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Genio y figura de Alfredo Lpez Austin

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Genio y figura de Alfredo Lpez Austin

Hermann Bellinghausen
Peridico La Jornda
16 octubre 2021.
Acaso se puede perder a alguien que nos hizo ganar tanto a sus lectores, sus discpulos y sus amigos? No perdimos a Alfredo Lpez Austin, ms bien ya lo habamos ganado para siempre. Es momento de hablar de l como uno de los mejores escritores mexicanos contemporneos, aunque le hubiera parecido una exageracin inaceptable, pues no era esa su intencin. Pero qu ms podemos pedirle a un escritor importante si no esa relacin graciosa con el lenguaje, con su escritura, con la expresin informativa y formativa de ideas, en su caso mediante los mitos y la historia. A gente como Alfredo, tan ntida en su proyecto intelectual y su actitud tica, paradjicamente no resulta fcil encasillarla.

S, antroplogo con un no-s-qu de arquelogo, que es como ms se le conoce. Abogado de profesin, lo cual no fue irrelevante para su sentido de la justicia. Le gustaba considerarse historiador. Ciertamente uno de los grandes mitlogos contemporneos a nivel mundial, fue inolvidable maestro universitario (un orgullo mayor de esos que tiene UNAM). Desde sus discrecin y humildad caractersticas, fue un compaero y gua incomparable para los pueblos indgenas, para los movimientos estudiantiles y para la inteligencia progresista. Todo un referente, como est de moda decir.

Hace cinco aos, en su 80 aniversario, este comentarista escriba aqu: ?Nadie como l para descifrar los mitos de los antiguos mexicanos, su pensamiento y su probable realidad cotidiana. Paciente y generoso, reparte su lucidez con erudicin y escritura privilegiada. Lector aventajado de Bernardino de Sahagn y sus informantes, de Francisco Hernndez y los cronistas de la Conquista, habitante espiritual de los cdices prehispnicos, siempre ha estado del lado de los pueblos vivos. Lee y escribe ese pasado indgena que permanece tenaz como nada en Mxico, el autntico profundo que conceptualiz Guillermo Bonfil.

La aventura intelectual de Lpez Austin se cuenta entre las ms emocionantes del Mxico contemporneo, siendo su piedra de toque Cuerpo humano e ideologa. Las concepciones de los antiguos nahuas (UNAM, 1980). Perseguidor del mito y sus consecuencias, a partir de que explic la cosmovisin del concepto fsico que tenan los nahuas de s mismos, afianz el pulso que gobierna su amplia produccin intachable. Esa que arranca en 1961 y lo hace prfugo de la abogaca: La constitucin real de Mxico Tenochtitlan?.

Genio y figura de Alfredo López Austin
Con humor casi clandestino, de su trabajo con el cuerpo humano extrajo, ora sí que digestivamente, una hermosa y vieja historia de la mierda, escatológicamente ilustrada por Francisco Toledo, quien la publicaría en Oaxaca. De las sobras del cuerpo a la mierda como obra de arte.

Su libro más leído, El conejo en la cara de la luna (1994), reúne una serie de ensayos brillantes, modernos, accesibles, muy bien escritos, que aparecieron originalmente en Japón y en Ojarasca desde cuando se llamaba México Indígena, dentro de la columna Mitologías que mantuvo entre 1990 y 1992, donde elabora y concatena mitos y tradiciones humanas de todas partes. Allí enmienda la plana a su fáustico precursor George Frazer, autor de La rama dorada por sus insostenibles comparaciones universalistas (en realidad colonialistas, por eso le encantaban a Borges), pues no tomó en consideración el contexto histórico de los pueblos. López Austin llamaba a no olvidar que, ?más allá de su valor estético, los mitos se entretejen ?o se entretejieron? diariamente en la vida de sus productores?.

Ahondando en la vigencia de los mitos, publica en 2015 Los mitos y sus tiempos con el peruano Luis Millones. Nunca descuidó los saberes prácticos que subyacen en muchos mitos, y en el corazón de los pueblos. Especialista, y a la vez grácil divulgador, como lo fuera su colega Miguel León-Portilla, en años recientes publicó bellos y amplios ensayos en la revista Arqueología Mexicana, acogido visionariamente por su directora Mari Nieves Noriega.

En otro largo ensayo, texto de textos, Tres recetas para un aprendiz de mago, proponía una explicación de los procedimientos mágicos para que estos sean entendidos como acciones lógicas dentro de un sistema de pensamiento. Acciones lógicas, sí, independientemente de que creamos o no en sus postulados ( Ojarasca de abril de 1993). Toda una declaración de principios. Nunca condescendió con misticismos postizos. Podía no compartir las creencias, pero tenía el pulso para ver y respetar como filosofía ese pensamiento otro.

La legitimidad de su opus se cimienta en el compromiso con los indígenas de carne y hueso. Consejero de los zapatistas y de los pueblos originarios que participaron en los Diálogos de San Andrés (1995-1996), en 1999 fue capaz de comprender la huelga del fin del mundo en la UNAM, la primera que no venía de las clases medias. Pocos maestros supieron respetar aquella desesperación juvenil.

También es el historiador de Tamoanchan y Tlalocan (1994) y su indispensable El pasado indígena (1996) en coautoría con su hijo Leonardo López Luján, a su vez un arqueólogo de altos vuelos.

Riguroso en extremo, Alfredo declinó participar en las reciente temporada del civismo oficial desatada por el presunto quinto centenario de la caída de Tenochtitlan. Evitó siempre el historicismo arbitrario, del mismo modo que fue inmune al vistoso revisionismo de los historiadores blancos y de derecha. En general, no cayó en las ideologías académicas, pero su obra resulta compatible con el variopinto pensamiento decolonial y anticolonialista que recorre toda América.

Como historiador, estudioso de los mitos y ejemplar figura pública cuando hizo falta, logró la empatía con ese pasado vivo que también buscó Guillermo Bonfil Batalla, y me atrevo a decir que, al tener la fortuna de presenciar el gran despertar indígena de 1992 a este 2021, pudo llegar aún más lejos en los caminos verdaderos del México profundo.

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