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LOS TESOROS DE MONTE ALBAN

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¿Acaso en verdad se vive en la tierra?

¿No para siempre en la tierra:

Sólo un poco aquí

Aunque sea jade se quiebra,

aunque se otro se rompe,

aunque sea plumaje de quetzal se desgarra,

no siempre en la tierra: sólo un poco aquí

Ms. Cantares Mexicanos.

Folio 17r.

Las Culturas del México antiguo, forman parte de una antiquísima "Unidad Cultural", que tiene sus orígenes aproximadamente 6000 años antes de Cristo y que se encubrió en el año de 1519 con la llegada de los invasores europeos. Este desarrollo cultural se inició con el período conocido como el PRECLASICO y la cultura representativa fue la llamada "OLMECA". Logró su mayor grado de desarrollo aproximadamente entre los Siglos VII y VIII de nuestra era (Período CLASICO) con la llamada cultura "TOLTECA" y que concluyó a partir de su misterioso colapso, alrededor del año 750 D. C., mismo que la tradición oral relaciona con la partida del gran personaje civilizador llamado "Quetzalcóatl".

 

El período de decadencia que comprende de 750 a 1519 es conocido como el "POSTCLADICO". Ante la ausencia de los grandes maestros; quienes al final del período destruyeron, cubrieron de tierra y abandonaron sus "centros de conocimiento" en todo Mesoamérica, sin dejar rastro alguno iniciándose un período de decadencia y debilitamiento de los conocimientos y principios que impulsaron a lo largo de muchos siglos a los pueblos mesoamericanos, más de 7 siglos en los cuales se esperaba el final de los tiempos llamado "Quinto Sol" y el regreso del mítico Quetzalcóatl para instaurar de nuevo la era de la sabiduría, el amor y la armonía fue en el final de este último período cuando floreció la cultura llamada azteca, quien se apropio del legado cultural tolteca, gracias a un personaje muy importante llamado "Tlacaélel" quien además de ser el "Chihuacoatl" (mujer serpiente) por muchos años (el administrador del imperio), fue el ideólogo del pensamiento "Imperialista – Místico – Material – Guerrero", con el cual se adueñaron de gran parte el territorio mesoamericano, sujetando como tributarios a sus pueblos. Todo esto sucedió en el final de los tiempos de la civilización mesoamericana y por muy breve tiempo, ya que Tenochtitlán capital azteca fue fundada en el año 1325, apenas 194 años antes de la llegada de los españoles y fu destruida en el año de 1521.

 

"Tlacaélel decidió consolidar por medio de una reforma ideológica el poderío Azteca. Ante todo le pareció necesario forjar lo que hoy llamaríamos una "conciencia histórica", de la que pudieran estar orgullosos los aztecas. Para esto, reunió Tlacaélel a los señores mexicas. De común acuerdo se determinó entonces quemar los antiguos códices y libros de pinturas de los pueblos vencidos y aún los propios de los mexicas, porque en ellos la figura del pueblo Azteca carecía de importancia. Implícitamente se estaba concibiendo la historia como un instrumento de dominación". León portilla. Pág. 90.

 

Resulta necesario conocer ésta parte de la historia Azteca, no sólo para "entender" el pasado de las culturas zapotecas y mixtecas de Oaxaca, sino todas las culturas mesoamericanas. Ya que al destruir la "antigua historia" y crear con sus bases la "nueva historia", uno tiene que buscar selectivamente la esencia eminentemente espiritual del pensamiento tolteca, desechando el aspecto "materialista" y utilitario de la ideología azteca.

 

Este verdadero r o m pe c a b e z a s filosófico – espiritual que representa el pensamiento tolteca, se tiene que armar con "piezas" de la historia de las culturas Azteca y Tolteca, toda vez que son las culturas más estudiadas. La Azteca, porque fue la última del período mesoamericano y la que encontraron los españoles. La Tolteca, porque Teotihuacán fue el corazón espiritual y filosófico del México Antiguo, motivo por el cual irradió su conocimiento a toda Mesoamérica, desde las culturas de occidente hasta la cultura Maya, se mantiene presente la influencia tolteca, en el esplendor del período Clásico.

 

Toda ésta amplia introducción la hemos hecho con la intención de que el lector conozca éstos cambios "filosóficos – ideológicos – religiosos", ya que para tratar de penetrar en las culturas de Oaxaca, necesitamos referirnos a las culturas toltecas y aztecas, toda vez que en mesoamérica se mantiene una estrecha comunicación e intercambio cultural, a tal punto que podemos atrevernos a suponer que todas las culturas mesoamericanas por múltiples y variadas que sean, conforman una sola unidad filosófica y cultural; como la luz es una, por múltiples que sean los objetos que iluminan. Un ejemplo de esto es la figura representativa del fenómeno de la "vida". Los Mayas le llamaron "Chac", los totonacas "Tajín", los zapotecas "Cosijo", los mixtecos" Dzahui" y los nahuas "Tláloc". Su representación gráfica básica consiste en dos caras de serpiente, que vista de perfil, produce un tercer rostro (humano) diferente a los dos que lo crearon, en el que sobresalen los dos ojos (uno de cada serpiente) a manera de una anteojera del "Dios" y las dos lenguas de las serpientes que producen una tercera de mayor tamaño.

 

Esta representación "del dios de la lluvia" (?) está presente en los diseños mesoamericanos, desde los tiempos remotos de los Olmecas (Período Preclásico), pasando por los tiempos del esplendor tolteca (período Clásico) y aún se llega a encontrar a pesar de las transgresiones a la filosofía tolteca por los Aztecas, en el último período decadente llamado Postclásico.

Para tratar de acercarnos a "Los Tesoros de Monte Albán" necesitamos conocer la filosofía mesoamericana y sus grandes conocimientos herméticos trasmitidos a través de una religión, a un núcleo mayoritario de personas, que no eran estudiosos, ni practicantes de estos antiquísimos conocimientos; mujeres y hombres comunes, que bajo estas sabias y rígidas normas morales y éticas, mantuvieron a lo largo de 1300 años el proyecto espiritual de Monte Albán.

Los viejos abuelos suponían que nuestro paso ésta existencia era bastante temporal y efímero, suponía que existía un lugar "definitivo y luminoso", el cual intuía pero no conocían y pensaban que la tierra era el lugar para decantar el espíritu y acrecentar la conciencia; la maravillosa oportunidad que ofrecía la vida para adquirir sabiduría.

 

"...Aquí en la tierra es la región del momento fugaz.

¿También es así en el lugar donde de algún modo se vive?

¿Allá se alegra uno?

¿Hay allá amistad?

¿O sólo aquí en la tierra hemos venido a conocer nuestros rostros?

Ms. Cantares Mexicanos, folio 9.r.

 

Los viejos abuelos se cuestionaba si la existencia es verdadera, si lo que hacemos perdurará, por que todo se destruye, todo se acaba. Y se cuestionan si en "el lugar luminoso" todo se mantiene, revelando la milenaria y universal necesidad del ser humano por trascender la muerte.

 

"... ¿Son acaso verdaderos los hombres?

¿Mañana será aún verdadero nuestro canto?

¿Qué está por ventura en pie?

Aquí vivimos, aquí estamos,

pero somos indigentes, oh amigo.

Si te llevara allá,

Allí estarías en pie".

Ms. Cantares Mexicanos.

 

Las culturas mesoamericanas son eminentemente metafóricas, aún en la actualidad, el discurso de los indígenas está construido de hermosas parábolas. Para ésta cultura el hombre tiene una tarea.

 

"El hombre maduro:

corazón firme como piedra,

corazón resistente como el tronco de un árbol;

rostro sabio,

dueño de un rostro y un corazón,

hábil y comprensivo".

Ms. Cantares Mexicanos.

 

El era entonces un artista y la vida el medio para llegar a su obra maestra, que no era otra cosa que llegar a la revelación exaltante de su conciencia luminosa. Entonces la orfebrería y lapidaria se convertían en símbolo metafóricos. El oro y las piedras preciosas, en especial el jade; eran uno, (el oro) el símbolo de la pureza que alcanza la materia y con ello evade la corrupción a la que está sujeta la materia y el otro; el jade, que simboliza la piedra que a la fuerza de la talla llega a su grado de perfección y belleza. El simbolismo constante de la piedra preciosa (chalchihuitl) como el alma del individuo.

 

De ésta manera el hombre era un artista de sí mismo.

"Así, la edad dorada de los toltecas fue para los nahuas posteriores la raíz e inspiración de sus creaciones artísticas. La descripción de lo que significaba para ellos la palabra toltecatl, identificaba con lo que hoy llamaríamos "artistas", parece ser la mejor comprobación de lo dicho:

Toltecas: artista, discípulo, abundante, múltiple, inquieto. El verdadero artista: capaz, se adiestra, es hábil, dialoga con su corazón, encuentra las cosas con su mente.

 

El verdadero artista todo lo saca de su corazón; obra con deleite, hace las cosas con calma, con tiento obra como tolteca, compone cosas, obra hábilmente, crea; arregla las cosas, las hace atildadas, hace que se ajusten". León Portilla. Pág.160.

 

Este maravilloso "trabajo de toltecas" se aprendía en el Calmécac, escuela superior en donde se enseñaban los conocimientos secretos de la antigua filosofía. El trabajo se hacía a base de "flor y canto", manera metafórica de referirse a los antiguos conocimientos y sus prácticas de los maestros toltecas.

 

"hay un brotar de piedras preciosas,

hay un florecer de plumas de quetzal,

¿Son acaso tu corazón, dador de la vida?

Ms. Cantares Mexicanos Fol,12.v.

 

Así de ésta manera a lo largo de miles de años los viejos abuelos inventaron sin ayuda de nadie, la agricultura, la ciencia, el arte, la religión y fundamentalmente un cuerpo muy decantado de ideas muy elaboradas sobre el hombre, la naturaleza, el cosmos y sus complejas interrelaciones y su maravilloso equilibrio.

 

Dos eran los principios básicos, la dualidad eterna. Ometeotl Dios dual, de donde se desprende Ometecuhtli (de los dos, el señor) Ometecihuatl (de los dos, la mujer).

"Tloque – Nahuaque , Dueño del cerca y del junto, en la afirmación explícita de la omnipresencia de la divinidad suprema. Se trata de un nuevo símbolo, flor y canto, en el que aparece el Dios Dual como dueño de la cercanía (Tloc) y del anillo inmenso que circunda el mundo (náhuac). En otras palabras, que siendo el dueño del espacio y la distancia, estando junto a todo, todo está también junto a él "... " Ipal – nemohuani significa literalmente - aquel que por quien se vive -. Se atribuye, pues, con este título al Dios Dual el carácter de vivificador de todo cuanto existe, plantas, animales y hombres.

 

Yohualli – Ehécatl, noche y viento. En estrecha correlación con el ya mencionado título de Tloque- Nahuaque, que implica una afirmación de la omnipresencia del Dios Supremo, este título- asimismo metafórico, significa la creencia en su carácter de algo invisible como la noche, e impalpable como el viento "...."La palabra Mo- Yocoya- Tzin significa "señor que así mismo se piensa o se inventa". Tal título dado al Dios dual, expresa de hecho su origen metafísico: a él nadie lo inventó; existe más allá de todo tiempo y lugar, es Noche y Viento, pero al mismo tiempo es el Dueño del cerca y del junto. En una acción misteriosa que sólo con flores y cantos, puede vislumbrase, esa divinidad suprema se está inventando siempre a sí misma. Su rostro masculino es agente generador, su rostro femenino es quien concibe y da a luz." León Portilla. Pág.142.

 

Así en todo esto se advierte el profundo pensamiento filosófico de los hombres del México Antiguo. "Aquellos que algún día prendieron a ser dioses". Como hemos dicho antes, para ellos el valor del oro, la plata y el jade tenía un significado esotérico. Contrario al sentido de la cultura occidental, que durante la primera parte de la colonia se dedicó a fundir los maravillosos símbolos filosófico – espirituales que se representaban en bellísimas joyas, convirtiéndolos en lingotes que enviaban a España.

 

"El célebre Durero (Albrecht Dürer) refiere, por ejemplo, en su diario de viaje que, estando en Bruselas en 1520, pudo ver aquellos objetos "extraños y maravillosos" que habían traído al emperador "desde la nueva tierra del oro". Su reacción al hallarse frente a esas creaciones del México Antiguo, casi un año antes de que sucumbiera México Tenochtitlán, es elocuente: ...Y nada he visto a todo lo largo de mi vida que haya alegrado tanto mi corazón como éstas cosas. En ellas he encontrado objetos maravillosamente artísticos y me he admirado de los sutiles ingenios de los hombres de esas tierras extrañas.

 

Espontáneamente llamó Durero obras de arte extraordinaria, algo nunca visto, a todos esos presente. Semejante a la suya iba a ser también la reacción del humanista Pedro Mártir de Alegría, quien pocos años después tuvo ocasión de ver los mismos objetos. Acerca de ellos escribió:

 

No admiro ciertamente el oro y las piedras preciosas; lo que me pasma es la industria y el arte con que la obra aventaja a la materia; he visto mil figuras y mil caras que no puedo describir; me parece que no he visto jamás cosa alguna, que por su hermosura, pueda atraer tanto las miradas de los hombres". León Portilla. Pág. 155.

 

Las culturas mesoamericanas conocían la metalurgia desde tiempos remotos, sin embargo se destacan los ofebres oaxaqueños y en especial los mixtecos. Entre sus técnicas podemos mencionar el trabajo de los metales, tanto en frío como por calentamiento. "El martillado" es una técnica que consiste en martillar varias "pepitas" de oro para que se "suelden" y martillando se extiende el metal hasta hacer una lámina. La "fundación es otra técnica que se usó; el historiador Sahagún menciona que los viejos abuelos usaban crisoles de carbón de leña, motivo por el cual al destruirse por el uso, no se han encontrado vestigios de ellos. También fue usada la técnica de "cera perdida", "falsa filigrana" y una muy especial, pues al parecer no la conocían los europeos de aquellos tiempos. Nos referimos a la técnica llamada "mise en couler" que hacía parecer de oro puro a objetos elaborados con una aleación de cobre, oro y plata.

 

Al parecer Oaxaca fue el lugar en donde extraía la mayor cantidad del metal áureo. Aunque los viejos abuelos conocían la técnica de extracción del metal en minas; la mayoría del oro se extraía en los ríos, con la técnica del "bateaje", de esa manera el oro se obtenía en polvo, escamas o crespillo en pepitas. En Oaxaca los cronistas españoles nos hablan de los famosos placeres de la Chinantla, Tututepec, Sosola, Cuatlán, Pochutla y Tehuantepèc, entre otros.

 

En el mundo de los viejos abuelos se sustentaba en una c o n c e p c i ó n profundamente mística y espiritual de la vida, se desarrollaba en un marco de austeridad, frugalidad y sobriedad. En "deber ser" social e individual contenía una profunda esencia humanística, los valores filosófico- religiosos estaban presentes en toda la existencia. La agricultura, la arquitectura, la enseñanza, las ciencias, la comida, el vestido, los juegos; todas, absolutamente todas las actividades de los pueblos del México Antiguo, (y actualmente en muchas comunidades indígenas y campesinas), eran una expresión implícita o explícita del profundo y complejo pensamiento filosófico. Dos eran las líneas rectoras de este pensamiento; una masculina, la otra femenina, que juntas hacían la unidad. Una era la mecánica celeste (masculino), "perfecta, inmutable, rigurosamente exacta". La otra era la naturaleza (femenina), "creadora, bondadosa, tolerante, amorosa". En medio de las dos, el asombroso milagro de la existencia del ser humano, punto de encuentro "donde se toca el cielo y la tierra". La vida, entonces como el maravilloso y aterrador desafío de llegar a "la conciencia de ser"; la lucha entre espíritu y materia; día y noche; vida y muerte; milenario y universal desafío humano.

 

Expresión física de esta filosofía la encontramos en los "artistas, pensadores y poetas" del México Antiguo, en el cual el oro y la plata, así como las piedras preciosas, tenían un significado totalmente espiritual. El valor que representaba en especial el oro, era por el grado de pureza que la materia alcanzaba. Y en las piedras, por la maravillosa "talla espiritual" símbolo del corazón, como "piedra preciosa". Hablan los poetas:

 

"Como esmeraldas y plumas finas, llueven tus palabras"...

"Los jades y las plumas de quetzal como piedras han sido destruidas,

mis grandes señores,"...

"Aunque fuerais de jade, aunque fuerais de oro también allá iréis,

al lugar de los descarnados".

Ms. Cantares Mexicanos.

 

"Estos artesanos del lujo era conocido por el nombre de toltecas, debido a que el origen de sus métodos y técnicas se asignaba tradicionalmente a la antigua civilización tolteca, la del rey Quetzalcoatl y de la ciudad maravillosa de Tula.

 

Quetzalcoatl "descubrió gran riqueza de esmeraldas, turquesas finas, oro, plata, coales, caracolesy (las plumas de) quetzalli ... y Sahagún precisa: "Se llamaron toltecas, que es tanto como decir oficiales pulidos y curiosos ...y todos ellos eran únicos y primos oficiales, porque eran pintores, lapidarios, carpinteros, albañiles, encaladores, oficiales de pluma, oficiales de loza, hilanderos y tejedores ... Ellos hallaron y descubrieron la mina de las piedras preciosas que en México se dice xivitl, que son turquesas... y lo mismo las minas de plata y oro ... y lo mismo el ámbar, el cristal, las piedras llamadas amatistas, y perlas y todas las demás que traían por joyas"."Ellos sabían muchas cosas, nada se les dificultaba, tallaban la piedra verde (chalchiuitl), fundían el oro (teocuitlapitzaia)... y todo ello procedía de Quetzalcoatl, las artes (toltecayotl) y los conocimientos".

 

Como acabamos de ver, el conjunto de esas técnicas se designaban con la palabra TOLTECAYOTL, "perteneciente a los toltecas". Tales eran los títulos de nobleza de estos artesanos".

Jaques Soustelle. Pág. 76.

 

"El orfebre:

experimentado, que conoce el rostro de las cosas,

creador de las cosas como toltecas.

El buen orfebre:

De mano experimentada, de mirada certera

prueba bien los metales, los pule.

Guarda sus secretos,

martillea los metales,

los funde,

los derrite, los arde con carbón,

da forma al metal fundido, le aplica arena".

C. Matritense. Fol. 116.

 

"El artista, descrito como un menesteroso, encontrará al fin en la vieja sabiduría la semilla de la "Flor y el Canto" que anhela entonces, como se dice en el texto que describe al pintor, se convierte en un Tlayotehuiani, "AQUEL QUE INTRODUCE EL SIMBOLISMO DE LA DIVINIDAD EN LAS COSAS". Enseñará entonces a mentir", como se expresa en la descripción del alfarero, no ya sólo al barro, sino también a las plumas de quetzal, a las palabras mismas, a las piedras y metales, incrustando símbolos en el mundo de lo que antes carecía de alma". "...Siendo un hombre íntegro, "dueño de un rostro, dueño de un corazón". "...El resultado de su acción, que llamaremos "endiosada y cuidadosa", será ir transmitiendo a la materia las flores y los cantos, los símbolos que ayudarán al hombre a encontrar su verdad, su raíz, aquí sobre la tierra".

León Portilla. Pág. 168.

 

De esta manera el significado que tenía el oro y las piedras preciosas para los antiguos habitantes de México, era totalmente ajena a la de los españoles. Aun en la época decadente de los aztecas, pues se observa que el oro no era muy importante en los tributos que exigían los aztecas de los pueblos que habían sojuzgado por medio de su ideología materialista.

Desgraciadamente muy poco queda de los trabajos en oro y plata que realizaron los viejos abuelos, casi todo, desde 1519 hasta empezando el presente siglo, fue fundido en lingotes. Los testimonios de este maravilloso arte, de origen tolteca, que hoy podemos apreciar, provienen de exploraciones arqueológicas muy recientes; es el caso del "tesoro de la tumba 7 de Monte Albán" que fue encontrado en el año de 1932 por el arqueólogo Alfonso Caso, quien relata:“Mi primera impresión al entrar (al la tumba N.A.) fue la de hallarme ante una inmensa riqueza. La luz de la lámpara hacía brillar las cuentas de oro y los cristales de roca, las perlas, los jades y las placas de turquesa desprendidas de sus antiguos mosaicos. En el centro se destacaba una vasija cubierta de polvo. Acerqué la lámpara, iluminándola por dentro y la vasija recobró transparencia: estaba hecha de alabastro, el mármol mexicano llamado tecali, que se da en el estado de Puebla.

Del polvo sobresalían ricos brazaletes y una corona con su pluma, trabajadas en fina lámina de oro. Las piedras grandes y chicas desprendidas de la bóveda, habían lastimado la corona y, lo que era más sensible, destruyeron un cráneo revestido de turquesas. No toqué nada. Resistí la tentación de buscar nuevas joyas entre el polvo y las piedras que escombraban el piso de la tumba y sólo me atreví a examinar una de las placas de oro que los señores llevaban cosidas en sus trajes de ceremonia.

 

A mitad de la tumba, las salientes del muro formaban una pequeña portada que la separaba en dos cámaras, y al fondo estaba la puerta de acceso tapiada desde hacía 600 años por los señores de Monte Alban. A las 4:30 de la tarde salí con mucho trabajo, utilizando el agujero del techo. No permanecí ni media hora en el interior aunque me bastó para darme cuenta que nunca se había descubierto en América un tesoro semejante." (Fernando Benítez. Pág.290).

 

Como se sabe, Monte Alban no fue concebido en su idea primigenia como panteón, sin embargo posteriormente al misterioso colapso del período Clásico; primero los zapotecos y después los mixtecos, iniciaron el entierro de sus "hombres importantes". Es el caso de la tumba siete, en la que primero hubo un entierro zapoteco y después uno mixteco, de este último es lo que hoy conocemos como "el tesoro de la tumba siete de Monte Alban", que consta de joyas en oro con un peso total de 3598 gr.; en plata 325 gr.; en cobre 200 gr.; huesos de animales labrados; talla en cristal de roca y alabastro; huesos humanos y un cráneo humano recubierto de turquesas. Así como collares hechos de perlas, corales, turquesas, oro y jade.

 

" Quizá los objetos más importantes desde el punto de vista científico e histórico, entre los que recogimos en la tumba, fueron los que estaban hechos utilizando huesos de animal ... Aunque en la tumba no parecieron códices ni objetos de madera con inscripciones, tenemos afortunadamente una muestra muy amplia del género de escritura que usaban los personajes que estaban enterrados en ella, pues conservaron 34 huesos esculpidos de tigre y de águila, a más de otros lisos y cinco fragmentos que nos permiten, como vamos a verlo, conocer la religión, el calendario y la escritura de ese pueblo. Los huesos esculpidos son en su mayoría de jaguar, el tigre americano, y tienen diversas formas, pues hay punzones, un peine, una especie de atlatl o lanzadores, etc. Pero casi todos tienen la forma de láminas que terminan con dos puntas en ángulo. De algunos podemos conocer el uso al que están destinados, pero lo ignoramos de los que son en forma de lámina, es decir, la gran mayoría". (Alfonso Caso. pág. 177)

 

Cuál es entonces ese otro tesoro, que los Viejos Abuelos dejaron grabado en huesos y fundido en oro y plata, que Alfonso Caso encontró en la tumba siete de Monte Alban. Pero que repetidamente se encuentra también en códices, estelas, frescos, urnas y vasijas. Allí están, insistentemente en todo lo que hicieron los Viejos Abuelos, desde los remotos tiempos de los olmecas, pasando por todas y cada una de las culturas y etapas de la civilización del Anáhuac; Así el tigre, el águila, la serpiente, el quetzal, la serpiente emplumada, la mariposa, la muerte y el quincunce están presente en todo cuanto de ellos tenemos; Lo mismo que en extrañas propuestas abstractas, que en impresionantes imágenes realistas. De manera casi obsesiva, más que una casualidad, a través de decenas de siglos, estos símbolos viajan a través del tiempo, inmutables en sus formas y significados, y nos llegan a este nuestro presente como un mensaje de conocimiento y sabiduría, esperando la hora de su revelación exaltante.

 

De entre las piezas más bellas del "tesoro" tenemos a Xipe- Totec, de él Alfredo López Austín nos dice: " Xipe-Totec dios del retorno de la vegetación, patrono de los fundidores de metales preciosos. Se lo representaba cubierto con la piel de un sacrificado." Pág. 299.

 

Alfonso Caso nos dice sobre la máscara de Xipe-Totec:" Es una pequeña mascarilla de oro fundido de siete centímetros de altura. Su peso es de 98 gramos. Máscara se dice en mixteco nuuñañaonuu tnanu.

 

Fue encontrada por mi esposa (María Lombardo N.A.) y es quizá la pieza más bella de las que estaban en la tumba." pág. 97.

 

Sin embargo, tenemos una interpretación con mayor sentido filosófico en la maravillosa obra de Séjurné:

 

" Xipe Totec, el señor de la liberación al descubrir, gracias a Xochipilli, que la piel del cuerpo simboliza la materia que el hombre debe sacrificar para realizar su salvación, sabemos que la acción de la penitencia esta considerada como un desollamiento progresivo ... A Xipe se ven aplicadas a la figura delo penitente por excelencia, el héroe lisiado de la guerra florida" pág. 163.Sí los dioses tuvieron que sacrificarse en el fuego cósmico de Teotihuacán para que naciera el Quinto Sol, los hombres, masehuales, "merecidos" de este sacrificio, también tenían que sacrificarse. Este sacrificio en la época del esplendor clásico de los toltecas, estaba simbolizado metafóricamente con Xipe Totec y el proceso que tiene que darse, para ir "desprendiendo la materia del espíritu, para que éste, encuentre la liberación o pureza absoluta (como el oro y las piedras preciosas). A este proceso de liberación de la materia se le llamó metafóricamente "la guerra florida", pues se hacía a base de "flor y canto" y la victoria era "florecer el corazón". Quienes emprendían esta "batalla" se les llamaba guerreros, que podían ser tigres o águilas y aprendían la Nahuallatolli (la lengua de lo encubierto) en el Calmécac.

 

Otra de las piezas del "tesoro" es el pectoral con fechas número 26, del cual Alfonso Caso nos dice:" El más hermoso de estos pectorales, y también el más importante por las noticias que nos proporciona, es el número 26 de nuestro catálogo, mide 115 mm en la parte más ancha. Su grueso máximo es de dos 2mm y pesa 112 gr. Representa un personaje cubierto de un yelmo de tigre o serpiente, que lleva una máscara bucal, en forma de mandíbula descarnada, sostenida por un doble cordón que pasa por debajo de la nariz." ... " el personaje lleva collar formado por tres hilos, colgando del último cuatro cascabeles de oro de forma amigdaloide, como los encontrados en la tumba y un pijante en forma de pájaro que desciende con las alas abiertas." ... " En vez de cuerpo encontramos cuadros decorados de diversos modos con los dibujos", pág. 83.

 

Es interesante apreciar en esta pieza, que en el lado izquierdo se representa a Quetzalcóatl y en el derecho al glifo que simboliza el año, tiene además una casa y el numeral 11, lo que se lee como "año 11 casa".

 

Existen cinco pectorales con representaciones de Xochipilli, miden en promedio 73 mm de largo por 42 mm de ancho y 1 mm de grosor, en conjunto pesan 96.6 gr.

 

" En todos estos pectorales se trata de una figura humana que lleva por yelmo una cabeza de águila o faisán y una nariguera en forma de mariposa estilizada, que los mexicanos llaman Yacapapalotl. Estos personajes tienen todos la misma actitud y se representan con los codos muy separados del cuerpo y las manos sobre el vientre, actitud que ya se encuentra en figuras que proceden de la mixteca desde época preclásica y con un indudable estilo "olmeca" y se prolonga en los clásicos penates mixtecos. En la parte baja, en vez de las dos placas cuadradas del pectoral de las flechas, vemos una larga placa rectangular, pero sin ninguna decoración. En las orejas llevan discos de los que cuelgan pendientes de jade y en la cabeza un gran adorno de plumas muy semejantes al del pectoral con flechas, rematado al centro con una flor y dos rosetas, a los lados de los cuales salen adornos de plumas amarradas con bandas." (Alfonso Caso. pág 93.)

 

Nuevamente Séjurné nos presenta una interpretación de mayor contenido filosófico-espiritual de Xochipilli, como "el señor de las almas": " Ahora bien, como el pájaro, la mariposa y la flor constituyen los atributos esenciales de una determinada divinidad, se deduce que ésta no puede ser más que la personificación del alma.

 

Es Xochilpilli el que " tiene cargo para dar flores ", flores que, no tratándose de un dios de vegetación, deben ser espirituales." ... “Pero el ojo atento no tardará en descubrir, bajo la reserva extrema de este conjunto (la representación de Xochilpilli, N.A.) el signo glorioso de la resurrección que anuncia, porque las vibraciones fulgurantes de alas y pétalos en la aurora evocan con precisión el milagro la luz espiritual brotando de lo más profundo de la noche.

 

Para más exactitud, el rostro del Señor de las Flores está pintado en rojo debido a que, explica Sahágun, {la imagen de este dios era un hombre desnudo que está desollado}. ¿No es en efecto un desollamiento lo que recuerda la abertura de la materia que encierra el germen de la vida?.¿Y podría desearse más vigorosa metáfora del ser de luz que está en nosotros y de su dolorosa ascensión fuera de la soledad terrestre, que ésta llameante imagen del desollado?”... “al descubrir, gracias a Xochilpilli, que la piel del cuerpo simboliza la materia del hombre debe sacrificar para realizar su salvación, sabemos que la acción de la penitencia está considerada como un desollamiento progresivo". Pág. 161-163.

 

Finalmente hablaremos de una pieza extraordinaria, tanto por su belleza como por su profundo sentido filosófico-espiritual. Dejaremos que el propio Alfonso Caso lo describa:“Pectoral de varias secciones. Este gran pectoral, formado por varias secciones fundidas y unidas entre sí por argollas de oro, es una de las piezas de la colección que une, a su belleza y exquisito trabajo de orfebrería, el interés científico que poseen los jeroglíficos que contiene y que, como vamos a verlo, es una muestra de la concepción cosmológica que tenían los antiguos mixtecos.Mide en total 219 mm de largo y el ancho de la parte superior es de 50 mm, pesa 63. 8 gr.En la primera sección de este pectoral aparece representado un tlaxtli o juego de pelota indígena. En este juego de pelota hay dos dioses. Uno lleva en el tocado la venda de chalchihuites rematada con el pájaro estilizado, que es característica de los dioses solares y del fuego, mientras que el otro lleva una máscara bucal en forma de mandíbula descarnada." ... " El Tlaxtli tiene en los mitos y pinturas mexicanas un doble significado. Es la expresión de la eterna lucha entre los poderes antagónicos divinos: el día y la noche, la vida y la muerte, el verano y el invierno, y es, por otra parte, la representación del cielo y su movimiento, es decir el lugar en el que luchaban estos poderes.

 

Por eso encontramos combatiendo en el tlaxtli al tezcatlipoca rojo y al negro o, como en este caso, al Sol, quizá en su forma más elevada como Tonacatecutli, el creador de la vida y a Mictalntecutli, el destructor, el señor de los muertos." ... " La segunda sección del pectoral que estamos describiendo, está constituida por el disco solar, pero rodeado de una corriente de sangre y con un cráneo en el centro. La tercera sección está formada por un cuadrado dentro del que aparece un cuchillo de pedernal con ojos y mandíbulas, y del que salen llamas." ... " Por último, en la cuarta sección del pectoral vemos una figura con la boca muy abierta que representa a Tlatecutli "el señor de la tierra", que en los manuscritos y en las esculturas aparece con una figura fantástica de sapo, con la boca armada de dientes y las manos y pies de garras. Debajo de esta sección cuelgan cuatro rosetas terminadas en plumas, y unidas por medio de argollas a cascabeles esféricos que a su vez están unidos a cuatro largos cascabeles, semejantes a los que se traga el pájaro de la figura 71 y que rematan este bellísimo pectoral, que tiene en la parte superior un pequeño gancho de oro para suspenderlo." página 95.

 

Como se ve el mensaje filosófico de los antiguos mexicanos, dejado en piedras, códices, joyas, grabados, cerámica, etc., es inmutable y permanente; es esencia un mensaje universal. Nos "habla" insistentemente en el sentido espiritual de la vida. De la necesidad de la purificación de la materia a partir del sacrificio espiritual, de la búsqueda de la "conciencia luminosa" a través de la lucha con uno mismo (batalla florida), a base de "flor y canto". Nos habla de nacer para morir y morir para nacer; de un Dios único y dual, de una tríada dialéctica; en fin, del desafío de ser hombre, estar vivo y buscar la conciencia. Como fueron destruidos los viejos códices (por los aztecas)... y aún los nuevos (por los españoles). Como se erradicó la transgredida religión del período postclásico decadente, como se prohibió la cultura del Anáhuac durante los trescientos años de colonia y en los últimos doscientos poca importancia le hemos dado a lo verdaderamente nuestro, ahora tenemos que hacer "arqueología del espíritu" con los fragmentos del viejo conocimiento de los toltecas, que ha sobrevivido a su destrucción.

 

Han pasado quinientos años en que los Viejos Abuelos perdieron el derecho de hablar en su idioma y en su tierra a los hijos de sus hijos. Sin embargo, la semilla del "conocimiento" sigue viva y palpitante como un tesoro esperando el momento de su revelación exaltante, para emerger victoriosa del tiempo y la negación, cuando los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos, más la necesiten.

 

Este "tesoro", como una presencia invisible pero profundamente sentida; como una brisa matinal, invisible pero refrescante; mantiene la semilla del conocimiento de los Viejos Abuelos, en los hijos de los hijos de los antiguos mexicanos... ¡!! Tu, yo y todos nosotros !!!.

 

La sabiduría humana, elaborada a lo largo de siete mil quinientos años ininterrumpidos de una vocación inflexible de "Ser, hacer y trascender" de la civilización del Anáhuac, tiene en Oaxaca un "Tesoro", un sitio de poder, que la lleva a ser... "LA RESERVA ESPIRITUAL DE LA MEXICANIDAD".

 

 

BIBLIOGRAFÍA.

Benítez, Fernando. Los indios de México. Edit. Era. Méx. 1976.Caso,

Alfonso. El tesoro de Monte Alban. C. O. del CDL de Oax. Méx.

1982León – Portilla, Miguel. Los antiguos mexicanos. F.C.E. Méx.

1983.Séjurné, Laurette. Pensamiento y religión en el Méx. Antiguo.

F.C.E. Méx. 1980.

Soustelle, Jacques. La vida cotidiana de los aztecas. F.C.E. Méx. 1983.

 

 

 

 

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