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LA PATRIA Y LA MATRIA

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La creación del país llamado “México”, es y ha sido, a lo largo de estos 196 años, asunto de un puñado de extranjeros o hijos de extranjeros avecindados en el Anáhuac. Los criollos y los gachupines, que habían estado en guerra fratricida a partir de 1810, llegan a un “acuerdo” de hacer las paces y crear “su propio país”, de ellos y para ellos, de las ruinas que quedaban del Virreinato de la Nueva España, después de once años de guerra devastadora.

hasta la frontera con Rusia, ya que todavía no vendían los rusos a Alaska y las fronteras eran inciertas. En este gran territorio estaba integradas las Islas de las Antillas. Esta gran extensión de tierra, la perdieron los criollos por su incapacidad y nulo sentido de pertenencia, “nunca ha sido suya”, lo que hoy es México, para ellos, siempre ha sido un “territorio ocupado” para hacerse ricos.

Los criollos jamás han amado y sentido responsabilidad y compromiso con los pueblos anahuacas que han vivido por miles de años en estos territorios. Los han usado en sus permanentes guerras, como soldados de leva, o como votos cautivos en sus luchas políticas, o como mano de obra esclava o de salario mínimo. Siempre los han engañado, lo mismo para llevarlos a morir en sus campañas militares, que en sus campañas políticas. Les prometen cada seis años y los engañan una y otra vez.

De modo que cuando en México se habla de “patriotismo”, se debe uno preguntar, si la “patria” fundada por los criollos ha tratado igual a todos sus hijos. La injusticia, la impunidad, el abuso, casi siempre ha sido el método con el cual, la patria, ha tratado a sus hijos. La patria siempre ha estado del lado de las empresas e intereses extranjeros. La patria siempre ha estado del lado de los caciques, de los terratenientes, los comerciantes, los industriales. La patria siempre ha estado del lado del partido político en el poder. La justicia de la patria, al pueblo, siempre le ha dado la espalda. No lo escucha, lo ignora.

El “modelo económico” de la patria, desde sus inicios, siempre ha sido: que los capitales extranjeros inviertan en “nuestro país”, nosotros ponemos la mano de obra esclava y los recursos naturales, y nos hacen socios o sus empleados. México para los criollos ricos, ha sido y es, un lugar para “exportar capitales” a sus tierras de origen.

Los hijos originarios de estas tierras, los “sin nombre, los descubiertos, los sin alma, los robados, los masacrados y los explotados”, “para ellos”, no caben los conceptos de México, patria, nación, nacionalismo, identidad e historia”.

“Ellos, los prehispánicos, los indios, los precolombinos, los precortesianos, los indígenas, los naturales, los aborígenes, los nativos, los mesoamericanos, los yopes, los nacos, los prietitos, los hijos de la conasupo, los peladitos, los sub y desempleados, los de abajo”.

A los que les quitaron: la lengua, la memoria histórica, los conocimientos, los espacios y la espiritualidad, con la llegada de los extranjeros y la colonización. Los desposeídos de sus milenarias leyes, autoridades, instituciones, producto de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del mundo, y, sobre todo, la que alcanzó el más alto nivel de calidad de vida para todos, desde 1521, no tienen “ni rostro ni corazón”, son invisibles y totalmente prescindibles.

Han vivido invadidos, ocupados, depredados. Tres siglos a manos de los gachupines y dos siglos a manos de los criollos. Desde Iturbide hasta Peña, los que gobiernan, han sido y son, “un puñado” de gente extraña, enemigos y explotadores implacables.

La Patria es de ellos y para ellos. La MATRIA, en cambio, es y ha sido del pueblo. La Patria les ha dado a nuestros “padrastros”, riqueza y poder, el problema de “ellos”, es que desde siempre se han estado peleando entre ellos y entregándose al extranjero.

La Matria en cambio les ha dado a sus hijos, sabiduría, experiencia para resistir, alimento, medicina, educación y organización, con la cual han hecho una verdadera epopeya de resistencia.

La patria de los criollos y para los criollos, tiene apenas 196 años de una triste y sombría historia. La Matria, en cambio, tiene diez mil años y es la fuerza, la sabiduría y el futuro del pueblo. El futuro del Anáhuac está en el conocimiento pleno de su pasado.

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