Prueba de flotante
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En las últimas décadas del Siglo XX y hasta la fecha, creo que nadie fue tan admirado por su quehacer musical a favor de nuestras raíces prehispánicas que el músico e investigador Jorge Reyes. Su visión y madurez musical le dieron esa facultad de experimentar dentro del fascinante mundo de nuestro pasado, creando así su propia teoría sobre la magia del sonido de nuestros ancestros. Jorge fue un contador de historias, tejedor de sueños ; el que se pintó en la cara a la muerte. y se transformó en chamán para conversar con los astros contemplarse a sí mismo.
Reyes fue un hombre sencillo, tanto que de ahí provenía su grandeza y su facilidad para hacer poesía con sus instrumentos y su propio cuerpo. El ruido del campo lo atraía como también los sonidos de la lluvia, el viento y el mar al tiempo que se deleitaba con la luz del Sol y la Luna de la que parecía que se impregnaba durante sus audiciones. Tal vez por lo anterior, su música fue reconocida muy lejos de su país, porque tenía como cualidad un lenguaje único y universal y con el que siempre llegó a comunicarse con sus dioses, musas y criaturas que lo rodearan.
Para ser amigo de Jorge, bastaba solo eso, ser amigo, aun así le conocí pocos, de esos que llaman verdaderos, como aquel gran poeta ya fallecido Roberto Vallarino, apodado “ El Maligno”, con quien pasábamos tardes muy agradables discutiendo de las genialidades de ambos. Eran los años ochenta, era el tiempo en que Jorge aun tenía su grupo de rock con bajo el nombre de Chac- Mool . También era el tiempo en que mi hijo Fernando, (de unos siete años en aquel entonces) se sentaba en el pequeño escenario de la Librería Gandhi para disfrutar la música del grupo.
Años después, todo terminó, como si una tormenta de arena arremetiera contra los sonidos que de él emanaban, y así, de repente Jorge murió cuando La Muerte, con la que por cierto tuvo buena amistad, decidió llevarlo, por los caminos de la eternidad, seguramente acompañados seguidos los sonidos del teponaztli, palo de lluvia, caracol y tenabaris. La verdad es que resulta fascinante escuchar las creaciones de Jorge Reyes, porque tienen el don de transportar al mundo de la naturaleza y espíritu de nuestros ancestros, así lo constataron miles y miles de personas que abarrotaron sus audiciones en espacios como el del Centro Escultórico de la UNAM, donde Jorge recibió aquel eclipse total que ,gracias también a su música, hizo de este fenómeno, un día inolvidable.
Lo único que no le perdono es que se fueron y no me esperaron.