Al canis latrans (perro ladrador) lo podemos encontrar desde Alaska hasta Panamá, Koyotl es su nombre en la “lengua que suena bien” (náhuatl) y en México es parte de nuestro ser profundo: Coyoacán, Netzahualcóyotl, Huehuecoyotl, Coyotitlan, Coyotepec, etc.
Por los códices y la tradición oral sabemos que el coyote es dador del fuego, intermediario entre el mundo del tonal y del nahual (el mas allá y este mundo) de la música y la danza, impulsor de la potencia sexual, del don de curar en los sueños, cambiador de formas, dominador de la ilusión transitoria, actor de mil personajes, seductor y tentador -pero no tirano, puede curar su grasa los dolores artríticos y reumáticos, al tener su piel o huesos el portador ve incrementada su potencia sexual , cualidades que lo hacen un símbolo de transposición mitológica, que tanto simboliza las cualidades positivas del fuego sexual como las cualidades negativas al abusar de esta potencia.
Personaje mítico, humorístico o absurdo, pero héroe mitológico que enseña las limitaciones del entendimiento, como en la historia india donde el koyotl se queda atrapado en un hueco de un árbol y no puede salir hasta que corta todo su cuerpo en pedacitos y los arroja fuera del hueco, una vez fuera reconstruye todo su cuerpo nuevamente y sigue su camino como si nada, recordándonos que cuando para la mente racional no hay salida, siempre hay otros recursos de los cuales hay que echar mano para resolver problemas (como la intuición o la inteligencia intrapersonal).
En los códices
En México se diviniza como Huehuekoyotl, el coyote viejo, en el amoxtli (códice) Telleriano Remensis (1995: fol.10 v.) se le identifica como una “energía tutelar” de los ñañus. Como Koyotl Inahual, “su nawal el coyote” la energía tutelar de los artistas plumajeros, muy cercano a Huehuekoyotl, se encarga de ataviar a Tezkatlipoka antes de que este fuera a Tollan a “probar” a Ketzalkoatl. También es encarnación del fuego creador para los ñañus de la Huasteca del sur, y se le asocia sin dudas al apetito sexual.
Su uso popular
A los hombres de carácter definitivamente astuto, hábil, adaptativo, seductor y versátil se les denomina coyotes, denominación muy positiva que refleja ese aspecto de este tótem tolteka.
Pero esta denominación también puede estar señalando características negativas de este tótem indígena, pues también a los hombres de carácter abusivo tanto en los negocios, empresas, así como en lo sexual, también se les llama coyotes.
Coyotes fueron llamados los españoles invasores en la sierra del norte de Puebla, por su comportamiento promiscuo y su naturalidad para engañar, de donde hemos adoptado el denominativo para los comerciantes astutos y especuladores, que engañan y echan el vaho a sus clientes, tal cual hacen con sus presas los coyotes.
También coyote es el encargado de pasar inmigrantes indocumentados a los Estados Unidos de Norteamérica, a quienes les es indiferente la forma de hacer su empresa, a veces resultando en la muerte de su “cargamento”.
Ahora resulta que cualquier intermediario transa o no, es coyote, de donde surgió un verbo nuevo: coyotear, que es nuevamente servir de intermediario para abreviar trámites o superar molestias legales, el coyote como conocedor e intercesor de dos mundos: el legal e ilegal hoy, el espiritual y material ayer. Y utilizamos a veces este arquetipo de forma picante, el coyote cojo, coyote ugly, que se prestan a infinidad de interpretaciones albureras; y si ya nos cansó saber tanto del coyote, vayamos a descansar al mundo onírico, pasemos a “echarnos un coyotito”.
Miguel Ortiz