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EL ESPÍRITU DE MONTE ALBÁN

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En el centro geográfico de una de las civilizaciones más antiguas del mundo, nace deslumbrante la majestuosa Montaña Sagrada de Monte Albán, llamada por los Viejos Abuelos zapotecos “Daany Beédxe” (La Montaña del Jaguar).

El Valle de Oaxaca será el punto central del desarrollo y expansión del antiguo pueblo zapoteca.

El milagro de la existencia del espíritu humano, dejó testimonio de su aspiración celeste, por trascender los limitados espacios de la efímera materia que lo contiene. De esta manera, Monte Alban resulta una evidencia reveladora e innegable de su inconmensurable capacidad para transformar la materia en función del espíritu.

Monte Albán representa una expresión de la grandeza del espíritu humano. Como todas las sabias civilizaciones del mundo, los antiguos mexicanos buscaron en el vértice superior de su desarrollo humano, la trascendencia espiritual de su existencia material!

La civilización del Anáhuac nace en el sexto milenio antes de la era cristiana. Junto con Egipto, Mesopotamia, China, India y la llamada Zona Andina, formará parte de las seis civilizaciones más antiguas del planeta con un origen autónomo, lo que implica que ningún otro pueblo les trasmitió conocimiento alguno.

De la invención de la agricultura a la primera traza de Monte Albán, transcurrieron cinco mil quinientos años, en donde se tuvo que sentar las bases de lo que después se convertirá en el "milagro espiritual" de la Montaña Sagrada.

En efecto, los antiguos pueblos mesoamericanos, nuestros "Viejos Abuelos", requirieron primero satisfacer sus necesidades básicas de subsistencia material, para miles de años después, entrar en el inconmensurable y maravilloso universo de la plenitud del desarrollo espiritual de su existencia. Para ello, primero crearon un eficiente sistema alimentario. No sólo domesticaron las plantas, sino que a diferencia de las otras "civilizaciones Madre", nuestros Viejos Abuelos, lograron a través de investigaciones biogenéticas, transformaron el Teozintle, que es un pasto pequeño, en la maravillosa y generosa planta del maíz, hoy sembrada en todo el mundo. Es por ello que los mexicanos somos la cultura del maíz.

La comida en el México Antiguo fue la base y sustento de su desarrollo material y su esplendor espiritual. No se puede imaginar Monte Alban, Mitla o Yagul, sin este decantado y eficiente sistema alimentario, que impulsó este desarrollo humano. Los Viejos Abuelos crearon una sofisticada, compleja y exquisita "cocina" que, nos llega hasta nuestros días.

Las tortillas, los chiles, las calabazas, el fríjol, el amaranto, el cacao, la vainilla, las salsas, los nopales, el amaranto, plantas silvestres, frutos, insectos, animales domesticados como el guajolote y el perro llamado xoloescuincle, conformaron su sólida base alimentaria. Aunque no eran vegetarianos, porque en su dieta se contemplaba de vez en cuando y sobre todo en ceremonias y fiestas, el guajolote y xoloescuincle, se cazan patos, libres, venado, armadillo y se pescaban peces de agua dulce y se importaba de la costa pescado salado.

Finalmente no podríamos imaginarnos el prodigio espiritual de Monte Albán sin el sistema alimentario que lo generó. En efecto, la milpa permite que un hombre pueda en un espacio muy reducido de terreno, sembrar maíz, fríjol, calabaza y chile, trabajar cuatro meses y darle de comer a su familia durante una año. Esos 8 meses de "libertad creativa", que la sabiduría de un sistema eficiente alimentario le permiten al ser humano invertirlos en un trabajo espiritual, nos permiten entender el descomunal esfuerzo material que hicieron los antiguos zapotecas a lo largo de más de mil trescientos años interrumpidos de un infatigable impulso constructor, que posibilitó la nivelación de la plaza principal en lo más alto de la montaña, la extracción de miles de toneladas de roca ubicada a 14 kilómetros de distancia y subirla a cuatrocientos metros de altura. Este colosal esfuerzo humano, se realizó sin herramientas metálicas, sin maquinaria, sin el uso de la rueda o animales de carga, y sólo se pudo lograr gracias a un excelente sistema alimentario, que proveyera a lo largo de cientos de años, la energía suficiente para que los antiguos zapotecas cristalizaran sus aspiraciones espirituales más elevadas en la Montaña Sagrada.

La civilización del México Antiguo por múltiples culturas que la representan en tiempo y espacio, es una sola civilización. Los zapotecos creadores de Monte Albán compartían las mismas aspiraciones y conocimientos que los mixtecos, mayas, nahuas o totonacos. Sin embargo, se debe subrayar que Monte Albán nacerá quinientos años antes que Teotihuacán y existen algunas hipótesis en el sentido de que sí Veracruz y Tabasco son la génesis de la cultura Olmeca en el período Preclásico; Oaxaca pudo haber sido el centro generador de la cultura en el período Clásico, conocido también como el esplendor mesoamericano.

Lo cierto es que Monte Albán hunde sus raíces en el tiempo sagrado y será un puente entre el mundo náhuatl y el mundo maya, entre Norte América y Centro América.

Monte Albán, la Montaña Sagrada es el resultado de más de cinco mil quinientos años de desarrollo humano; desde la invención de la agricultura, la milpa y el maíz, en el años seis mil antes de Cristo, hasta el año quinientos antes de la era, cuando los antiguos zapotecas hacen el primer trazo de lo que será Monte Albán.

En efecto, Monte Albán empezará su centenario proceso constructivo en el año quinientos antes de Cristo.

Por ello la influencia que recibirá es la de la cultura madre. La presencia Olmeca se puede apreciar en las estelas llamadas "los danzantes.

Un dato revelador es que la planta arquitectónica de la Fase 1, se mantendrá inalterada hasta el momento de su abandono, próximamente en el año 850 de la era cristiana. Lo que nos indica que para lo que fue diseñado este recinto funcionó, permanente y adecuadamente durante mil trescientos años. Lo cual nos revela una continuidad en su uso y en sus fines.

Otro elemento importante para entender el milagro de Monte Alban representa la invención de un eficiente sistema de salud. En efecto, después de la seguridad del alimento, lo que requiere una sociedad es mantener la salud.

La milenaria civilización del Anáhuac inventó, desarrolló y perfeccionó, a lo largo de miles de años, uno de los sistemas de salud más avanzados de la humanidad y que hasta la fecha, mantiene vivos sus conocimientos y sus prácticas curativas en toda la geografía nacional.

México posee el 75 % de la biodiversidad del planeta. Los "Viejos Abuelos" conocían perfectamente todas las plantas, los insectos, animales y minerales de su mundo. Así mismo, conocían con asombrosa perfección la anatomía y la fisiología humana, lo que les permitió, no sólo realizar asombrosas y complejas trepanaciones, sino que penetraron en campos de la energía humana, lo que les facultó para entender la naturaleza profunda de las enfermedades.

Herencia de esta sabiduría ancestral, hoy la encontramos en los curanderos y chamanes de los pueblos indios de México. Testimonio de este conocimiento están los hombres y mujeres de conocimiento mazatecos, que han hecho de Huautla, un punto de interés mundial como el Tíbet o la India. Bástenos recordar el códice Badiano, que recoge una mínima parte de esta sabiduría curativa.

Pero para entender el milagro constructivo, que de manera sostenida se realizó a lo largo de más de mil años los zapotecos mantuvieron de manera inflexible y permanente, debemos de pensar en la creación y desarrollo de un eficiente sistema educativo, que posibilitara, la "retroalimentación" en las nuevas y sucesivas generaciones, con el mismo proyecto social.

En efecto, un proyecto social de esta envergadura representa el anhelo más decantado de un pueblo y requirió del concurso de muchas generaciones. Monte Albán no pudo ser obra de una mente sedienta de un limitado poder temporal.

Monte Albán representa un esfuerzo compartido por muchas personas a través de muchos años y de generaciones enteras por explorar los insondables misterios del potencial espiritual del ser humano.

Ninguna dictadura ha durado mil trescientos cincuenta años. Monte Albán no fue echo con esclavos ni con látigos. Responde en cambio a la máxima aspiración de cualquier ser humano consciente y de todos aquellos pueblos milenarios que un día llegaron a su madurez existencial y que buscaron en la vida, la divina oportunidad de trascender su limitada existencia material.

Los antiguos mexicanos; al igual que los egipcios, los chinos o los hindúes, buscaron en el cenit de su conocimiento, la luminosa esencia de la existencia humana. Monte Albán representa un símbolo espiritual afanosamente esculpido en la roca.

Monte Albán debió ser un centro de conocimiento, donde se estudiaba e investigaban campos de la energía y la conciencia humana, que en nuestros días, nos parecerían totalmente increíbles.

Por ello la educación en el México Antiguo fue una de las instituciones más desarrolladas e importantes. A la llegada de los españoles en 1519, en el período postclásico decadente, cuando habían pasado más de seis siglos de que Monte Albán y Teotihuacán habían sido abandonados, no existían niños sin escuela.

En efecto, la educación era obligatoria y gratuita. Existían muy probablemente desde el año 1500 antes de Cristo, tres instituciones educativas. El Telpochcalli era la escuela de los jóvenes en donde se forjaban "rostros propios y corazones verdaderos". Se iniciaba desde los siete años y se abandonaba cuando los jóvenes se casaban. Aquí se formaban, "los ciudadanos", a partir del aprendizaje de los conocimientos básicos de su cultura y su sociedad.

El Cuicacalli era la casa del canto, un centro cultural donde a base de "flor y canto" se enseñaba la sabiduría y la belleza a través de las artes.

El Calmécac era la casa de la medida, lugar de altos estudios donde asistían los jóvenes más adelantados que servirían como dirigentes, administradores y sacerdotes.

Muy probablemente Monte Albán, como las zonas arqueológicas más importantes del período clásico, fueron centros de investigación de un conocimiento que ahora la cultura occidental no valora debidamente, pero que todas las civilizaciones más antiguas lo trabajaron coincidentemente.

Mientras actualmente Occidente finca su potencial en la liberación de la energía de la materia, las civilizaciones antiguas buscaron la liberación del espíritu de la materia. Dos formas distintas de entender el mundo y la vida.

Monte Albán, no pudo ser una "ciudad", pues el agua siempre ha estado a 400 metros abajo en el río Atoyac y en toda la historia de la humanidad, las ciudades siempre se asentaron al lado de las fuentes del vital líquido.

Monte Albán, no pudo ser una fortaleza, porque en el período clásico no existieron las guerras y su arquitectura no es militar, aunque en el período postclásico, ya abandonado, fue usado como fortaleza en las guerras que libraron los zapotecas en contra de los mixtecos.

Monte Albán, no pudo ser un palacio, pues su arquitectura no concuerda con el espacio humano de casa-habitación y en el período clásico no existieron los Señoríos.

Monte Albán, no pudo ser un panteón, aunque en el período postclásico, los pueblos decadentes usaron sus ruinas abandonadas y cubiertas de tierra, para enterrar a sus ilustres muertos.

Finalmente, Monte Albán, no fue creada como centro turístico, aunque en la actualidad sea visitado por viajeros de todo el país y el mundo entero. La carretera, el estacionamiento, el museo, la tienda y el restaurante se ha construido con otro fin, diferente a su propósito original.

Para mantener el proyecto constructivo durante más de mil trescientos cincuenta años consecutivos, se requirió contar, además de un sólido sistema alimentario, un eficiente sistema de salud, de un eficaz sistema educativo.

Por fuerza necesaria se requirió contar con un sólido sistema jurídico y de organización social. Mover cientos de miles de toneladas de tierra para aplanar a mano una montaña, explotar profundas canteras, transportar kilómetros enteros esas pesadas rocas, subir millones de toneladas de piedras a 400 metros de altura y con ellas, realizar una exquisita y asombrosa talla, para ensamblar un conjunto de construcciones (que por sus dimensiones y medidas, no pudieron ser de uso común), se requirió de un sistema de organización para mantener el mismo proyecto constructivo cientos de años y en sucesivas generaciones en el seno de la sociedad.

En efecto, el milagro de Monte Albán no se puede entender cabalmente sin la dimensión social que fue la base y la esencia de su construcción.

Monte Albán no fue construido por esclavos y dictadores. Monte Alban fue un esfuerzo compartido por el milenario pueblo zapoteco y sus venerables maestros, que con su inconmensurable sabiduría sobre el potencial espiritual de los seres humanos, escribieron una de las páginas más luminosas de la historia de la humanidad.

Esta sabía organización social, basada en principios y valores universales, permitieron que los zapotecos consumaran su maravillosa obra espiritual en lo más alto de la montaña, donde la piedra se convirtió en testimonio viviente del espíritu.

La sabiduría y experiencia humana, acumulada a lo largo de más de tres mil años, en torno a la organización social, sus derechos y sus obligaciones, nos llega hasta nuestros días de manera casi intacta.

En Oaxaca se mantiene vivo el deporte más antiguo de la humanidad, que se ha sostenido casi inalterado, durante los últimos tres mil quinientos años. Nos referimos al juego de la pelota mixteca.

En Oaxaca el pasado es presente y futuro al mismo tiempo, cerrando el círculo sagrado del tiempo.

En efecto, en el Estado de Oaxaca existen actualmente 570 municipios, casi una cuarta parte de todos los existentes en la nación, y en la mayoría de ellos la comunidad se rige por "usos y costumbres". De esta manera el Sistema de Cargos sigue vigente de cara al siglo XXI y es indiscutiblemente el pivote del desarrollo comunitario. El "Tequio", el trabajo voluntario y sin remuneración, sigue siendo una institución en las comunidades indígenas y campesinas de Oaxaca, así como la Guelaguetza, la gozona y la fajina.

En la asamblea se toman las disecciones que afectan al pueblo y el principio de servicio a la comunidad, sobre cualquier otro principio o valor, sigue vigente el eje rector de la vida comunitaria. El espíritu de Monte Albán se expresa en el equilibrio que guarda la Montaña Sagrada, entre el espíritu y la materia, entre la montaña, el valle y las cadenas montañosas que lo rodean. Monte Albán se yergue como un náufrago en medio de un mar de montañas.

El equilibrio de sus masas rocosas con sus espacios etéreos, entre la sombra y la luz, entre lo divino y lo terreno. El equilibrio es el factor que multiplica todas las percepciones y al mismo tiempo es su sumatoria.

En Monte Albán el cielo y la tierra se logran milagrosamente tocar por el hechizo del espíritu humano. La civilización del Anáhuac, es una sola, por múltiples que sean las culturas que en tiempo y espacio hayan expresado su sabiduría.

 

Los zapotecas, tienen la misma raíz de conocimiento que los mixtecos, mayas o nahuas, el mismo pensamiento filosófico que engendró este milenario proceso de desarrollo humano en busca de la perfección, de la luz.

El misticismo y espiritualidad de los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos que impulsó por más de mil años el milagro constructivo de Monte Albán, sigue vivo en el seno de la vida cotidiana de los zapotecas de hoy.

En estos quinientos años se ha desarrollado un abigarrado sincretismo cultural, pero la esencia místico-espiritual sigue siendo casi la misma. La forma ha cambiado, el fondo sigue intacto.

La milenaria búsqueda de trascender la existencia meramente material de la vida y penetrar a los campos inconmensurables de lo divino y de lo sagrado; de lo trascendente!

Sólo así se entiende el prodigio de Santo Domingo de Guzmán, La Soledad o la capilla del Señor de Tlacolula, por nombrar sólo tres ejemplos de un sin fin de testimonios espirituales esculpidos en la materia.

El pueblo de Oaxaca es heredero del linaje de los hombres y mujeres sabias que durante cientos de años, buscaron la luminosa conciencia del espíritu. Sólo a través de "flor y canto", el espíritu se libera de las terrenas cadenas que lo sujetan a esta efímera realidad. Flor y canto, fue y sigue siendo para los oaxaqueños, belleza, sabiduría y fiesta.

Sólo así se puede entender en su profunda dimensión la fiesta de las fiestas; La Guelaguetza, que no sólo convoca a cientos de personas de las 8 lejanas y apartadas regiones del estado, sino de más de 12 mil almas que el segundo y tercer lunes de Julio de cada año, se reúnen en el Cerro del Fortín, para dar al público asistente sus bailes y música, que los identifica y los une. La Guelaguetza representa el crisol donde se funden miles de personas en un rito milenario con el paisaje, la montaña, la danza y la música. "Flor y canto y el espíritu humano en armonía".

Desde la más remota antigüedad, los oaxaqueños suben atávicamente caminado los cerros sagrados para realizar "ceremonias", en donde a través de "flor y canto", el corazón brota y florece.... se estremece!

Después de conocer Monte Alban, después de recorrerlo y sentirlo en toda su dimensión espiritual, no podemos más que preguntarnos por el paradero del pensamiento que lo concibió.

En efecto, antes que el gran esfuerzo humano por construir este impresionante monumento al espíritu humano, que consumió grandes cantidades de energía, antes que los millones de toneladas de tierra y cantera desplazados, antes de pensar en su larga existencia durante mil trescientos años y en todos aquellos cientos de miles de personas que por generaciones vivieron y murieron en este proyecto espiritual, tenemos por fuerza que preguntarnos.....

¡Cuál fue el pensamiento filosófico que lo concibió, cuál fue su función, su objetivo real, ... lejos ya de las colonizadoras historias que desde hace quinientos años han condenado a la esterilidad espiritual y filosófica, las más altas creaciones de la civilización del Anáhuac.

Porque después de estos quinientos años, después de que sabemos que los antiguos mexicanos fueron una de las civilizaciones más antiguas del planeta, que inventaron el cero matemático, que conocían con asombrosa exactitud el movimiento del planeta y la compleja mecánica celeste, que eran capaces de realizar trepanaciones exitosas, que eran capaces de conocer a la perfección las matemáticas, la física, la biología, la botánica, la zoología, la medicina humana. Que dejaron testimonio de su grandeza estética en la arquitectura, la escultura, el muralismo, la cerámica, los textiles. Que sabemos que eran excelentes lapidarios y talladores, que llevaron a la joyería a niveles excelsos. Que tenían un sistema exacto de registro, que tenían bibliotecas donde los códices eran guardados como la memoria misma del pueblo. Que habían desarrollado un sistema de organización social justo y perfecto, que habían desarrollado un sistema asombroso y numeroso de exquisitas y complejas lenguas que sobreviven hasta nuestros días, que habían creado un eficiente sistema de educación y de salud. Que inventaron el deporte más antiguo de la humanidad, que sigue vivo hasta la actualidad.

No podemos seguir tratando de ignorar la grandeza de su filosofía de su concepción superior de la vida y del mundo. Condenando a nuestros sabios abuelos a ser un pueblo "primitivo", adorador de la naturaleza, dedicado tan sólo a una rudimentaria agricultura de subsistencia, sacrificando doncellas y realizando pintorescas ceremonias paganas.

Monte Albán, Teotihuacán y Chichen Itza, entre muchos otros centros de conocimiento del México Antiguo, nos revelan un claro proyecto de desarrollo humano que buscaba, como todos los pueblos antiguos del mundo, la trascendencia de la existencia.

La búsqueda milenaria por liberar el espíritu de la materia.

Al igual que China o India, que son civilizaciones tan antiguas como la nuestra, nuestros Viejos Abuelos desarrollaron y decantaron un orden superior de ideas y conocimientos sobre el espíritu humano, sobre la vida, la muerte y el mundo.

El legado más grande de Monte Alban, no se encuentra depositado en la materia ruinosa que le conforma.

Monte Alban representa un patrimonio espiritual para México y el mundo, que espera paciente el momento luminoso de su revelación exaltadora.

El futuro de México se encuentra en su pasado. El desafío del futuro es que descubramos la herencia espiritual de Monte Alban, en el fondo de cada uno de nuestros corazones.

 

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