Para las personas que tienen un mínimo de información, sentido crítico y capacidad de análisis, saben que en este país vivimos en un sistema neocolonial, no solo de explotación del pueblo de manera inhumana y de la depredación irresponsable de los recursos naturales, sino, prevalece desde hace cinco siglos, un desprecio por el pueblo base, es decir, los descendientes de los invadidos desde hace cinco siglos. Un desprecio que se basa en los dogmas coloniales de que ?los descubiertos no eran seres humanos, eran peligrosos y demoniacos.
Existe un racismo y un clasismo exacerbado en las relaciones sociales, políticas, económicas, académicas y culturales. La casta divina de mega millonarios de este país, esas 16 familias que tienen el dinero suficiente para pagar la deuda externa y no se quedan pobres. Así como los millonarios, sean empresarios, comerciantes, ganaderos, agroindustriales, transportistas, rentistas, turisteros, etc., más la clase media alta, en general, son personas de tez blanca, de nobles apellidos o por lo menos ?compuestos?, tienen una forma de ver y entender la vida y el mundo muy ?occidentalizada?.
En efecto, estas personas por lo general sienten que sus raíces están en otras latitudes, presumen con verdad o mentira sus líneas consanguíneas con Europa y el Medio Oriente. Se dicen ?orgullosamente mexicanos?, pero siempre están poniendo de ejemplo a otros países y otras culturas. Desprecian lo propio y exaltan lo ajeno. Les molestan y desprecian a los humildes e indígenas, pero se saben despreciados y menospreciados por los extranjeros, a quienes tanto admiran, de ahí su sentido de frustración y su baja autoestima. En efecto, el criollismo se manifiesta de manera esquizofrénica, porque, por un lado, se siente superiores al pueblo anahuaca; pero al mismo tiempo, frente a los extranjeros se sienten menos. Siempre idolatran otros países y al mismo tiempo desprecian el que les ha dado asilo. El criollo vive en el laberinto de la soledad. Por ejemplo, el criollo español, en México se presuma hispano, pero en España, lo llaman con burla ?indiano?. No es, ni de aquí ni de allá.
Esta forma de pensar se le llama ?La ideología criolla?, que surge desde que los compinches de Hernán Cortés y sus descendientes, empezaron a ser desplazados por la burocracia de origen noble que llegaba de España a tomar el poder. El símbolo del criollismo lo inician los hijos de Cortés, que fueron siempre tratados por la nobleza y la burocracia como presuntos traidores a la corona y gente de poco fiar, debido a la intentona de tomar el control del Virreinato, lo que les costó la vida a todos los conspiradores y a los hermanos Cortés, el acuartelamiento en España. Después de tres siglos de contener su odio y envidia a los gachupines, en 1810, un criollo les grita en Dolores a los anahuacas, ?es hora de matar gachupines, vivan los reyes de España?, y en 1824, fundan su país de ellos y para ellos, donde la ideología criolla encontrará campo fértil para crecer.
La ideología criolla del Estado mexicano, insiste tercamente, en enfocar la historia del Anáhuac, en la tergiversada historia de los mexitin, después llamados mexicas por Tlacaélel, y posteriormente bautizados por el historiador norteamericano William Prescott, en su obra ?Historia de la Conquista de México? de 1844, como aztecas.
Para el Estado mexicano, de ideología criolla, es un imperativo desaparecer o empequeñecer los más de mil años de esplendor teotihuacano del periodo Clásico, y los casi ocho milenios de periodo Preclásico formativo, que iniciaron hace diez mil años en el Valle de Tlacolula con la invención del maíz y la agricultura, y que, durante 7800 años trabajaron en el desarrollo epistémico de los primeros cuatro niveles de la pirámide de la plenitud armónica tolteca, es decir, los sistemas de alimentación, salud, educación y el sistema de organización, que concluye con la aparición de la cultura olmeca en el año del 1500 aC.
Para el Estado mexicano es imperativo, porque se pretende mantener el discurso que inició Hernán Cortés y que las llamadas ?fuentes históricas del siglo XVI?, es decir, las mentiras, injurias e imprecisiones que básicamente escribieron los invasores con espada y los invasores con la cruz en la mano, hombres producto de la Edad Media europea, que con sus escritos pretendían exagerar sus imaginarias proezas, crear el mito que llegaron a civilizar y pacificar a pueblos salvajes y primitivos, justificando los crímenes de lesa humanidad que cometieron en su obsesión de enriquecerse.
En ese discurso, se pretende, reducir los 9500 años de historia ancestral anahuaca a los 196 años, de una falsa y mítica historia del inexistente y fantasioso ?Imperio Azteca?, quedando desaparecidos los momentos más luminosos y las acciones más importantes de una de las seis civilizaciones más antiguas de la humanidad y la que alcanzó la más alta calidad de vida para sus pueblos y culturas.
Con esta acción colonizadora de los gobiernos e instituciones coloniales del Estado mexicano, se refuerza en el subconsciente del pueblo, el centralismo y poder de ?Tenochtitlán-CDMX?, la supremacía cultural y religiosa de los criollos, parientes de los gachupines (el mito de que un puñado de españoles vencieron a un poderoso imperio). Se refuerza la idea inconsciente de un país dividido en dos partes, una pequeña de vencedores y otra mayoritaria de vencidos.
La ideología criolla es el alma, esencia y fundamento del poder en este país. El Estado, por medio del sistema educativo, los medios masivos, las iglesias y la iniciativa privada, tratan de que el pueblo no tenga memoria histórica e identidad cultural ancestral, para mantener el sistema neocolonial y así, seguir exprimiéndole grandes beneficios inmorales e ilícitos, como los hechos en los últimos 36 años del periodo neoliberal.
Esta forma deshumanizada de tratar al pueblo y el afán de enriquecerse a cualquier costo, depredando y contaminado las milenarias tierras del Anáhuac, no es exclusiva de los extranjeros y sus descendientes. Es una forma muy particular de ver y entender el mundo y la vida. Es una ideología que también está presente en algunos individuos de los pueblos anahuacas y campesinos, como los mandones y los caciques. Y por supuesto, que no todos los extranjeros y sus descendientes utilizan la ideología criolla para hacerse ricos. En la historia, desde Gonzalo Guerrero, pasando por Bartolomé de las Casas, Francisco Javier Mina y León Felipe, por citar solo algunos personajes que vinieron a dar lo mejor de sí mismos, a trabajar por los más humildes y enseñar lo que sabían.
La ideología criolla también está presente en esa gran masa de anahuacas que han perdido la memoria y la identidad cultural. Por la colonización cultural a través de la SEP, las universidades, los medios masivos de confusión, directa o subliminalmente, se les ha cultivado la ideología criolla y sus relaciones están impregnadas de la intención del abuso y el desprecio a las personas que poseen mayores elementos culturales anahuacas.
El criollismo, no es un asunto de color, morfología o cultura, es una ideología, una forma de pensar y actuar en el mundo en que vivimos, una forma de relacionarnos con las personas y los seres vivos.
Educayotl AC. 22/02/2021