Es común en la historia de la humanidad, que cuando el poder se torna absoluto, infaliblemente se manifiesta autócrata e intolerante. En efecto, los grandes tiranos (y los pequeños también) encaramados en el poder no aceptan las críticas, ni siquiera las divergencias en la forma de pensar. Su palabra es la ley divina y sus deseos “la voluntad del pueblo”.
La intolerancia, que es la frustración de la incapacidad no manifiesta de no poder comprender y respetar el mundo y la vida. El autócrata intolerante ante su incapacidad y frustración usa la fuerza que le da el poder, para que su voluntad convertida “en la verdad” se imponga sobre los demás.
Para ello dispone de todos los medios, desde los más sutiles e indirectos, hasta los más grotescos y abyectos; contando para ello con un ejercito de “servile$$$ incondicionale$$$”.
Porque la intolerancia siempre viene acompañada por la ilegalidad, pues en una sociedad democrática y plural, siempre se encontrarán ideas y juicios diferentes sobre un mismo aspecto. Esta diversidad de criterios son en sí mismos una riqueza y un potencial social. Una sociedad plural y abierta, es necesariamente una sociedad democrática.
No todos debemos pensar igual que aquel que esta en el poder y no todo el que esta en el poder, por decreto tiene la razón y la verdad en las manos. No sólo se puede estar en desacuerdo, sino que es una obligación moral y ciudadana manifestar -dentro de los causes del derecho y la norma social-, las diferencias de criterio. Si a la autoridad nadie se atreve a señalarle, ya no sus errores, sino las discrepancias en la percepción de las cosas con ella, su autoridad real pierde fuerza y moralmente declina en el autoritarismo.
Es un error pensar que nadie puede disentir de las autoridades, mientras este disentimiento entre en la norma del derecho. Sólo un criterio mediocre y servil podría suponer que el ciudadano no puede manifestar sus ideas y sus críticas a las autoridades.
Un gobierno más fuerte es aquél que acepta las críticas, y resulta más democrático cuando no sólo las acepta, sino que si tienen la razón corrige los errores. Eso lo único que demuestra del gobernante es sabiduría, madurez y grandeza. Ahora también habrá que señalar honestamente que, no todas las críticas necesariamente son acertadas, porque también los críticos se equivocan.
Este es el caso del Maestro Francisco Toledo, quien en varias ocasiones ha manifestado públicamente sus críticas y desacuerdos a través de PRO-OAX A.C. a decisiones gubernamentales que afectan al Patrimonio Cultural y Natural de Oaxaca según el criterio de este grupo de ciudadanos, encabezados por el artista.
Todos sabemos que el Mtro. Toledo no sólo se ha dedicado en “cuerpo y alma” por el bienestar de Oaxaca, sino lo que muy pocos han hecho, ha donado inmuebles y una considerable cantidad de dinero, en favor de varios proyectos de promoción y rescate del Patrimonio Cultural y Natural de Oaxaca.
No es motivo de estas líneas tratar de definir si ha tenido razón o no la ha tenido en algunos de sus desacuerdos con las medidas oficiales. Lo que resaltamos son dos cosas básicamente. La primera es el justo derecho que los ciudadanos tienen de criticar y disentir de algunas de las decisiones tomadas por las autoridades, pues como ya dijimos, las autoridades no son infalibles y también se equivocan. La segunda es que no es correcto ni moralmente ético, que se busque disminuir o minimizar sus críticas con una permanente campaña de burla y sarcasmo a través de los medios.
El Maestro Toledo ante todo es un hombre muy respetable, no sólo por su fama nacional e internacional como artista plástico; sino fundamentalmente como ciudadano ejemplar, preocupado por los bienes y servicios culturales que él mismo ofrece gratuitamente al pueblo de Oaxaca, como las iniciativas ciudadanas que él encabeza para preservar el Patrimonio Natural del estado. Un ciudadano que se pasa el tiempo preocupado, ayudando y apoyando causas humanistas, es un ciudadano ejemplar al que ante todo, tendrá que tratársele con todo respeto, pues no es un ladrón, un corrupto o un demagogo del pueblo.
Las personas que prestan sus nombres y sus consciencias para atacar y escarnecer el prestigio del Maestro Toledo, se les olvida que en Oaxaca existe una Hemeroteca y que dentro de cincuenta años, cuando nadie se acuerde de los poderosos y efímeros políticos de nuestros tristes días; sí un nombre se ha de recordar de los oaxaqueños de “finales del siglo pasado”, será el de Francisco Toledo. De modo que si estas “plumas baratas” que cotidiana y gratuitamente agreden al distinguido artista, tienen familia, sus nietos les dará pena leer lo que su abuelito escribía de un ilustre oaxaqueño.
De modo que podemos estar en desacuerdo con lo que piensa y hace el Maestro Francisco Toledo (porque él también se equivoca) o cualquier otro ciudadano, pero lo que no se vale, es que se convierta en blanco de burlas y sarcasmos, porque eso es faltarnos al respeto a todos los oaxaqueños. Visite www.aquioaxaca.com