La historia de la conquista del Anáhuac y el Tawantinsuyo (Norte América y Sur América respectivamente en sus lenguas originarias) la han escrito los vencedores. Se ha construido a lo largo de estos 500 años un inmenso monumento a la barbarie, la injusticia y el despojo, a través de los “historiadores oficiales”, como fueron los mismos conquistadores y misioneros que nunca intentaron conocer “al otro”, pues sus ambiciones y sus incapacidades culturales y humanas, les imposibilitaba hacerlo.
Los conquistadores y colonizadores, dado que era la gente más baja, criminal, ignorante y aventurera de España. Por desgracia llegó muy poca gente de España de la calidad humana de Fray Bartolomé de las Casas o de Gonzalo Guerrero. La chusma que llegó fueron los más pobres, miserables y codiciosos de una España que acababa de terminar La Guerra de Reconquista. Gente que venía con intenciones criminales al despojo para hacerse ricos a cualquier precio.
Esto es muy importante tomarlo en cuenta, pues “esta clase de gente” fue la que puso los cimientos de nuestra sociedad actual. Las relaciones sociales, políticas, culturales, nacieron de la injusticia, la negación de los derechos de las mayorías, del manejo del poder de manera autocrática y de la hipocresía. Los conquistadores-colonizadores por su ambición desmedida de la riqueza y los misioneros por su fanatismo religioso que, con sus muy contadas excepciones, les impidió conocer y tratar de entender una civilización más elevada que la suya.
De esta manera, a los hijos de los hijos de Los Viejos Abuelos, desde el inicio del Siglo XVI se nos ha querido amputar nuestra milenaria memoria histórica. Haciéndonos pensar que los aztecas y los incas, fueron las culturas superiores y de mayor esplendor y que fueron vencidas por una ostensible superioridad cultural. Que un puñado de heroicos y humanistas “descubridores y civilizadores”, lograron gracias al valor y la superioridad tecnológica (armamento) de unos cuantos “soldados”, vencer a cientos de miles de infieles adoradores del Satanás, que mantenían una injusta y sanguinaria sociedad esclavizada.
En los cimientos de las “democracias bananeras” construidas por los Criollos de la mayoría de los países de la llamada América Latina, se encuentra esta “verdad oficial”. Los pueblos originarios y sus culturas se oponen al desarrollo y la democracia de las familias Criollas en el poder, que ven en ellos, solo carne de cañón para engrosar los ejércitos de peones, empleados y servidumbre. Solo ven en sus recursos naturales una fuente gratis de riqueza, y en sus milenarias culturas un atraso a la “modernización del país”. Entiéndase como “modernización”, la copia ciega de modelos de consumo y formas de vivir, que son ajenas y nocivas a la cultura y al pueblo.
Esta visión oficial de la historia de la Conquista se sustenta en “Las Fuentes”, pomposa forma de llamar a los relatos, llenos de mentiras e imprecisiones, de los filibusteros que azotaron nuestras tierras y nuestras culturas. En esta ocasión analizaremos del texto “La Conquista de México” de Francisco López de Gómera, del capítulo titulado “Descubrimiento de Nueva España”, páginas 47-52. La forma en la que se aprecia claramente como los españoles venían solo a saquear las riquezas a través de un comercio pirata y fraudulento, base del actual comercio internacional, o a tomar lo que no era suyo por medio de las armas. Desnuda el texto, esta hipócrita falacia del heroísmo y altruismo de los conquistadores que vinieron a lo que hoy llamamos América a “descubrir, fundar, civilizar y cristianizar”.
“Francisco Hernadez de Córdobs descubrió Yucatán, según ya contamos en otra parte, yendo por indios o a rescatar, [Entiéndase, a secuestrar personas o robar riqueza, sea a través de las armas o a través de las baratijas que intercambiaban*] en tres navíos que armaron con él, Cristóbal Morante y Lope Ochoa de Caicedo, [entiéndase, que se asociaron para formar una empresa para acrecentar el capital a través del despojo y la violencia*] en el año 17 [1517*].
El cual aunque no trajo más que heridas del descubrimiento, trajo relación de cómo aquella tierra era rica en oro y plata, y la gente vestida. Diego Velásquez, que gobernaba la isla de Cuba, envió luego, al año siguiente, a Juan de Grijalva, sobrino suyo, con doscientos españoles en cuatro navíos, pensando ganar mucha plata y oro, por las cosas de rescate que enviaba, a donde Francisco Hernández decía. Fue, pues, Juan de Grijalva a Yucatán, peleó con los de Champoton, y salió herido.
[Aquí el cronista español no le interesa ponderar que los seres humanos que vivían pacíficamente en Yucatán y Champoton fueron invadidos y agredidos en pos de saquear lo que era suyo, pero que los españoles lo querían. Este principio de tomar “del otro” lo que quiero, por medio de las armas o de un comercio injusto, fue y ha seguido siendo la norma social y cultural, primero de los conquistadores, luego de los colonizadores y ahora de las empresas trasnacionales. Este es el punto fundamental para rechazar Las Fuentes como “primera” verdad inobjetable de la historia de nuestra nación*]
Entró en el río Tabasco, que llaman por esto Grijalva, en el cual rescató, por cosa de poco valor, mucho oro, ropa de algodón, y lindas cosas en pluma. [Entiéndase por “rescatar” intercambiar de una manera alevosa objetos de poco valor para los españoles, por objetos de valor de los indígenas. Esto se sigue haciendo desde las grandes cadenas de tiendas trasnacionales hasta la venta de chucherias tecnológicas, pasando por la industria alimenticia, los laboratorios y los artículos de “la vida moderna”. Esta “cultura colonial”, los Criollos la aplican a los mestizos y ambos a los pueblos indígenas. La cultura colonial del despojo al más débil es la divisa de nuestros países y de nuestras sociedades. Para lograr sociedades más justas y humanizadas necesitamos descolonizar nuestra historia y conocer el origen de nuestros males.*]
Estuvo en San Juan de Ulúa; tomó posesión de aquella tierra por el Rey en nombre de Diego Velásquez, y cambió su mercancía por piezas de oro, mantas de algodón y plumajes; y si se hubiera dado cuenta de esta bondad, hubiera poblado en tan rica tierra, como le rogaron sus compañeros, y hubiese sido lo que fue Cortés; [Observe como se dice tan fácil –tomó posesión de aquella tierra-. Lo que implica este eufemismo es el vil despojo a nombre de la ley del poderoso. La falta total del derecho del “otro”. Como se ha visto en estos cinco siglos de colonización, se sigue “tomando posesión” de tierras, aguas, montañas y hasta de las personas de las culturas autóctonas y sus descendientes culturales, sin respeto a ningún derecho humano o cultural.*]
Rescate que obtuvo Juan de Grijalva
Rescató Juan de Grijalva con los indios de Potochan, San Juan de Ulúa y otros lugares de aquella costa tantas y tales cosas, que hubieran querido los de su compañía quedarse allá, y por tan poco precio, que se hubieran alegrado de feriar con ellos cuanto llevaban.
Valía más la obra de muchas que el material. Consiguió, en fin, lo siguiente:
Un idolillo de oro, hueco.Otro idolejo de lo mismo, con cuernos y cabellera, que tenía un sartal al cuello, un mascador en la mano, y una piedrecita por ombligo.Una especie de patena de oro delgada, y con algunas piedras engastadas.Un casquete de oro, con dos cuernos y cabellera negra.Veintidós arracadas de oro, cada una con tres colgantes de lo mismo.Otras tantas arracadas de oro, y más pequeñas.Cuatro ajorcas de oro muy anchas.Un escarcelón delgado de oro.Una sarta de cuentas de oro huecas, y con una rana de ello bien hecha.Otra sarta de lo mismo con un leoncito de oro.Un par de zarcillos de oro grande.Dos aguilitas de oro bien vaciadas.Un salerillo de oro.Dos zarcillos de oro y turquesa, cada uno con ocho colgantes.Una gargantilla para mujer, de doce piezas, con 24 colgantes de piedra.Un collar de oro grande.Otros siete collares de oro con piedras.Cuatro zarcillos con hoja de oro.Veinte anzuelos de oro, con los que pescaban.Dos granos de oro, que pesaban 50 ducados.Una trenza de oro.Planchuelas delgadas de oro.Una olla de oro.Un ídolo de oro, hueco y delgado.Algunas bronchas delgadas de oro.Nueve cuentas de oro huecas, con su extremo.Dos sartas de cuentas doradas.Otra sarta de palo dorado, con canutillos de oro.Una tacita de oro, con ocho piedras preciosas moradas y 23 de otros coloresUn espejo de dos aras, guarnecido de oro.Cuatro cascabeles de oro.Una salserita delgada de oro.Un botecito de oro.Algunos collarcitos de oro, que valían poco, y algunas arracadillas de oro de pobres.Una especie de manzana hueca de oro.Cuarenta hachas de oro, con mezcla de cobre, que valían hasta dos mil quinientos ducados.|Todas las piezas que son necesarias para armar un hombre, de oro delgado.Una armadura de palo, con hojas de oro y piedrecitas negras.Un penachuelo de cuero y oro.Cuatro armaduras de palo para las rodillas, cubiertas de hoja de oro.Dos escarcelones de madera, con hoja de oro.Dos rodelas de oro y plumas.Un plumaje grande de colores, con una avecica en medio al natural.Un abanico de oro y plumas.Dos mascadores de plumas.Dos cantaritos de alabastro, llenos de diversas piedras finas, y entre ellas una que valió dos mil ducados.Algunas cuentas de estaño.Cinco sartas de cuenta de barro, redondas y cubiertas de hojas de oro delgada.Ciento treinta cuentas huecas de oro.Otros muchos sartales de palo y barro dorado.Otras muchas cuentas doradas.Unas tijeras de palo dorado.Dos máscaras doradas.Una máscara de mosaico con oro.Cuatro máscaras de madera doradas, de las cuales una tenía dos varas derechas de mosaico con turquesillas, y otras e lo mismo, aunque con más oro.Otra era del mismo mosaico de la nariz arriba, y la otra de los ojos arriba.Cuatro platos de palo, cubiertos de hoja de oro.Una cabeza de perro, cubierta de piedrecitas.Otra cabeza de animal, de piedra guarecida de oro, con su corona y cresta y dos colgantes, todo ello de oro más delgado.Cinco pares de zapatos como esparteñas. Tres cueros encarnados.Siete navajas de pedernal, para sacrificar.Dos escudillas de palo pintadas, y un jarro.Una ropilla con medias mangas de pluma de colores, muy graciosa. Una especie de peinador muy fino de algodón.Una manta grande y fina de plumas.Muchas mantas delgadas de algodón.Otras muchas mantas groseras de algodón.Dos tocas o almaizales de buen algodón.Muchos pinetes de suave olor.Mucho ají y otras frutas.
Trajo además de esto, una mujer que le dieron, y algunos hombres que cogió; por uno de los cuales le daban lo que pesase en oro, y no lo quiso dar.
[Esclavitud y secuestro podemos entender en este enunciado. Como puede leer la grandeza de esta riqueza fue “comercializada” por unas cantas baratijas, esencia y raíz del comercio actual*]
Trajo también noticias de que había amazonas en ciertas islas, y muchos lo creyeron espantados de las cosas que traía rescatadas por tan bajísimo precio, pues no le habían costado todas ellas más que:
Seis camisas de lienzo basto.Cinco turbantes.Tres sargaüelles.Cinco servillas de mujer.Cinco cintas anchas de cuero, bordadas de hilado de colores, con sus bolsas y yesqueros.Muchas bolsitas de badana.Muchas agujetas de un herrete y de dos.Seis espejos doradillos. Cuatro medallas de vidrio.Dos mil cuentas de vidrio, que tuvieron por finas.Cien sartas de cuentas de muchos colores.Veinte peines, que estimaron en mucho.Seis tijeras, que les agradaron.Quince cuchillos, grandes y pequeños.Mil agujas de coser y dos mil alfileres. Ocho alpargatas. Unas tenazas y martillo.Siete caperuzas de color.Tres sayos de colores, guarecidos con jirones.
Un sayo de frisa con caperuza. Un sayo de terciopelo verde traído, con un gorra de terciopelo.
[Como se aprecia en el texto, el desprecio por “el otro” es inmenso. Se le dan cosas baratas por caras. Se parte de que se le esta engañando y no de que se están intercambiando objetos desconocidos para las dos culturas. El mismo autor dice que el trabajo en oro y plata, era más valioso que el metal, aunque todos esos maravillosos trabajos fueron fundidos para hacer lingotes. En el Siglo XVI se establecen las bases de lo que es “el comercio internacional de nuestros tiempos.*]
(*) “La Conquista de México” de Francisco López de Gómera, del capítulo titulado “Descubrimiento de Nueva España”