los colonizadores y los colonizados, la gente bonita y los nacos. A lo largo de estos casi quinientos años se ha venido construyendo, con base a la milenaria civilización negada, una cultura invasiva, abusiva, explotadora y depredadora.
La nación mexicana y su pueblo, solo han sido tomados como botín por los conquistadores-colonizadores y los hijos de sus hijos hasta la actualidad. Los extranjeros, sean avecindados por generaciones en México o inversionistas que nunca han puesto sus plantas en estas tierras, no han tenido amor, respeto y compasión por esta civilización y su pueblo. Han hecho de la Historia Oficial el discurso que justifica y valida el estado colonial en el que hemos vivido, y las llamadas fuentes históricas, la versión oficial y verdadera de lo que sucedió en la invasión y primera etapa de la colonización de México.
Tomaremos algunos fragmentos de el libro LA CONQUISTA DE MÉXICO * de Francisco López de Gómara para analizar la visón hispanista de los preparativos de la invasión.
Primero
tendremos que decir que la expedición fue hecha como un negocio,
no nació por un espíritu humanista, científico
o de exploración geográfica. En efecto, toda la conquista
de América no fue dirigida y financiada por la corona española.
Ella solo daba el permiso, los inversionistas ponían
dinero, armas, equipo, barcos y provisiones, y los aventureros ponían
su vida y sus escasos recursos. La invasión no se hizo con
soldados, Cortés llegó a México
con 550 filibusteros. Gente en su mayoría expulsada de España
por la miseria e impulsada por la ambición de hacerse ricos
de la noche a la mañana a cualquier precio y sin ningún
recato moral o ético. Gente ignorante y mal educada, que representaba
la escoria de la sociedad medieval de una España que había
estado invadida y sojuzgada por ochocientos años de opresión
árabe.
Después de que Diego Velásquez el Gobernador de Cuba
conoció las noticias y riquezas que Juan de Grijalva había
saqueado de las costas del Golfo de México, Velásquez
inmediatamente empezó a organizar una tercera expedición
de saqueo, para lo cual buscó inversionistas y filibusteros.
Así es que determinó enviar allá algunas
naos con gente armada y mucha quincallería (objetos de poco
valor) pensando enriquecerse por rescates (saqueo) y poblar por la
fuerza (invadir y colonizar) Rogó a Baltasar Bermúdez
que fuese; y como le pidió tres mil ducados para ir bien armado
y provisto, le dejó, diciendo de que de esta manera sería
mayor el gasto que el provecho. Tenía poco estómago
para gastar, porque era codicioso, y quería enviar armada a
costa ajena, (abusar de su propia gente) que casi había hecho
así la de Grijalva, porque Francisco de Montejo puso navíos
y mucho bastimento. Y Alonso Hernández Portocarrero, Alonso
de Ávila, Diego de Ordas y otros muchos fueron a su costa con
Juan de Grijalva (es decir, que pusieron de su propio dinero para
la expedición). Habló a Hernán Cortés
para que armasen ambos a medias (que financiaran la expedición
a mitades); porque tenía dos mil castellanos de oro en compañía
de Andrés de Durero, mercader; y porque era hombre diligente,
discreto y esforzado, le rogó que fuese con la flota, encareciéndole
el viaje y negocio (es más que evidente, que para Velásquez
como para Cortés y para todos los españoles que realizaron
la invasión, ésta era un negocio. El objetivo era la
riqueza rápida y al menor costo. Piratas con permiso de la
corona). Hernán Cortés, que tenía mucho valor
y deseos, aceptó la compañía, el gasto y la marcha,
creyendo que no sería mucho el costo, así que pronto
se pusieron de acuerdo. Enviaron a Juan de Saucedo, que había
venido con Albarado, a sacar licencia de los frailes jerónimos
que gobernaban entonces, para poder ir a rescatar para los gastos,
y a buscar a Juan de Grijalva, pues sin ella nadie podía rescatar
(visión hipócrita y leguleya con que hasta la fecha
se siguen haciendo los despojos) que es feriar mercancía por
oro y plata (base del comercio actual, cambiar bisutería por
joyas o petróleo por productos chatarra).
Fray Luis de Figueroa, fray Alonso de Santo Domingo y fray Bernardino
Manzanedo, que eran los gobernadores, dieron licencia para Hernán
Cortés, como capitán y armador, con Diego Velásquez,
mandando que fuese con él un tesorero y un veedor para procurar
y tener el quinto del rey, como era costumbre (en efecto, la
costumbre era que la corona se llevaba el 20% de lo robado
sin invertir un solo centavo, hombre o armada. El 80% de lo robado
se dividía entre los inversionistas y los filibusteros a partes
convenidas mediante contrato antes de salir la expedición de
saqueo. La corona enviaba sus burócratas para sacar completo
el quinto real).
Mientras que venía la licencia de los gobernadores, comenzó
Hernán Cortés a prepararse para la jornada. Habló
a sus amigos y a otros muchos para ver si querían ir con él,(Cortés
no llevó soldados) y como encontró trescientos
que fuesen, compró una carabela y un bergantín que unió
a la carabela que trajo Pedro de Albarado y otro bergantín
de Diego Velásquez, y los proveyó de armas, artillería
y munición. Compró vino, aceite, habas, garbanzos y
otras cosillas. Tomó fiado a Diego Sanz, tendero, una tienda
de buhonería en setecientos pesos oro. Diego Velásquez
le dio mil castellanos de la hacienda de Pánfilo de Narváez,
que tenía en poder por su ausencia (usando indebidamente recursos
ajenos), diciendo que no tenía blanca suya; y dio a muchos
soldados (¿) que iban en la flota dinero, con obligación
de mancomún o fianzas (los filibusteros necesitaban llevar
dinero porque se les vendía la comida, las armas y las curaciones,
que ellos se obligaban a pagar con el porcentaje que les tocaba del
oro robado).
Y capitularon
ambos lo que cada uno había que hacer, ante Alonso de Escalante,
escribano público y real, el día 23 de octubre del año
18.
Escrito de su puño y letra, el biógrafo que acompañó
a Cortés, nos relata una historia amañada y tendenciosa
a favor de Cortés, pues no dice que Cortés estando en
Cuba antes de partir, ya hablaba con su gente de confianza de que
traicionaría a Diego Velásquez y entablaría trato
directo con la corona, sacándolo de la empresa
donde se habían comprometido como socios. Esta es la razón
por la cual Diego Velásquez lo mandó detener, pero Cortés
fue avisado y partió de Santiago de Barucoa el 18 de noviembre,
antes de la fecha oficial de la partida. Hernán Cortés
inicia su empresa de saqueo con la categoría
de prófugo de la ley de Cuba, y es la razón por la cual
más tarde, ordena quemar las naves en Veracruz, pues una buena
parte de la expedición habían decidido regresar a Cuba
y entregar a Cortés, para que el gobernador Velásquez
les asignara otro capitán para la expedición.
(*)GÓMARA,
Francisco López de
La conquista de México
Diligencias que hizo Cortés en armar la flota
pp 52 a 55.
Ed. De José Luis de Rojas. Crónicas de América.
Editorial Dastin, S. L. España.
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3.
"COMBATE Y TOMA DE POTONCHAN"
LA VISIÓN DEL CONQUISTADOR
Guillermo Marín.
La versión y visión de las fuentes durante casi cinco siglos se ha tomado como la verdad sobre la invasión de la corona española sobre el Cen Anáhuac. Nunca se ha cuestionado, ni la veracidad y menos la imparcialidad de estos documentos. Menos aún el valor moral y ético de esta agresión. Desde las mismas Cartas de Relación de Hernán Cortés hasta la magna obra del propio Fray Bernardino de Sahagún, están escritas con una visión unilateral y hasta con una sincera incapacidad cultural de entender una civilización que estaba mucho más avanzada que la de los invasores.
Analizaremos del texto de: Francisco López de Gómara titulado LA CONQUISTA DE MÉXICO, el capitulo titulado Combate y toma de Potonchan, página 72. Edición de José Luis de Rojas. Crónicas de América. Editorial Dastin, S.L. España.
GÓMARA,
Francisco López de
La conquista de México
Combate y toma de Potonchan
pp 72 a 75.
Ed. De José Luis de Rojas. Crónicas de América.
Editorial Dastin, S. L. España.
En esta narración nos describe el autor la épica lucha que tuvo Cortés con los pueblos originarios. El texto nunca habla de que los pueblos indígenas fueron invadidos por saqueadores, que venían a rescatar oro a través de la violencia. Constituidos como una empresa y que no eran soldados de la corona, sino aventureros en busca de fortuna fácil a través del saqueo. No se contemplan los derechos humanos de los agredidos y se da por aceptado que es correcto que un grupo armado llegue a atacar, saquear, destruir y cambiar la forma de vida, la religión y la cultura de un pueblo pacifico que nada ha hecho al agresor.
Aceptar esta brutal agresión como algo natural, permite al colonizador seguir atacando e invadiendo a otros pueblos pacíficos, sea militarmente, comercialmente o culturalmente. La invasión de Europa a América, África y Asia es un atentado a la paz mundial y al derecho internacional, lo mismo en el siglo XVI que en el XXI. El problema no es que sólo se haya dado en el siglo XVI, la tragedia que en el siglo XXI se sigue realizando este tipo de agresiones con múltiples variantes, pero que en esencia tienen como objetivo explotar a los pueblos y depredar sus recursos naturales en favor del invasor.
Volviendo al texto diremos que el autor nos relata que después de dejar Isla Mujeres y con Jerónimo de Aguilar que sabía hablar maya y español, Cortés y el grupo de filibusteros llega a lo que hoy es Champoton en el estado de Campeche y después de recuperar una de sus naves que se había perdido, pero que fue encontrada en un lugar donde existía mucha caza, pesca y agua dulce, y después de abastecerse llegaron a la bocana del Río Grijalva donde vieron un asentamiento humano.
Como Cortés venía fundamentalmente a robar oro, tenía que entrar al pueblo para saquearlo, pero los indígenas los recibieron a lo lejos con amenazas y les pidieron que se fueran, pues ya había recibido la visita de Grijalva años antes y sabían bien a que venían los filibusteros. De manera falsa Cortés se adelantó haciendo señas de paz, les habló por medio de Jerónimo de Aguilar, rogándoles los recibiesen bien, pues no venían a hacerles mal, sino a tomar agua dulce y comprar de comer, como hombres que andando por el mar, tenían necesidad de ello; por tanto, que se lo diesen, que ellos se lo pagarían muy cortésmente.
Los indígenas les llevaron comida y agua para que se fueran. Los españoles no necesitaban las provisiones, pues se acaban de abastecer, era solo un ardid para entrar al pueblo. Esto lo hizo siempre Cortés y siempre le funcionó porque para los pueblos del Anáhuac la cortesía con el viajero sigue siendo parte de su cultura. Con los aztecas cambió al decirles que él, era enviado del Rey de España y que éste era Quetzalcóatl, motivo por el cual lo recibieron como embajador a pesar que gran parte del pueblo y los dirigentes quería acabar con los invasores.
Cortés dijo que no era suficiente lo que los indígenas les regalaban diciendo que era inhumanidad dejarlos perecer de hambre y que si le escuchasen las razones por las que había venido allí, verían cuánto bien y provecho les reportaría. Replicaron los indios que no querían consejos de gente que no conocían, ni menos acogerlos en sus casas, porque les parecían hombres terribles y mandones, y que si querían agua, que la cogiesen del río o hiciesen pozos en al tierra, que así hacían ellos cuando la necesitaban. Entonces Cortés, viendo que las palabras estaban de más, (o que el engaño no funcionó) les dijo que de ninguna manera podía dejar de entrar en el lugar y ver aquella tierra, para tomar y dar relación de ella al mayor señor del mundo, (de nuevo el engaño, pues Cortés salió prófugo de la ley de Cuba y menos fue mandado directamente por el rey de España y no tenía ninguna misión de relatar nada, solo venían a robar) que allí le enviaba; por eso, que lo tuviesen por bueno, pues él lo deseaba hacer por las buenas, y si no, que se encomendaría a su Dios, a sus manos y a las de sus compañeros. Los indios no decían más que se fuesen, y no intentasen echar bravatas en tierras ajena, porque de ninguna manera le consentirían salir a ella ni entrar en su pueblo, antes bien le avisaban que si en seguida no se marchaban de allí, le matarían a él y a cuantos con él iban.
La actitud
invasiva de los españoles del siglo XVI, sobre un pueblo que
nada les había hecho, se ha seguido repitiendo durante todos
estos siglos por los países conquistadores-colonizadores: invasión
militar, financiera, económica, comercial, tecnológica,
religiosa, cultural. Se invade con ejércitos, se derrocan autoridades
locales hostiles, se cambian sistemas de gobierno tradicional
y se impone la democracia de los mercaderes, se compran
bancos, se obliga a privatizar empresas estratégicas, se obliga
a que los países quiten sus barreras arancelarias, se impide
el desarrollo tecnológico y se les vende tecnología
obsoleta y chatarra, se financia sectas religiosas para que cambien
la religión de los pueblos y se invade con modelos y paradigmas
culturales, tratando de que desechen sus tradiciones y copien la modernidad
que funciona como un Caballo de Troya.
Escribe Gómara que Cortés,
les tomó
a requerir con la paz y la buena amistad, prometiéndoles buen
tratamiento y libertad, y ofreciéndoles la noticia de cosas
tan provechosas para sus cuerpos y almas, que se tendrían por
bienaventurados después de sabidas; y que si todavía
porfiaban en ni acogerle ni admitirle, los apercibía y emplazaba
para la tarde entes de ponerse el Sol, porque pensaba, con ayuda de
su Dios, dormir en el pueblo aquella noche, a pesar y daño
de los moradores, que rehusaban su buena amistad y conversación
y la paz. Todo parecido con el discurso del Presidente Bush
de Estados Unidos ante la invasión de Irak es una realidad
que se ha repetido a partir de que los mercaderes se
han apoderado del mundo a través de los salvajes y guerreros
pueblos noreuropeos.
Como por supuesto los indígenas no se rindieron a las amenazas y promesas de Cortés, los españoles atacaron el pueblo por dos frentes y los indígenas se defendieron valientemente. El mismo autor señala que a pesar de que al principio los indígenas se impresionaron por las armas y caballos de los españoles, siguieron combatiendo arduamente hiriendo a veinte invasores. Finalmente los españoles lograron entrar el pueblo Los españoles escudriñaron las casas, (entiéndase, allanaron para saquear) y no hallaron más que maíz y gallipavos, y algunas cosas de algodón, y poco rastro de oro, (que era su objetivo y razón de invadir) pues no había dentro más que cuatrocientos hombres de guerra defendiendo el lugar. Se derramó mucha sangre de indios en la toma de ese lugar, por pelear desnudos; los heridos fueron muchos y cautivos quedaron pocos; los muertos no se contaron. Cortés se aposentó en el templo de los ídolos con todos los españoles, y cupieron muy a placer, porque tiene un patio y unas salas muy buenas y grandes. Durmieron allí aquella noche con buena guarda, como en casa de enemigos, más los indios no se atrevieron a nada. De esa manera se tomó Potonchan, que fue la primera ciudad que Hernán Cortés ganó por la fuerza en lo que descubrió y conquistó.
Este es el inicio de lo que siguió haciendo la banda de delincuentes hasta hacer lo mismo con Tenochtitlán, y se ha venido repitiendo a lo largo de estos casi cinco siglos de invasión y colonización. La forma externa cambia con el tiempo, pero el fondo sigue siendo el mismo. Invadir a un pueblo, explotarlo y depredar sus recursos naturales a través de quitarle su cultura, su memoria histórica y su identidad.
Esto se ha logrado gracias a la colonización mental y espiritual que hemos sufrido. Que nos han impuesto y que hemos aceptado sumisamente la versión y visón del invasor-colonizador. La llegada de los europeos al Anáhuac significó una catástrofe humana. Se cometieron crímenes de lesa humanidad. De un golpe brutal se trató de amputar una civilización milenaria. Se destruyeron y persiguieron nuestras milenarias instituciones, leyes y autoridades. En su lugar se impusieron: leyes, instituciones y autoridades COLONIALES, que no tenían como objetivo el desarrollo integral de los pueblos invadidos, por el contrario, solo regulaban entre españoles la explotación de los indígenas y sus recursos naturales. Los indígenas, los vencidos, no tenían ningún derecho.
El problema
es que la sociedad colonial de nuestros días sigue aceptando
a las fuentes como la base y verdad histórica
de lo que sucedió en la invasión. Esto valida la estructura
colonial de las relaciones entre los venceros y vencidos que se mantiene
hasta nuestros días. La verdad hace libres a los seres humanos
y a los pueblos.
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4.
EL INICIO DEL COMERCIO INTERNACIONAL
Y LA GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA.
Guillermo Marín.
La historia de la conquista del Anáhuac y el Tawantinsuyo (Norte América y Sur América respectivamente en sus lenguas originarias) la han escrito los vencedores. Se ha construido a lo largo de estos 500 años un inmenso monumento a la barbarie, la injusticia y el despojo, a través de los historiadores oficiales, como fueron los mismos conquistadores y misioneros que nunca intentaron conocer al otro, pues sus ambiciones y sus incapacidades culturales y humanas, les imposibilitaba hacerlo. Los conquistadores y colonizadores, dado que era la gente más baja, criminal, ignorante y aventurera de España. Por desgracia llegó muy poca gente de España de la calidad humana de Fray Bartolomé de las Casas o de Gonzalo Guerrero. La chusma que llegó fueron los más pobres, miserables y codiciosos de una España que acababa de terminar La Guerra de Reconquista. Gente que venía con intenciones criminales al despojo para hacerse ricos a cualquier precio.
Esto es muy importante tomarlo en cuenta, pues esta clase de gente fue la que puso los cimientos de nuestra sociedad actual. Las relaciones sociales, políticas, culturales, nacieron de la injusticia, la negación de los derechos de las mayorías, del manejo del poder de manera autocrática y de la hipocresía. Los conquistadores-colonizadores por su ambición desmedida de la riqueza y los misioneros por su fanatismo religioso que, con sus muy contadas excepciones, les impidió conocer y tratar de entender una civilización más elevada que la suya.
De esta manera, a los hijos de los hijos de Los Viejos Abuelos, desde el inicio del Siglo XVI se nos ha querido amputar nuestra milenaria memoria histórica. Haciéndonos pensar que los aztecas y los incas, fueron las culturas superiores y de mayor esplendor y que fueron vencidas por una ostensible superioridad cultural. Que un puñado de heroicos y humanistas descubridores y civilizadores, lograron gracias al valor y la superioridad tecnológica (armamento) de unos cuantos soldados, vencer a cientos de miles de infieles adoradores del Satanás, que mantenían una injusta y sanguinaria sociedad esclavizada.
En los cimientos de las democracias bananeras construidas por los Criollos de la mayoría de los países de la llamada América Latina, se encuentra esta verdad oficial. Los pueblos originarios y sus culturas se oponen al desarrollo y la democracia de las familias Criollas en el poder, que ven en ellos, solo carne de cañón para engrosar los ejércitos de peones, empleados y servidumbre. Solo ven en sus recursos naturales una fuente gratis de riqueza, y en sus milenarias culturas un atraso a la modernización del país. Entiéndase como modernización, la copia ciega de modelos de consumo y formas de vivir, que son ajenas y nocivas a la cultura y al pueblo.
Esta visión oficial de la historia de la Conquista se sustenta en Las Fuentes, pomposa forma de llamar a los relatos, llenos de mentiras e imprecisiones, de los filibusteros que azotaron nuestras tierras y nuestras culturas. En esta ocasión analizaremos del texto La Conquista de México de Francisco López de Gómera, del capítulo titulado Descubrimiento de Nueva España, páginas 47-52. La forma en la que se aprecia claramente como los españoles venían solo a saquear las riquezas a través de un comercio pirata y fraudulento, base del actual comercio internacional, o a tomar lo que no era suyo por medio de las armas. Desnuda el texto, esta hipócrita falacia del heroísmo y altruismo de los conquistadores que vinieron a lo que hoy llamamos América a descubrir, fundar, civilizar y cristianizar.
Francisco Hernadez de Córdobs descubrió Yucatán, según ya contamos en otra parte, yendo por indios o a rescatar,
[Entiéndase, a secuestrar personas o robar riqueza, sea a través de las armas o a través de las baratijas que intercambiaban*] en tres navíos que armaron con él, Cristóbal Morante y Lope Ochoa de Caicedo, [entiéndase, que se asociaron para formar una empresa para acrecentar el capital a través del despojo y la violencia*] en el año 17 [1517*].
El cual aunque no trajo más que heridas del descubrimiento, trajo relación de cómo aquella tierra era rica en oro y plata, y la gente vestida. Diego Velásquez, que gobernaba la isla de Cuba, envió luego, al año siguiente, a Juan de Grijalva, sobrino suyo, con doscientos españoles en cuatro navíos, pensando ganar mucha plata y oro, por las cosas de rescate que enviaba, a donde Francisco Hernández decía. Fue, pues, Juan de Grijalva a Yucatán, peleó con los de Champoton, y salió herido.
[Aquí el cronista español no le interesa ponderar que los seres humanos que vivían pacíficamente en Yucatán y Champoton fueron invadidos y agredidos en pos de saquear lo que era suyo, pero que los españoles lo querían. Este principio de tomar del otro lo que quiero, por medio de las armas o de un comercio injusto, fue y ha seguido siendo la norma social y cultural, primero de los conquistadores, luego de los colonizadores y ahora de las empresas trasnacionales. Este es el punto fundamental para rechazar Las Fuentes como primera verdad inobjetable de la historia de nuestra nación*]
Entró en el río Tabasco, que llaman por esto Grijalva, en el cual rescató, por cosa de poco valor, mucho oro, ropa de algodón, y lindas cosas en pluma. [Entiéndase por rescatar intercambiar de una manera alevosa objetos de poco valor para los españoles, por objetos de valor de los indígenas. Esto se sigue haciendo desde las grandes cadenas de tiendas trasnacionales hasta la venta de chucherias tecnológicas, pasando por la industria alimenticia, los laboratorios y los artículos de la vida moderna. Esta cultura colonial, los Criollos la aplican a los mestizos y ambos a los pueblos indígenas. La cultura colonial del despojo al más débil es la divisa de nuestros países y de nuestras sociedades. Para lograr sociedades más justas y humanizadas necesitamos descolonizar nuestra historia y conocer el origen de nuestros males.*]
Estuvo en San Juan de Ulúa; tomó posesión de aquella tierra por el Rey en nombre de Diego Velásquez, y cambió su mercancía por piezas de oro, mantas de algodón y plumajes; y si se hubiera dado cuenta de esta bondad, hubiera poblado en tan rica tierra, como le rogaron sus compañeros, y hubiese sido lo que fue Cortés; [Observe como se dice tan fácil tomó posesión de aquella tierra-. Lo que implica este eufemismo es el vil despojo a nombre de la ley del poderoso. La falta total del derecho del otro. Como se ha visto en estos cinco siglos de colonización, se sigue tomando posesión de tierras, aguas, montañas y hasta de las personas de las culturas autóctonas y sus descendientes culturales, sin respeto a ningún derecho humano o cultural.*]
Rescate que obtuvo Juan de Grijalva
Rescató
Juan de Grijalva con los indios de Potochan, San Juan de Ulúa
y otros lugares de aquella costa tantas y tales cosas, que hubieran
querido los de su compañía quedarse allá, y por
tan poco precio, que se hubieran alegrado de feriar con ellos cuanto
llevaban.
Valía más la obra de muchas que el material. Consiguió,
en fin, lo siguiente:
Un idolillo
de oro, hueco.
Otro idolejo de lo mismo, con cuernos y cabellera, que tenía
un sartal al cuello, un mascador en la mano, y una piedrecita por
ombligo.
Una especie de patena de oro delgada, y con algunas piedras engastadas.
Un casquete de oro, con dos cuernos y cabellera negra.
Veintidós arracadas de oro, cada una con tres colgantes de
lo mismo.
Otras tantas arracadas de oro, y más pequeñas.
Cuatro ajorcas de oro muy anchas.
Un escarcelón delgado de oro.
Una sarta de cuentas de oro huecas, y con una rana de ello bien hecha.
Otra sarta de lo mismo con un leoncito de oro.
Un par de zarcillos de oro grande.
Dos aguilitas de oro bien vaciadas.
Un salerillo de oro.
Dos zarcillos de oro y turquesa, cada uno con ocho colgantes.
Una gargantilla para mujer, de doce piezas, con 24 colgantes de piedra.
Un collar de oro grande.
Otros siete collares de oro con piedras.
Cuatro zarcillos con hoja de oro.
Veinte anzuelos de oro, con los que pescaban.
Dos granos de oro, que pesaban 50 ducados.
Una trenza de oro.
Planchuelas delgadas de oro.
Una olla de oro.
Un ídolo de oro, hueco y delgado.
Algunas bronchas delgadas de oro.
Nueve cuentas de oro huecas, con su extremo.
Dos sartas de cuentas doradas.
Otra sarta de palo dorado, con canutillos de oro.
Una tacita de oro, con ocho piedras preciosas moradas y 23 de otros
colores
Un espejo de dos aras, guarnecido de oro.
Cuatro cascabeles de oro.
Una salserita delgada de oro.
Un botecito de oro.
Algunos collarcitos de oro, que valían poco, y algunas arracadillas
de oro de pobres.
Una especie de manzana hueca de oro.
Cuarenta hachas de oro, con mezcla de cobre, que valían hasta
dos mil quinientos ducados.
|Todas las piezas que son necesarias para armar un hombre, de oro
delgado.
Una armadura de palo, con hojas de oro y piedrecitas negras.
Un penachuelo de cuero y oro.
Cuatro armaduras de palo para las rodillas, cubiertas de hoja de oro.
Dos escarcelones de madera, con hoja de oro.
Dos rodelas de oro y plumas.
Un plumaje grande de colores, con una avecica en medio al natural.
Un abanico de oro y plumas.
Dos mascadores de plumas.
Dos cantaritos de alabastro, llenos de diversas piedras finas, y entre
ellas una que valió dos mil ducados.
Algunas cuentas de estaño.
Cinco sartas de cuenta de barro, redondas y cubiertas de hojas de
oro delgada.
Ciento treinta cuentas huecas de oro.
Otros muchos sartales de palo y barro dorado.
Otras muchas cuentas doradas.
Unas tijeras de palo dorado.
Dos máscaras doradas.
Una máscara de mosaico con oro.
Cuatro máscaras de madera doradas, de las cuales una tenía
dos varas derechas de mosaico con turquesillas, y otras e lo mismo,
aunque con más oro.
Otra era del mismo mosaico de la nariz arriba, y la otra de los ojos
arriba.
Cuatro platos de palo, cubiertos de hoja de oro.
Una cabeza de perro, cubierta de piedrecitas.
Otra cabeza de animal, de piedra guarecida de oro, con su corona y
cresta y dos colgantes, todo ello de oro más delgado.
Cinco pares de zapatos como esparteñas.
Tres cueros encarnados.
Siete navajas de pedernal, para sacrificar.
Dos escudillas de palo pintadas, y un jarro.
Una ropilla con medias mangas de pluma de colores, muy graciosa.
Una especie de peinador muy fino de algodón.
Una manta grande y fina de plumas.
Muchas mantas delgadas de algodón.
Otras muchas mantas groseras de algodón.
Dos tocas o almaizales de buen algodón.
Muchos pinetes de suave olor.
Mucho ají y otras frutas.
Trajo además de esto, una mujer que le dieron, y algunos hombres
que cogió; por uno de los cuales le daban lo que pesase en
oro, y no lo quiso dar.
[Esclavitud y secuestro podemos entender en este enunciado. Como puede leer la grandeza de esta riqueza fue comercializada por unas cantas baratijas, esencia y raíz del comercio actual*]
Trajo también noticias de que había amazonas en ciertas islas, y muchos lo creyeron espantados de las cosas que traía rescatadas por tan bajísimo precio, pues no le habían costado todas ellas más que:
Seis
camisas de lienzo basto.
Cinco turbantes.
Tres sargaüelles.
Cinco servillas de mujer.
Cinco cintas anchas de cuero, bordadas de hilado de colores, con sus
bolsas y yesqueros.
Muchas bolsitas de badana.
Muchas agujetas de un herrete y de dos.
Seis espejos doradillos. Cuatro medallas de vidrio.
Dos mil cuentas de vidrio, que tuvieron por finas.
Cien sartas de cuentas de muchos colores.
Veinte peines, que estimaron en mucho.
Seis tijeras, que les agradaron.
Quince cuchillos, grandes y pequeños.
Mil agujas de coser y dos mil alfileres.
Ocho alpargatas.
Unas tenazas y martillo.
Siete caperuzas de color.
Tres sayos de colores, guarecidos con jirones.
Un sayo de frisa con caperuza. Un sayo de terciopelo verde traído,
con un gorra de terciopelo.
[Como se aprecia en el texto, el desprecio por el otro es inmenso. Se le dan cosas baratas por caras. Se parte de que se le esta engañando y no de que se están intercambiando objetos desconocidos para las dos culturas. El mismo autor dice que el trabajo en oro y plata, era más valioso que el metal, aunque todos esos maravillosos trabajos fueron fundidos para hacer lingotes. En el Siglo XVI se establecen las bases de lo que es el comercio internacional de nuestros tiempos.*]