En Ojarasca de noviembre se comenta la situacin de Chiapas, donde el Estado y el estado de derecho brillan por su ausencia. Se habla del maz y el agave, del territorio m?ph y la resistencia a los megaproyectos en Mxico y Amrica del Norte. Hablan la palabra afromexicana, la hhu y la a savi. La de las mujeres que luchan.
Los frutos de la Tierra, madre de todos los hijos, son para los pueblos una verdad de la existencia. Les nacen los mitos con naturalidad de semillas, o viceversa. El relato de la siembra y la cosecha, an si pobre, sabe a fiesta en el crculo de las estaciones. El maz y su familia milpera se encuentran en la base de la sobrevivencia ancestral y contempornea en el Mxico rural e indgena, y siguen alimentando a la nacin entera.
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Los maces criollos y las prodigiosas milpas son amenazados por las clusulas, las multas y las imposiciones sociopolticas de los vecinos del norte. Y ms con el delirante sujeto que lleg a gobernarlos.
Tambin se comentan y retratan los proverbiales agaves que definen el paisaje mexicano. Se producen en y para las comunidades mismas, como el inextinguible pulque del centro del pas y los mezcales tan diversos, hoy de moda pero todava artesanales, destilados por los propios productores en cuando menos 18 estados de la Repblica.
Ojarasca tambin recupera felizmente los pasos y los ojos de la fotgrafa Angeles Torrejn en algunas estaciones de su viaje.