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Memorias de Gerónimo: Conmigo siempre fueron traicioneros y maliciosos "Aún detesto a los mexicanos. Conmigo siempre fueron traicioneros y maliciosos. Ahora soy viejo y nunca más volveré al sendero de la guerra, pero si fuera joven y regresara a él, este me conduciría hacia el Viejo México"

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 Memorias de Gerónimo: Conmigo siempre fueron traicioneros y maliciosos
<br>"Aún detesto a los mexicanos. Conmigo siempre fueron traicioneros y maliciosos. Ahora soy viejo y nunca más volveré al sendero de la guerra, pero si fuera joven y regresara a él, este me conduciría hacia el Viejo México"
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"Aún detesto a los mexicanos. Conmigo siempre fueron traicioneros y maliciosos. Ahora soy viejo y nunca más volveré al sendero de la guerra, pero si fuera joven y regresara a él, este me conduciría hacia el Viejo México"
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Hacia 1873 fuimos nuevamente atacados por las tropas mexicanas en nuestro asentamiento, pero las derrotamos. Entonces decidimos hacer incursiones en México. Movimos nuestro campamento, empacando todas nuestras pertenencias en mulas y caballos. Entramos en México y acampamos en las montañas cercanas a Nacori. Al llevar nuestro campamento de esta manera, no queríamos que nadie nos espiara, y si pasábamos por la casa de un mexicano, generalmente matábamos a sus habitantes. Sin embargo, si se rendían y no ofrecían resistencia ni causaban problemas, los hacíamos prisioneros. Con frecuencia cambiábamos nuestro lugar de encuentro y llevábamos con nosotros a los prisioneros si estaban dispuestos a ir, pero si se rebelaban podían ser asesinados.

Hacia 1873 fuimos nuevamente atacados por las tropas mexicanas en nuestro asentamiento, pero las derrotamos. Entonces decidimos hacer incursiones en México. Movimos nuestro campamento, empacando todas nuestras pertenencias en mulas y caballos. Entramos en México y acampamos en las montañas cercanas a Nacori. Al llevar nuestro campamento de esta manera, no queríamos que nadie nos espiara, y si pasábamos por la casa de un mexicano, generalmente matábamos a sus habitantes. Sin embargo, si se rendían y no ofrecían resistencia ni causaban problemas, los hacíamos prisioneros. Con frecuencia cambiábamos nuestro lugar de encuentro y llevábamos con nosotros a los prisioneros si estaban dispuestos a ir, pero si se rebelaban podían ser asesinados.

Recuerdo que, en las montañas de la Sierra Madre, un mexicano nos vio en movimiento y nos retrasó por un tiempo. Nos tomamos la molestia de buscarlo, pensando que el saqueo de su casa nos pagaría la demora, pero después de haberlo matado no encontramos nada en su casa que valiera la pena. Estuvimos en estas montañas durante más de un año, atacando los poblados mexicanos para obtener nuestros suministros, pero en general sin combatir con las tropas mexicanas. Luego regresamos a nuestros hogares en Arizona. Después de permanecer allí por alrededor de un año, regresamos a México y nos escondimos en las montañas de la Sierra Madre. Nuestro campamento estaba cerca de Nacori. Acabábamos de organizar bandas de guerreros para rondar por esos campos cuando nuestros exploradores descubrieron que las tropas mexicanas se acercaban a nuestro campamento para atacarnos.


Este artículo está conformado por fragmentos del libro Geronimo?s Story of His Life, editado por S. M. Barrett y publicado en 1906, en Nueva York, por Duffield & Company. En línea: https://bit.ly/3d7lZ2b.

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