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EL ESTADO ENCHUECADO

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Desde 1821 la política de los criollos ha sido exponer al pueblo a la explotación laboral y a la depredación de los recursos naturales a través del capital extranjero y las empresas trasnacionales. Nada ha cambiado en dos siglos. Las reformas del siglo XIX, en esencia, son las mismas que las del XXI, solo que más voraces. Esto también, porque la voracidad y depredación del siglo XIX era mucho menor que la actual.

 

El “proyecto de país” nunca ha sido incluyente, democrático y nacionalista. Por el contrario, ha sido excluyente, colonial y racista. Se favorecen ciertas regiones de los estados, a determinadas ramas industriales, comerciales, de servicios y agropecuarias, a determinados grupos de poder económico y político, se excluyen a la gente con cultura y fenotipos anahuaca. Además del intento permanente y sistemático de desaparecer la milenaria civilización Madre.

El “país de los criollos y para los criollos” es únicamente para hacer dinero sin ninguna responsabilidad, humana, social, cultural e histórica. Si se tienen las “palancas” necesarias, las leyes, las instituciones y las autoridades pueden estar a disposición de sus intereses, por más oscuros que sean.

México es “un territorio de nadie” donde no hay compasión, donde todo se vende y se compra al mejor postor. Sin embargo, tanto por el entorno global, donde nunca antes en la historia de la humanidad un puñado de personas y empresas ha tenido tanto poder, que han logrado privatizar en un mega “holding” a los gobiernos, las instituciones supranacionales, la banca mundial, el dinero, los medios masivos, las iglesias, el alimento, la salud, la educación y los partidos políticos.  Y por otro lado, ha sido tanta la torpeza, la corrupción y el desamor al pueblo y a la nación por los grupos de poder, que han secuestrado el bien común más importante del pueblo: “su gobierno”.

Estos dos funestos factores han consolidado el resquebrajamiento del Estado mexicano, hasta llevarlo a ser “un Estado fallido”. Por lo que en este país ya no existe “el Estado de derecho”, sino se sobrevive, primero con suerte y segundo, dependiendo del “poder” que se tenga. Es decir, vivimos en “la ley de la selva”, donde el más fuerte impone su ley y sus intereses.

Podríamos llegar a suponer que existen dos espacios de poder en “el país de los criollos para los criollos”. El del crimen organizado y el crimen “desorganizado”. El primero se subdivide a su vez en tres subgrupos: el grupo que temporalmente se ha apropiado de las instituciones (los políticos), y el grupo que tiene el poder económico (iniciativa privada) y el grupo que se dedica a los “negocios ilícitos”, pero con algún orden y una mínima “ética” o tradición.

El segundo grupo, el del “crimen desorganizado”, es el que se ha proliferado en los últimos años y como una “metástasis”, se ha infiltrado de manera exponencial en el tejido social. Esta “economía informal del crimen” actúa desorganizadamente y ha surgido producto de la crisis en los grupos “organizados”. Es decir, un país en una crisis económica endémica producto de empresarios y políticos corruptos e irresponsables. Con un sistema alimentario dependiente a las empresas trasnacionales que han ordenado la destrucción de la producción de alimento por parte de los campesinos. Con un sistema de salud destruido apropósito por las industrias farmacéuticas. Con un sistema educativo diseñado para formar ciudadanos ignorantes e inconscientes que alimenten al sistema. Con la corrupción total del sistema político. Todo esto produce gente desesperada y desquiciada, sin esperanzas y sin oportunidades, que toman por su propia mano el crimen, como una forma de sobrevivir. Son tantos y tan pequeños, que no se pueden “controlar” y además, no hay voluntad política, ni interés para hacerlo. Sin valores, sin educación académica, con mucha frustración personal y resentimiento social, esta gente roba y secuestra con saña desalmada y sin compasión. Este “negocio informal” del crimen, es lo que ha creado la irresponsabilidad de los grandes y corruptos empresarios, y sus achichincles, la clase política. El desamor a “sus compatriotas”, el desprecio a la vida y a la cultura, la irresponsabilidad social e histórica es lo que ha producido esta enorme desgracia en la que vivimos TODOS. 

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