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OAXACA: Chimalapas. La destrucción de la selva

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Roselia Chaca / El Universal
El aserrín sobre los mutilados pinos aún estaba fresco, no más de nueve días para ser preciso. Los tablones tirados sobre el suelo indicaban sorpresa, la de los taladores. Huyeron y dejaron las pruebas del delito: tala en uno de los pulmones naturales que posee México, la selva de Los Chimalapas, localizada en el sur de Oaxaca y los límites con Chiapas.

Los manchones de árboles cortados en el predio El Quebrachal, dentro de los Bienes Comunales de San Miguel Chimalapa, simulaban pequeños aserraderos clandestinos de invasores chiapanecos que los comuneros zoques de San Antonio y Benito Juárez denuncian desde hace más de cinco décadas. El difícil acceso a la zona es ideal para la creación de estos aserraderos y para el tráfico de migrantes centroamericanos, ya que el camino es de terracería en más de 40 kilómetros, desde la carretera Panamericana, además de que carece de vigilancia policiaca de Chiapas o de Oaxaca y tampoco hay presencia del Ejército.

La mañana del viernes una comisión de 10 comuneros oaxaqueños acompañaron a tres inspectores y al subdelegado de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), Héctor Miranda, a recorrer 10 puntos talados en El Quebrachal. En la inspección se contabilizaron más de 60 árboles derribados de dimensiones que van de 35 a 75 centímetros de diámetro en un perímetro aún no cuantificado. En la mitad de esos aserraderos se localizaron los árboles aún sin ser aprovechados, lo que calificó la Profepa como un delito federal por estar dentro de una reserva y en conflicto agrario.

En uno de esos aserraderos el 29 de septiembre fue sorprendido con una motosierra Ángel López, agente municipal de la comunidad chiapaneca Rodulfo Figueroa (Belisario Domínguez para Chiapas), derribando pinos, por lo que fue trasladado hasta San Antonio, donde estuvo retenido nueve días por el pueblo zoque. Mientras los inspectores realizaban la cuantificaciones de los daños ambientales, a media hora de esta reserva ecológica, en la comunidad de San Antonio, en una vivienda de madera con paneles solares, dos ex militares convertidos en pilotos de un helicóptero propiedad del gobierno de Oaxaca y dos funcionarios públicos esperaban su liberación.

Por siete días estuvieron retenidos después de que llegaron en el helicóptero hasta la zona para llevarse detenido al talamonte chiapaneco, pero no contaron con la molestia de los comuneros chimas, quienes también los retuvieron.

Emilio Olivo Gómez es un ex militar con 46 años de servicio, de los cuales 26 ha estado al servicio del gobierno de Oaxaca, por lo que no es la primera vez que lo retienen, así que intentaba tomar las cosas de manera relajada, pero no así el fiscal adscrito a la Vicefiscalía Regional de Justicia del Istmo, Juan Carlos García Salud, originario de Tehuantepec.

Juan Carlos, con su primera retención en más de 10 años de servicio público, confiesa: “Esta situación me ha estresado; aunque no nos hicieron nada y nunca nos amenazaron, tampoco dieron las condiciones para estar bien; si fuera por ellos, no hubiéramos comido; nosotros tuvimos que contratar los servicios de una familia para sobrevivir. “No me quejo, porque es mi trabajo y sabía el riesgo que representaba venir, ni modo, son gajes del oficio”, comenta mientras oculta su rostro con una gorra oficial. En la misma condición estuvieron el piloto José Álvaro Mora Morales y el comandante de la Agencia de Investigaciones Sector Oriente, Esau Trujillo Gómez, hasta que el gobierno del estado logró su liberación.

Pulmón de México
La selva de Los Chimalapas se ubica en el centro del Istmo de Tehuantepec, este último localizado al sureste de la capital de Oaxaca. De acuerdo con Maderas del Pueblo del Sureste AC, Los Chimalapas es “una de las 200 áreas prioritarias de biodiversidad a nivel mundial. Con porciones en los estados de Chiapas (El Ocote) y Veracruz (Uxpanapa), es una de las cuatro reservas bióticas más importantes del territorio nacional. La biodiversidad es compleja en esta zona, pues cuenta con selvas alta, mediana y baja, así como bosques de niebla, de pino y de encino. “Una hectárea no perturbada de la selva de Los Chimalapas alberga hasta 900 especies vegetales y más de 200 especies animales; se puede decir que esta selva tiene más biodiversidad que Estados Unidos y Canadá.”, explica el texto Alternativas de Desarrollo Sustentable para el Istmo de Tehuantepec que publica en su portal el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social Unidad Golfo.
Esta riqueza despierta la ambición de gobiernos, empresas campesinos, ejidatarios, comuneros, pequeños propietarios y extranjeros, lo que explica las invasiones constantes, la deforestación y las confrontaciones entre zoques oaxaqueños y tzotziles y zoques chiapanecos.

En agosto de 2006, el Fondo Mundial para la Conservación de la Naturaleza señaló en un estudio que entre las amenazas para la selva se encontraban la deforestación, los incendios forestales, la sobreexplotación de recursos, la cacería de ilícitos y los conflictos agrarios, entre otras.

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