Cursos

Podcast

Canales Youtube

Visitantes

37,084,418

DESPERTAR INDÍGENA EN CANADÁ

Hits:1195


<br> DESPERTAR INDÍGENA EN CANADÁ
[John Ralston Saul The Comeback (El regreso) Penguin Canada Books, Toronto, 2014. 292 pp.]
HERMANN BELLINGHAUSEN
Ojarasca 269, Periódico La Jornada.
También en Canadá hace aire. Desde 2012 hay un potente regreso de los pueblos originarios, sometidos como en todo el continente. Quizás menos violento que en Estados Unidos, el genocidio de los pueblos alcanzó grandes proporciones, y aun así los indígenas hoy se cuentan, según el censo oficial de 2016, en un millón 670 mil 785. Se asume que rebasan los dos millones. En la inmensa extensión de la América boreal se hablan todavía 70 lenguas, lo cual representa un fracaso de la Corona británica y el gobierno, que se propusieron desaparecerlas todas. Para disminuir drásticamente la población indígena operaron menos las guerras y más la miseria del vencido, el despojo territorial por incesantes oledadas de colonos europeos y las enfermedades nuevas que éstos trajeron. Las Primeras Naciones descendieron de dos millones de personas a ciento cincuenta mil hacia principios del siglo XX.

Un alto porcentaje de la población considerada ?aborigen? (para diferenciarla de los ?nativo americanos? estadunidenses), que representa el cinco por ciento de la población canadiense, asume la identidad métis. Cerca del 40 por ciento. Son producto del indiscriminado desarraigo de generaciones enteras de niños indígenas para llevarlos a lejanas escuelas donde se les civilizaría a como diese lugar, y entre más olvidaran de dónde venían o su lengua originaria, mejor. Los desarraigados se entremezclaron además con colonos de diversos orígenes europeos, creándose una casta intermedia, a fin de cuentas plebeya e indígena, y como tal fue tratada. O peor. Apenas en 2012, coincidiendo con las grandes protestas indígenas de Idle No More, se reconoció legalmente a los métis como aborígenes, con los mismos derechos que las naciones originarias. Muchos de ellos viven en ciudades.

Desde luego, están las decenas de pueblos originarios existentes en la mitad sur de Canadá: las Primeras Naciones. Además el gran Ártico, al norte, se encuentra poblado por los diversos pueblos inuit, que ocupan hace siglos grandes extensiones ?vacías? que, como ocurre en las selvas tropicales, los bosques y los desiertos, para el insaciable capitalismo contemporáneo vuelven a ser sinónimo de ?tierras de nadie? que las mineras, petroleras y otras industrias pueden ocupar a su aire. Como en Brasil, México, Chile, Estados Unidos y Guatemala, en Canadá el Estado garantiza el avance de los inversionistas sobre la suculenta wilderness.

Sirvan estos trazos gruesos para ubicar el fervoroso alegato de John Ralston Saul que reivindica la historia verdadera de la conquista del Canadá salvaje y de cómo fue civilizado y ocupado por gente de razón, británica y francesa, que firmó tratados, hizo promesas y olvidó, olvidó todo, estableciendo una historia única, colonial, blanca. A dicha nación de 37 millones de personas se dirige Saul. Su empleo del ?nosotros? vuelve a El regreso un ?¡escucha, canadiense!? de intensa relevancia.

Así resume Saul su tesis: ?En los pasados cien años, los pueblos aborígenes han venido haciendo un retorno notable después de haber tocado el punto más bajo de población, respeto legal, estabilidad civilizatoria. ¿Regreso a qué? A una posición de poder, influencia y creatividad civilizatoria?.

Buscar