Existe una narrativa muy añeja sobre lo que ha sucedido en estos cinco siglos desde el inicio de la invasión. Un discurso basado en mentiras y calumnias, repetido millones de veces, y que, se ha convertido en la historia oficial de los poderosos de este país, y la santa verdad de los pudientes. La esencia del discurso es, que los descubiertos no piensan, que fueron y siguen siendo primitivos y salvajes. En efecto, a partir de la agresión injustificada, hombres desalmados, asesinos y ladrones, llegaron a tomar lo que no era suyo y a tratar de destruir una de las civilizaciones más antiguas de la humanidad. Destruyeron las instituciones, las leyes y las autoridades ancestrales, que se habían creado a lo largo de milenios y que, daban la más alta calidad de vida alcanzada para todos los pueblos a través de los aportes en la alimentación, la salud, la educación y la organización. Esta calidad de vida, la urbanidad y la democracia participativa, no las tenía Europa que estaba saliendo de la oscura Edad Media.
Por el contrario, la narrativa colonial a través de sus tres dogmas, nos habla de que los descubiertos no eran seres humanos, porque no tenían alma, eran violentos, agresivos y peligrosos, y finalmente, eran demoniacos e idólatras, lo cual justifica la invasión. El discurso iniciado desde Cristóbal Colón y Hernán Cortés, así como todos los invasores de espada y crucifijo, nos describen como caníbales, ignorantes, hablantes de dialectos primitivos, sin escritura, sin las armas de acero y la rueda. Que se la pasaban en sangrientas guerras entre ellos, adorando cientos de dioses, construyendo adoratorios y centros ceremoniales para conocer el ciclo de la siembra, adorar al sol, el viento y el agua. Por tanto, la conquista, como la llaman ellos, fue necesaria y se tuvo que pagar un precio muy alto por ella, para civilizar, cristianizar e integrar a estos pueblos salvajes y primitivos al mundo civilizado y cristiano.
Esta narrativa, por supuesto que se encuentra en todos los textos del siglo XVI, escritos por los invasores de espada y crucifijo, que, además, pretendían borrar o justificar el abuso, el despojo, el epistemicidio y el genocidio a una escala descomunal. Hasta ese momento, nunca se había realizado un hecho de estas dimensiones y proporciones en la historia de la humanidad, en el Anáhuac comenzó la creación del colonialismo, el capitalismo, la modernidad y el llamado Sistema Mundo.
Después vino la neocolonización, cuando los criollos, después de ser excluidos tres siglos del poder por los gachupines, se independizan de España en 1821, y finalmente los expulsan en 1828, y crean su propio país, de ellos y para ellos, en donde los mestizos, los anahuacas y los afrodescendientes quedarán fuera del poder económico, político, educativo y cultural, integrados ahora, como clases subalternas para ser explotadas y despojadas. Los historiadores contemporáneos hispanistas siguen refritiando la narrativa añeja a un pueblo amnésico y sin conciencia. Por eso, el México imaginario habla de cuatro transformaciones desde 1824, pero no toma en cuenta los diez mil años de civilización ancestral, para ellos, eso que llaman ?México prehispánico?, no tiene valor y menos trascendencia para ?su país?, acaso solo un valor turístico para hacer negocios.
Pero esta narrativa es muy fácil de desmentir, con datos fríos y precisos, no con argumentos discursivos y retóricos. El problema es que el pueblo está totalmente colonizado y no se da cuenta de su situación. Percibe la realidad desde el pensamiento del neocolonizador, se piensa y se siente uno más de ellos. Cree que es igual a sus opresores y ve como algo natural la opresión y la exclusión, a pesar que gravita sobre sus vidas de mestizos desculturizados con aspiraciones de blanqueo de piel y mayor nivel de consumo. El pueblo no se da cuenta que, en este país, hipócritamente, todos los morenitos están excluidos para acceder a los círculos elevados de poder en todos los campos. Este país es solo para los euro mexicanos y extranjeros avecindados.
Pero resulta que la civilización invadida, saqueada y tratada de destruir, es por mucho, más elevada que la europea de ayer y de hoy. Porque hoy se sabe, que un pueblo que respeta a la naturaleza y es autosuficiente, es un pueblo muy avanzado. El futuro de este país y de la humanidad, radica en los pueblos y culturas ancestrales, hoy, tachadas de primitivas.
Pero, volviendo al punto de la entrega, amable lector. Con datos fríos se demuestra lo avanzado de la civilización del Anáhuac. Sus aportaciones y descubrimientos revelan la superioridad sobre los rapaces europeos. Los Viejos Abuelos inventaron el maíz, el chocolate y la vainilla, que hoy alimenta a la humanidad. Inventaron la democracia participativa más antigua y vigente hasta nuestros días. Inventaron el calendario más exacto de todos los tiempos, con cinco cuentas calendáricas: la lunar, la solar, la venusina, la de las Pléyades y la cuenta larga. Inventaron el cero matemático 500 años antes que los egipcios y la calculadora más antigua, el Nepohualtzinzin. Crearon el primer sistema de educación pública con un carácter obligatorio y gratuito, el juego de pelota más antiguo y vigente de la humanidad. Nunca utilizaron la moneda, ni la propiedad privada, no inventaron armas, crearon la democracia participativa más antigua y vigente del planeta, el método de cultivo que da tres cosechas al año, la milpa. Y es la civilización que construyó el mayor número de pirámides de la antigüedad.
Con estos datos, queda totalmente claro que los salvajes y primitivos, además de asesinos y ladrones, fueron los europeos. Son datos duros, no es un discurso, es la verdad. Vemos dos problemas fundamentales. El primero es que los descendientes de los invadidos, se creen descendientes directos de los invasores y no se dan cuenta que los extranjeros y sus descendientes son los que tienen todo el poder en lo que ellos creen que es su país. No tienen consciencia de su situación de explotación y exclusión. Segundo problema, que la explotación y los despojos, que iniciaron en el siglo XVI, se siguen ejecutando, pero con mayores proporciones. El pueblo invadido no se sabe y no se siente colonizado y cree en la narrativa y en los valores de sus depredadores. Piensa que este país es moderno y no una colonia disfrazada. Educayotl AC. Descolonizar es dignificar.