El desafío no está en volver a un pasado mitificado e inexistente, ni a rescatar a los pueblos que llaman originarios de la voracidad del mercado y la modernidad, para preservar una memoria histórica que no poseen. Porque la gente común de las comunidades anahuacas, indígenas u originarias, en el plano consciente no poseen los conocimientos de su milenaria historia, cuando más, saben lo que les enseñaron los maestros del nivel de educación indígena de la SEP, con el libro de texto. Ellos viven la tradición y la costumbre, pero no realizan complejas elucubraciones epistémicas sobre su tradición filosófica.
Esta sabiduría ancestral tampoco se descubre en un cubículo leyendo profundas tesis, en general, de extranjeros, para escribir un texto que ilumine y salve al pueblo, de su ignorancia de sí mismo. Menos aún a través de danzas y rituales chamánicos. El desafío es mucho más profundo y difícil porque pretende recuperar el conocimiento y la sabiduría que está vivo en nosotros mismos.
La forma de interpretar la vida, la muerte, la familia, la Madre Tierra, la comunidad, el trabajo, la felicidad, el arte, lo desconocido, lo sacro y lo divino, está fundamentado en una sabiduría ancestral, que forma el cimiento más sólido de lo que somos. Seamos indígenas o mestizos, rurales o urbanos, letrados o analfabetos. No se puede ocultar, que tenemos una delicada capa de otras culturas, que nos hace más o menos intensos a nuestra esencia identitaria, pero que, en los momentos críticos, sale de nuestras profundidades telúricas la esencia más pura de lo que somos, como en los grandes terremotos o las tragedias nacionales.
El drama de la colonización, es que en el plano consciente opera la capa superior, según la época, como españoles, franceses o norteamericanos, pero en la esencia, somos anahuacas. Se requiere entonces, descolonizar la memoria histórica y la identidad cultural ancestral. Conocer en especial el pensamiento generador, la episteme estructural de nuestra civilización. Nos referimos a lo que se conoce en lengua náhuatl como Toltecáyotl, pero que, en cada cultura y en cada lengua tiene su nombre propio.
Se requiere conocer la sabiduría ancestral de nuestra civilización Madre, para poder superar la colonización. Comenzando con reconocernos como anahuacas, no como mexicanos. Saber que esta tierra desde milenios se ha llamado Anáhuac. Se requiere recuperar comunitariamente todos los fragmentos de esa sabiduría que siguen ahí, directamente en el plano de nuestra cotidianidad dándonos un rostro y un corazón, pero que no los concientizamos. Se requiere armar este inmenso rompecabezas que esta esparcido en nuestros corazones y nuestras conciencias a todo lo largo y ancho del país.
Se necesita activar al Quetzalcóatl interior que todos poseemos; como los hindúes mantienen a Krisna o los chinos a Lao Tse, en su vida diaria. Requerimos una estructura de pensamiento en el que fluya nuestra milenaria sabiduría, que es, la principal y más valida herencia cultural. Nuestro legado ancestral.
Necesitamos llenar de contenido tolteca, nuestros conceptos del mundo contemporáneo, nuestras aspiraciones más genuinas, nuestros usos y costumbres. Se requiere recuperar una narrativa tolteca en la que nos reconozcamos como actores protagónicos. Requerimos recuperar la ideología de la esencia de la vida de nuestros milenarios abuelos toltecas. Aquellos que inventaron el maíz, la milpa, el nepohualtzintzin, la cuenta perfecta del tiempo, la democracia participativa, el sistema educativo, los que construyeron el mayor número de pirámides del mundo antiguo, como centros de investigación y sabiduría.
Requerimos, sacar de lo profundo de nosotros mismos, el Arte de Vivir en Equilibrio, llenar nuestros espacios físicos y espirituales de flor y canto. Requerimos espejos humeantes para conocer la verdadera realidad. Aperturar de nuevo una educación para la vida. Despertar de la Tierra a sus jaguares y a sus águilas, para luchar por un mundo en armonía, amor y respeto. Encontrar el camino de la sabiduría que nos conduzca, de nuevo, a la plenitud armónica. Necesitamos volver a ser dueños de nosotros mismos, de nuestros corazones, de nuestras palabras verdaderas, de nuestros sueños luminosos. Necesitamos urgentemente volver a ser hermanos de los árboles, las montañas, los ríos, los mares, las estrellas y de todos nuestros hermanos, con los que compartimos la vida sobre el vientre enorme de nuestra Madre Querida, Tonantzin.
Este es el verdadero desafío de todos los hijos del Anáhuac. Porque no son la esencia, no es lo fundamental las lenguas, los rituales, las danzas, la música, las alabanzas, la escenografía y el vestuario. Son parte importante, pero no lo es todo. Nos falta la esencia, lo que le da sentido a todo. Lo que conecta como un fractal de fractales todo cuanto somos, hacemos y sentimos. Se requiere la sabiduría, el conocimiento que nos hace humanos, solidarios y fraternos con todos los seres vivos, y nos permite la conciencia.
Necesitamos recuperar el conocimiento ancestral del significado de la vida, del estar vivo y la trascendencia de la existencia. Conocer a profundidad el ser que va a morir. En síntesis, conocer la filosofía de los toltecas, la Toltecáyotl.
Educayotl AC. "Educar para el futuro con la sabiduría del pasado. No se puede iniciar la descolonización, con los las ideas y la narrativa de los carceleros. Descolonizar es significa www.toltecayotl.org
Luz y guillermo Marín
Yahuiche, Oaxaca.
21 enero 2022.