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La invasión de 1846-1848. V: Reporte del Lejano Norte de México de 1821 a 1826.

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 La invasión de 1846-1848. V: Reporte del Lejano Norte de México de 1821 a 1826.
Este capítulo está basado mayoritariamente en el libro clásico del maestro David J. Weber, The Mexican Frontier 1821-1846, the American Southwest Under México. Hasta Antes de su publicación la narrativa histórica americana en el tema no tomaba en cuenta la experiencia mexicana de la región. Los libros que se publicaban lo hacían comenzando la historia de 1846 en adelante y geográficamente del Rio Grande hacia el Norte. De igual manera los historiadores mexicanos ignoraban la región y aunque siempre se mencionaba la perdida de los territorios, la historia del lejano norte de México se evitaba y solo se ponía énfasis en los sucesos acontecidos del Rio Bravo hacia el sur. La obra de Weber me influyo a tal grado que le dio rumbo a mi enfoque histórico; de estudiar historia universal a concentrarme en la región del suroeste de estados unidos. Aunque no es el único libro que uso para este documento, recurrí a una docena, es en el cual me baso para este artículo. Se puede decir que la mayoría de los trabajos de investigación son de su autoría, yo solo hice una reseña de su trabajo y lo adapte a mi tesis para explicar el por qué México perdió la guerra y los territorios de una manera tan desastrosa.

 La invasión de 1846-1848. V: Reporte del Lejano Norte de México de 1821 a 1826.En los primeros 25 años de vida independiente el lejano norte de México, lo que es hoy el oeste estadounidense, paso por un proceso de cambios estructurales en lo político, económico, militar, religioso y demográfico que altero de manera abrupta su sociedad. Después de 1821 el nuevo gobierno independiente de México quiso continuar con el proceso de colonización iniciado por España, pero no lo pudo continuar con éxito. En su contra estaban la expansión hacia el oeste de la joven nación estadounidense y el avance del imperio ruso que codiciaba el pacifico desde Alaska hasta California. Los ingleses querían extender su esfera de influencia tanto en California como en Texas. Los comanches y apaches amenazan la existencia de las poblaciones asentadas y obstaculizaban el crecimiento de nuevas poblaciones. Este era el panorama que de 1821 a 1846 enfrento la nueva república para desarrollar la región y unirla con el resto de la nación.

El lejano norte de México estaba compuesto por tres grandes provincias; Nuevo México, Tejas, Alta California y en menor escala por la parte norte del estado de Sonora, la región de la mesilla. En 1598 los españoles en busca de riquezas y tierras nuevas se asentaron en Nuevo México; plantando misiones, fuertes militares y pueblos. Este mismo patrón se continuaría en el norte de Sonora en 1700, Tejas 1716 y Alta California 1769. Para 1821 al consumarse la independencia Nuevo México tenía alrededor de 30,000 habitantes hispanohablantes, Alta California; 3,200, Tucson y sus alrededores; 1000 y Tejas 2,500. La provincia de Tejas perdió población debido a su involucramiento en la lucha por la independencia. Para 1809 Tejas tenía entre 3,200 y 3,500 gente de razón, fue la única provincia que tuvo ese retroceso. Alta California solo tuvo un menor incidente en 1818; Hippolyte de Bouchard saqueo la pequeña capital Monterey. El resto de la frontera norte solo resintió la guerra de una forma indirecta.

Al consumarse la independencia de México la noticia llego a primero a Tejas. San Antonio (pop. 1,500) confirmo la independencia en julio 19 de 1821. Cuatro días más tarde el área de la bahía, Goliad, hizo lo mismo. En Tucson (pop. 400), el comandante del presidio juro lealtad al nuevo gobierno en septiembre 3 de 1821. El Paso (pop.8,000) juraría lealtad en septiembre 8 de 1821. Santa Fe (pop. 5000) se adhirió en septiembre 11 de 1821. En la Alta California se tomaría el juramento de fidelidad en Monterey (pop. 700) el 1ro de abril de 1822. Al principio La gente tomo con indiferencia y tibieza las noticias de la independencia de España. Los Gobernadores de la Alta California Pablo Vicente de Solá (1815-1822), de Nuevo México Facundo Melgares (1818 -1822), de Tejas Antonio María Martínez (1817-1822) que representaban a la corona fueron reacios hacia los insurgentes al principio y no quisieron reconocer la independencia; más tarde acabaron por aceptarla sin oponer resistencia bélica.

En la ciudad de México Iturbide es embestido brevemente como emperador, del 19 mayo de 1822 al 19 marzo de1823, su reinado tubo poco impacto en las lejanas provincias del norte.
En 1824 se reunió el congreso después de haber sido clausurado por Iturbide. México se convirtió en Republica y se promulgo la constitución de 1824. Las provincias enviaron delegados que se reunieron entre el otoño de 1823 y principios de 1824. Nuevo México envió a José Ramón Alarid, Tejas envió a Erasmo Seguin y Alta California envió al antiguo gobernador Pablo Vicente de Solá, al cual se le negó un asiento. Bajo la nueva constitución la mayoría de las provincias se convirtieron en estados. Los estados redactaron constituciones, convirtieron sus diputaciones en legislaturas y se volvieron estados soberanos con total control sobre sus asuntos internos.
Nuevo México y las Californias se convirtieron en territorios y Tejas se unió al estado de Coahuila.

En doce años de 1812 a 1824 México paso de ser parte de una monarquía absoluta a una república federal independiente. Los habitantes de la distante frontera norte pasaron de ser siervos de un rey a ser ciudadanos de una república; un fenómeno no muy fácil de asimilar. En este proceso de cambio no había reglas claras para los territorios; Alta California Y Nuevo México continuaron operando bajo las leyes de las cortes españolas y con las regulaciones de la república mexicana. Esta confusión legal duro hasta principios de 1830; a las diputaciones provinciales se les llamo Diputación territorial, y en vez de mandar delegados a las cortes españolas ahora mandaban representantes al congreso en la ciudad de México.

La promesa federal de dar mayor autonomía local a las provincias nunca se cumplió en su totalidad en la frontera norte; tejas permaneció atado al estado Coahuila; Nuevo México y la Alta California retuvieron el confuso estado de territorio. La constitución de 1824 permitía a los territorios tener representantes en el congreso, pero no así en el senado. Si un territorio tenía menos de 40,000 habitantes solo podía tener voz, pero no voto. Aparte de no tener gobierno autónomo como los estados del centro del país, las provincias fronterizas eran muy diferentes las unas a las otras. El territorio de Nuevo México tenía más antigüedad, mayor población y más experiencia política. Desde el periodo español había tenido gobernadores militares, lo mismo que civiles; por lo tanto, le fue fácil separar los dos poderes y tener un jefe político y un jefe militar. La diputación estatal se reunía regularmente; desde 1820. los ayuntamientos funcionaban en la mayoría de los pueblos tanto de Indios Pueblo como de mexicanos. Además, Nuevo México eligió diputados para el congreso nacional cada dos años sin interrupción hasta 1846.

En la Alta california, bajo el gobierno de la corona española, el poder político y militar era investido a una sola persona, el gobernador militar. Al comienzo de la republica durante el federalismo la norma era que un militar gobernara el territorio. Esto creo un despotismo militar que contribuiría a revueltas y pronunciamientos futuros. La asamblea estatal solo se reunió dos años entre 1825 -1831. En 1820s se elegirían un par de representantes para el congreso nacional y en los 1830s se enviaron representantes cada dos años. Debido a la renuencia de los militares, al completo control de los franciscanos sobre los indios hispanizados y al lento crecimiento de la población; los gobiernos municipales crecieron lentamente. Para 1835 había solo seis ayuntamientos; Los Ángeles y San José (reestructurados en 1822), Santa Bárbara y Monterey (formados en 1826), Yerba Buena (San Francisco ,1834) y San Diego (1835).

El sistema federalista con una constitución de tendencia liberal duro hasta mediados de 1830; lo reemplazo un régimen centralista y conservador que introdujo dos constituciones, las Siete Leyes y las Bases Orgánicas, y llego a su fin en 1846. El gobierno centralista buscaba centralizar el gobierno y ponerlo en las manos de la clase pudiente. Los estados y territorios se convirtieron en departamentos; el Jefe Político en gobernador, que era nombrado por el presidente. Los departamentos se dividieron en distritos encabezados por un prefecto que obedecía al gobernador. Los distritos se dividieron en partidos mandados por subprefectos y responsables hacia los prefectos. Debajo de los partidos seguían los centros urbanos y el gobierno de las ciudades. El centralismo abolió la mayoría de instituciones en los gobiernos representativos. Solo se permitía que los ayuntamientos funcionaran si eran capitales de los departamentos, si eran ciudades del interior con 8,000 habitantes o más, en las ciudades costeras con 4,000 habitantes o más, y en aquellos ayuntamientos creados antes de 1808. Los pueblos o ciudades que no calificaban para un ayuntamiento tenían que ser gobernados por un Juez de Paz designado por el subprefecto. El centralismo también abolió a las legislaturas estatales y las reemplazo por unas más pequeñas y con poco poder autónomo. Bajo la constitución de 1836 se les llamo Juntas Departamentales y Asambleas Departamentales bajo la carta de 1843. Así el centralismo perpetuo la debilidad del sistema territorial y no proveyó a los departamentos fronterizos con suficiente autonomía.

El propósito primario de fundar misiones fue para trasformar al salvaje en un cristiano civilizado e industrioso, según los frailes franciscanos. La secularización de las misiones era una meta que al conseguirse obligaba al misionero a buscar otro sitio para repetir el proceso evangelizador y civilizador. Durante la independencia las misiones, en la distante frontera norte, dejaron de recibir subsidios de la corona que ocupaba todos los recursos para derrotar a los insurgentes. Los presidios fronterizos dejaron de recibir ayuda del gobierno y tuvieron que recurrir a las misiones para hacerse de suministros y comida. El 13 de septiembre las cortes españolas ordenaron la inmediata secularización de las misiones con 10 o más años de antigüedad; después se nulifico la ley al regresar Fernando VII al poder. Ya en la época de la república, los liberales mexicanos trataron de quitarle a la iglesia parte de sus inmensas propiedades y así reducir su poder económico, disminuir su poder político y liberar capital para invertir. El 16 de abril de 1834 Valentín Gómez Farías ordeno la secularización de todas las misiones en el país, poco después sería destituido de su cargo. Este panorama fue el principio de la decadencia de las Misiones en las provincias de la frontera norte.

Los jesuitas fundaron 8 misiones en la Pimeria Alta al norte del estado de sonora. Dos de ellas en el actual estado de Arizona en el valle de Santa Cruz; San Xavier del Bac y San José de Tumacacori. En 1768 después de la expulsión de los Jesuitas los franciscanos se hicieron cargo de ellas. En 1827 el gobierno federal ordena la expulsión de los españoles de México. Fray Ramón Líberos de Tumacacori y Fray Rafael Díaz de Bac fueron removidos y llevados a México dejando sin frailes para atender a la población. Años más tarde Fray Rafael Díaz regresaría a la región y daría servicio en el valle de santa cruz hasta su muerte en 1841. Las dos misiones quedaron olvidadas y el gobierno del nuevo estado de Sonora las puso bajo el cuidado de mayordomos que acabaron por arruinarlas, esto aunado con los ataques de los apaches que desolaron la región se acabó por abandonar las Misiones. En 1842, El colegio de Querétaro que suplía de frailes franciscanos a la región removió a todos los frailes dejando desatendida a la población de cualquier servicio religioso.

En Texas las misiones se extinguieron por órdenes especificas del gobierno federal, los franciscanos del colegio de Zacatecas ya no se interesaron por ellas, y las comunidades de neófitos no tuvieron suficiente vigor para luchar por ellas. En el área de San Antonio se fundaron 5 misiones hechas de piedra que fueron de las más prosperas de Tejas. La misión de San Antonio de Valero (el Álamo) fue secularizada completamente en 1793. De 1801 a 1825 sirvió como campamento para el ejército, la compañía veloz de San José del Álamo de Parras, y acabo como un fuerte. Las otras cuatro fueron secularizadas parcialmente en 1794: Concepción, San José, San Juan Capistrano and San Francisco de la Espada. Al completarse la independencia de México casi todas las Misiones de Tejas estaban secularizadas y un solo fraile, fray José Díaz De León servía las cuatro misiones. El área de la Bahía, nombrada más tarde como Goliad, tenía 3 misiones; Espíritu Santo, Rosario Y Refugio y solo un Fraile las cuidaba fray Miguel Muro. Para 1830 todas las Misiones de tejas se secularizaron; los pobladores se dispersaron, los creyentes fueron absorbidos por la parroquia de San Antonio y en la bahía por la capilla del presidio. Las tierras de las misiones fueron tomadas por paracaidistas y las más fértiles por los caciques de la región acabando así con las prosperas misiones de tejas.

La secularización de las Misiones de Nuevo México se llevó acabo sin mayor oposición el proceso ya había comenzado desde antes de la independencia de México. Los Indios Pueblo, como herederos de civilizaciones milenarias, vivían en pueblos bien organizados y rodeados de tierras comunales. Los frailes franciscanos no tuvieron que forzar o convencer a los nativos de vivir alrededor de las misiones. Los Indios Pueblo les dieron pequeñas parcelas y le ayudaban a laborar la tierra al fraile residente de la misión de la comunidad. Por eso en Nuevo México los pobladores mexicanos codiciosos de tierras no ganaban nada con la secularización de las misiones, las tierras ya estaban pobladas y divididas entre la comunidad indígena. Para 1760 había 28 misiones con 30 frailes atendiéndolas; para 1821 solo quedaban 23 misiones. La población indígena decayó en un 20%, en 1750 había 12,000, en 1800 cayó a 10,000, mientras que la población no indígena aumento. La secularización empezó en 1767 primero con la villa de Santa Fe, Santa Cruz De la Cañada, Alburquerque y el Paso. El proceso fue lento para 1820 cinco curas seculares servían las cuatro misiones ahora convertidas en parroquias. 1821 otro cura secular se encargó de la misión de San Tome. De ahí en adelante el decline de la comunidad franciscana vino en aumento; para 1840 ya no había frailes franciscanos en Nuevo México.

Los frailes franciscanos de las 21 misiones de la Alta California dieron una fuerte lucha en contra de la secularización. En 1823 se fundó la última misión en Sonoma; la población indígena rondaba en las 21,000 personas. La producción en los huertos, en los campos, los talleres y los ranchos estaba en su cenit. Las misiones eran el principal abastecedor de grano, productos manufacturados y ganado de la provincia. Los frailes protestaban que los indígenas no estaban listos para ser ciudadanos independientes y que serían robados y explotados por los pobladores hispanohablantes. El gobierno enfrentaba un dilema; el crecimiento de La Alta California dependía de la Secularización. Las misiones retardaban el crecimiento de pueblos y comunidades nuevas; al mismo tiempo la terminación de las misiones implicaría la ruina económica inmediata de la provincia. En agosto 27 de 1833 el presidente liberal Valentín Gómez Farías firmo una ley para secularizar las misiones de las Californias. La ley mandaba el inmediato reemplazo de los frailes franciscanos por curas seculares. Otra ley especificaba la fórmula para repartir las tierras entre varios grupos que incluía colonos de México y extranjeros. Gómez Farías tenía un buen plan para integrar a los indígenas, para darle tierras a las clases bajas, crear escuelas y conectar a la provincia con el resto de la nación. Para esto nombro a José María Hijar para reemplazar al gobernador José Figueroa como jefe político y para dirigir el plan de colonización. El proyecto Hijar-Padres estaba compuesto por más de 300 personas e incluía a un doctor, un abogado, un maestro y colonos especializados que aportarían al desarrollo de la provincia. La elite de californios interpretó mal el proyecto y aliados con el gobernador Figueroa redactaron un contra proyecto que la asamblea de california aprobó rápidamente. Este proyecto local servía solo a la clase alta, les habría las puertas para ser mayordomos de las misiones y al mismo tiempo permitía que los franciscanos permanecieran hasta que fueran reemplazados por el clero secular. Los nativos pasaron de ser neófitos, al servicio de los frailes, a peones al mando de los terratenientes y hacendados. Entre 1834 y 1836 todas las 21 misiones fueron secularizadas, y sus tierras repartidas entre unos cuantos. El número de frailes franciscanos se redujo drásticamente, aunque llegaron refuerzos del colegio de Zacatecas. En 1820 servían 36 en la provincia para 1836 había 21 y para 1846 solo 11 quedaban. El decline de las ricas misiones de la Alta california fue estrepitosa y singular.

El pobre papel de la iglesia católica en la frontera Norte contrasta con el poder que ejercía en el centro del país. Después de su independencia, México tuvo una relación turbulenta con el vaticano debido a que este apoyaba a España y no reconocería la independencia de México hasta 1836. Durante los primeros diez años de la república federal los obispos fueron los más afectados en este conflicto diplomático religioso, hasta 1829 ningún obispo servía en México. Esta crisis se dio por que la mayoría de los obispos eran españoles y el arzobispo decidió regresar a España y los obispos le siguieron. En 1831 se hizo la primera designación y continuo lentamente el nombramiento de más obispos. El papa nombro al nuevo Arzobispo hasta 1838.
El norte de México tenía 3 diócesis. La diócesis de Sonora abarcaba a Sonora, Sinaloa y las Californias (de 1825 a 1838 sin Obispo). La diócesis de Durango cubría Durango, Chihuahua y Nuevo México (de 1825 a 1831 sin Obispo). La diócesis de Nuevo León le servía a Nuevo León, Texas Y Coahuila (de 1821 a 1832 sin Obispo). En realidad, no hubo una total ausencia de servicios para los creyentes; había un vicar forane que cubría las necesidades básicas y urgentes. In 1836 fray Francisco García Diego y Moreno pidió crear el obispado de Las Californias y en 1840 el Papa Gregorio XVI lo nombro obispo de la diócesis de ambas Californias. Los pobladores de Tejas y Arizona nunca vieron un obispo. Los Nuevo mexicanos recibieron dos visitas del obispo José Antonio Zubiria, una en 1833 y la otra en 1845.

El débil liderazgo del clero en la periferia norte del país se ve reflejado en la poca presencia de curas en la región. En 1830 México tenía la mitad de padres que en 1810. El número de parroquias continúo creciendo hasta 1828; casi la mitad carecía de curas residentes. Esto a causa de varios factores, la expulsión de españoles, la oportunidad de nuevas carreras para los jóvenes seminaristas y la falta de obispos para ordenar a nuevos curas. Para 1820 el estado de Puebla contaba con más de 1,000 curas regulares y seculares mientras que solo unos 80 servían en Tejas, Nuevo México Y Alta california en conjunto. La iglesia católica olvido completamente al lejano norte de México. El clero estaba concentrado en preservar sus privilegios y su inmensa riqueza en contra de los embates de políticos liberales en la ciudad de México. Gómez Farías acabo con el diezmo obligatorio el 27 de octubre de 1833; este fue un duro golpe a las arcas del clero. Las parroquias de las provincias del norte no se podían auto solventar y esto provoco un estancamiento de la iglesia y un descuido del bienestar espiritual de los pobladores fronterizos.
Los reformistas liberales lograron debilitar un poco al clero en el centro del país, pero colapsaron a la iglesia fronteriza que era lo único que tenían en común los pobladores de la región.

El sistema de presidios, fue la institución que se encargó de pacificar la frontera norte durante la colonia, decayó después de la independencia de 1821. La corona española tenía un exitoso sistema en el cual se usaba la mano dura, la diplomacia, el comercio y la compra de voluntades de las naciones nativas que dominaban el lejano norte de México. Se mantuvo pacificada la región por un buen periodo de tiempo; el comercio y los pueblos prosperaban si había paz con los nativos. El nuevo gobierno federal quiso retener el sistema de presidios; en 1826 se adoptaron nuevas regulaciones, se incluyeron nuevos fuertes y se reforzaron algunas plazas. Esto incluyo a todas las provincias fronterizas con excepción de La Alta California que recaía en una jurisdicción separada. En la realidad, el nuevo sistema era solo una copia del antiguo sistema español; los soldados usaban el mismo uniforme y se regían por las mismas reglas. Los presidios fronterizos operaban de forma independiente del ejecito nacional y cada región estaba bajo el mando de un comandante general. Las regulaciones 1826 dividieron la frontera en tres mandos. Uno para Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila y Tejas con la capital en Laredo y más tarde se movió a Palafox. La otra incluía Chihuahua y Nuevo México con sede en la ciudad de Chihuahua. Y la tercera cubría Sonora y Sinaloa, con la capital en Arizpe. Más tarde Nuevo México protesto por estar muy retirado de Chihuahua y en 1839 se creó una nueva comandancia general para el territorio y su primer comandante seria El Gobernador Manuel Armijo.

La provincia de Tejas, que estaba asolada por comanches y estaba siendo invadida por colonos anglosajones, debió de tener guarniciones de 107 soldados con sus respectivos oficiales en San Antonio y Goliad. En 1825 solo tenía 59 hombres y para 1832 subió a 140 pero solamente 70 poseían armas. El presidio de Tubac, al Norte de Sonora, debió de tener 88 soldados, pero para 1842 solo había 12 y sin artillería; para 1848, a causa de la fiebre del oro, la guarnición quedo abandonada. En Nuevo México la situación no era mejor tomando en cuenta que la provincia estaba rodeada de tribus hostiles; las comunidades vivían esperando un inminente ataque todo el tiempo. La provincia debía de tener tres compañías de presidio con 90 soldados cada una. Para 1836 había 100 hombres en los tres cuarteles; Taos, San Manuel del Bado y Santa Fe. La Alta California tenia 4 presidios, San Diego, Santa Bárbara, Monterey y San Francisco, en 1834 un nuevo presidio fue creado en Sonoma; el cual era subsidiado y comandado por Mariano Guadalupe Vallejo. El número de soldados en la Alta California cayo de 710 en 1821 a 400 en 1831 y para 1841 solo había 125 contando a los soldados retirados.



La situación de los edificios y de los soldados era triste y deprimente. Había escases de armas, municiones y pólvora. Carecían de artillería y las que había eran muy antiguas y en el mejor de los casos inservibles. La caballería que tenían era escasa y muy pobre. Por el contrario, los indios barbaros, como llamaban a los nativos, estaban mejor montados y mejor armados.
Aun más serio era la extrema escases de comida y ropa; los salarios no les llegaban y cuando lo hacían solo era para pagar las deudas acumuladas. Los soldados y sus familias estaban expuestos al peligro y la miseria. En Sonora soldados desesperados llegaron a vender sus armas y caballos para poder sobrevivir. Esta total falta de recursos provoco que los militares agotaran los escasos recursos de la débil economía fronteriza en vez de contribuir a ella. Al declinar la calidad de vida de los soldados y su desempeño como protectores de la región también decayó su disciplina. El gobierno al no poder conseguir candidatos decentes para proteger la lejana frontera norte recluto a convictos, a indígenas y vagabundos para llenar las filas. Esto trajo más problemas que soluciones; en california los pobladores llegaron a expulsar soldados que asaltaban los caminos y robaban los ranchos. Irónicamente esta decadencia de los presidios fronterizos, debido a la falta de recursos, falta de liderazgo y de una política para proteger a la región; sucedió cuando los militares accedieron al poder y a más recursos en la ciudad de México. El ejército mexicano absorbió la mayor parte del presupuesto nacional. Weber lo describe perfectamente ?un ejército nacional en el cual sus oficiales de alto rango se olvidaron del bien común para buscar su propio interés.

Después del ejército nacional, las milicias representaban la última institución para proteger a los pobladores de la frontera Norte. Después de la independencia se formaron dos tipos de milicias una Activa y otra Local. Las Activas, conocidas como urbanas, estaban compuestas por pequeñas unidades de voluntarios, eran pagadas por el gobierno nacional y formaban parte de las reservas del ejército nacional. Las milicias Activas cuando entraban en servicio disfrutaban de los mismos derechos y privilegios que los soldados del ejército nacional. Las regulaciones de 1826 dieron orden para la creación de varias unidades de al menos cien hombres para que funcionaran en la frontera norte. Pero solo se creó una en Santa Fe con pocos hombres y sin fondos económicos para mantenerla. Las Milicias Locales, conocidas también como cívicas, rurales o milicia nacional, eran reguladas por los gobiernos estatales y territorios e incluían a todos los hombres disponibles excepto a los ricos que podían pagar una cuota para evitar el servicio. In 1828 Tejas tenía dos unidades una en San Antonio y otra en Goliad. En Nuevo México las milicias se empezaron a organizar en 1834 después que el congreso nacional delineo las reglas y regulaciones. Unos meses más tarde se instaura el centralismo en México con la consiguiente centralización del poder en unas cuantas manos. Santa Anna impone restricciones a las milicias locales al grado de nombrar a los oficiales y reducir su tamaño. Todo esto para evitar que los estados se revelaran contra el gobierno central.

En la Alta California y el norte de Sonora no hubo unidades oficiales de activos o milicias locales, pero si existieron grupos informales de voluntarios que guardaban la seguridad de la región. En el área de la Mesilla existió un grupo de pobladores llamado, Sección Patriótica. En La Alta California operaron un par de ellos; Cuerpos de Seguridad y Policía, y Defensores del País. Los pobladores estaban siempre listos para defender su tierra y su comunidad. El número de voluntarios reclutados en las alejadas provincias norteñas era más alto si se compara con los reclutados en el centro del país. En el norte los pobladores peleaban bajo sus propios gastos y en su propio tiempo sin ayuda del gobierno. Ellos tenían que poner las armas, los caballos, y las provisiones. Además, tenían que abandonar sus tierras por todo el periodo que durara la campaña, exponiendo a sus familias y propiedades. Los voluntarios resultaban ser muy buenos combatientes especialmente cuando se enfrentaban a grupos pequeños de no más de 150 enemigos. El caso cambiaba cuando se encontraban con grupos más grandes y feroces como los Apaches y Comanches; usualmente eran derrotados por falta de armas, monturas y entrenamiento. Otro factor importante en la defensa de las provincias del norte eran los Auxiliares indígenas. Esta era una tradición heredada desde la conquista, el pueblo conquistado se convertía en aliado y aportaba un número de hombres para el combate. Los mexicanos continuaron en menor grado esta política de alianzas. Así los nativos de las misiones en la Alta California contribuían con hombres para que la gente de razón librara sus batallas contra las tribus salvajes como ellos les llamaban. En el Norte de Sonora los Papagos, Pimas y Apaches de paz pagaban su cuota de sangre para defender los poblados alrededor de Tucson contra los Apaches hostiles. En Tejas los Cherokee, Shawnees y Kickapoos, quienes acababan de ser removidos de Los Estados Unidos, buscaron alianzas con el gobierno de México a cambio de tierras y protección contra sus enemigos. Estos ejércitos fronterizos eran un cuerpo mixto compuestos en su mayoría por voluntarios y auxiliares indígenas con una minoría de soldados regulares. Tanto los voluntarios como los auxiliares nativos no contaban con los pertrechos suficientes, y esta situación se acrecentó después de la mitad de 1830 cuando el gobierno central prohibió la compra de armas y continuo con el monopolio de la pólvora. Todo esto para evitar que los pobladores se sublevaran en contra del gobierno central; pero solo logro dejar indefensos a los pobladores en contra de los feroces ataques de Comanches y Apaches. Así en el umbral de la guerra contra los estados unidos los pobladores de Nuevo México Y Tejas principalmente se vieron en la necesidad de recibir a los invasores anglosajones no tanto como conquistadores si no más bien como protectores de sus vidas y propiedades.


Después de once años de una guerra desastrosa, fuga de capitales españoles y del mal manejo que la novata elite criolla le dio al comercio y las finanzas, la economía mexicana quedo en la ruina y con las arcas vacías. Por lo tanto, la independencia política de España no trajo consigo la independencia económica. México paso de ser un subordinado del comercio con la corona española a volverse dependiente del comercio con Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, una nueva forma de colonialismo. Debido a la proximidad con los estados Unidos la apartada frontera norte quedo expuesta y vulnerable ante los comerciantes estadounidenses, que buscaban nuevos mercados para sus productos manufacturados. La corona española prohibía todo comercio con el exterior y solo permitía que se comerciara dentro del mismo imperio causando un terrible daño a la economía de los pobladores que tenían pocas opciones de compra a precios elevados. Este monopolio provocaba altos precios, altas tarifas de importación y transportación; por ejemplo, se multiplicaba cuatro veces el costo del producto que entraba por Veracruz y llegaba a Santa Fe, Nuevo México.

En los primeros años de la nueva nación mexicana irrumpió una lucrativa actividad comercial en la frontera norte principalmente en la ruta de Santa Fe y el comercio marítimo entre Alta California y la Nueva Inglaterra. Antes de la independencia el comercio fronterizo era ilegal; los rancheros tejanos enviaban manadas de caballos hacia el mercado de Luisiana y los frailes franciscanos mercaban con contrabandistas productos estadounidenses por cuero de vaca y pieles de nutrias que abundaban en California. Nuevo México no tenía ninguna experiencia en hacer negocios con anglosajones; en noviembre 15 de 1821 el Gobernador Facundo Melgares recibió amigablemente a William Becknell, comerciante de Missouri quien inauguró la ruta de Santa Fe. Al regresar Becknell se corrió la voz que los nuevomexicanos estaban deseosos de comprar productos estadounidenses y que tenían mulas y mucha plata para gastar. El 1ro de diciembre arribó John Mcnight and Tomas James con más mercancías para vender. En la primavera de 1822 William Becknell descubrió un atajo por el camino del rio cimarrón el cual demostró que se podían atravesar con carretas por toda la pradera; esto abrió la puerta para un comercio masivo entre las dos naciones. Las caravanas que venían cargadas de telas, ropa, pañuelos de algodón, chales de seda importados; también traían herramientas, utensilios de cocina y artículos domésticos. La mayoría de la mercancía que traían eran productos escasos en Nuevo México; los comerciantes anglosajones vendían a dos terceras partes más barato que los mercaderes de Chihuahua. Los productos eran de mejor calidad; pronto se saturo el escuálido mercado de la provincia. Para 1826 los comerciantes estadounidenses miraron hacia el sur; Chihuahua, Durango y Zacatecas en donde se producía la plata. Ya para 1830 mas de la mitad de los productos importados a través de la ruta de Santa Fe iban rumbo a Chihuahua y de ahí hacia el sur. El redituable comercio con Santa Fe introdujo monedas y barras de plata a los Estados unidos. Para 1830 el peso plata mexicano era el principal medio de intercambio; esto ayudo a estabilizar el sistema monetario de los estados del oeste que habían sufrido un desplome a falta de papel moneda en la región. Además, los miles de mulas que eran codiciadas en el mercado estadounidense hizo que la ruta de Santa Fe fuera un negocio redondo.

Los americanos necesitaban plata y los mexicanos productos baratos. En 1828 el monto total de mercancía que entro por la Ruta de Santa Fe ascendió a $150,000 dólares y en los siguientes 15 años el promedio fue de $145,000 dólares. Los mexicanos pudientes entraron al negocio. Desde que comenzó la ruta; los empresarios nuevomexicanos salían a interceptar las caravanas para comprar las mercancías más baratas, acapararlas y revenderlas. Después se organizaron y se fueron directamente a Missouri para evitar intermediarios. En 1839 un grupo de comerciantes mexicanos exploro una nueva ruta desde Chihuahua a Fort Towson, Arkansas; a través de Texas evitando Santa Fe. En 1843 el volumen de negocios de la ruta de Santa Fe alcanzo el record de $450,000 dólares y más de la mitad era manejado por empresarios mexicanos.

El comercio de pieles de castor fue otra importante rama del comercio para los cazadores anglosajones en la lejana frontera norte. La mayoría de esta práctica, que acabaría con los castores en la región, se hacía de forma ilegal y no había una forma exacta de registrar y controlar la actividad. Santa fe registro en 1831 un comercio de pieles por $50,000 dólares. En Texas toda la década de 1820s y 1830s se extrajeron miles de pieles de castor, pero no hay registros que nos den números exactos. El mercado del castor declino después de 1830 por que la piel del búfalo vino hacer el nuevo glamour de la época.

Los cazadores estadounidenses, también llamados montañeses, eran aventureros que seguían la ruta de los ríos donde habitaran los castores. Jerediah Strong Smith fue el primero en llegar a la Alta California en 1826. Un año Más tarde en 1827, otro grupo de cazadores provenientes de Nuevo México liderados por Richard Campbell encontró otra ruta hacia California. En ese mismo año James Ohio Pattie y su grupo llegaría por una ruta más hacia el sur. Todos estos aventureros se les reconoce como pioneros por abrir nuevas rutas hacia el pacifico; pero ellos solo siguieron los caminos que los indios, españoles y mexicanos ya habían explorado con anterioridad. Esto no debe disminuir su intrepidez y diplomacia al viajar a través de tierras hostiles para los occidentales. En 1829 un grupo de intrépidos comerciantes nuevomexicanos encabezados por Antonio Armijo, con al menos treinta hombres, viajo de Abiquiú a San Bernardino California abriendo una nueva ruta comercial hacia el pacifico. La caravana que partía con mulas cargadas de lana, sarapes y cobijas, productos de la industria ovina del Nuevo México, regresaban con caballos y mulas procedentes de California. El arduo viaje por montañas y desiertos les tomaba dos meses de ida y dos de regreso; este comercio tuvo que haber sido lucrativo porque de ahí en adelante regresaban cada año.

Los mercaderes de la nueva Inglaterra principalmente del puerto de Boston, llegaron a la Alta California por mar buscando pieles de nutria y foca y encontraron el cuero y el cebo del ganado.
Este comercio empezó de forma clandestina desde 1797 entre los frailes y los mercaderes estadounidenses, rusos e ingleses. La compañía británica encabezada por Hugh Maculloch and William Hartnell monopolizo el comercio hasta 1825 cuando una firma de Boston, Bryant Sturgis & Company comenzó a dominar el comercio y desplazo a los ingleses; en 1841 el mercado del cuero y el cebo declino. De 1826 a 1848, Los anglosajones compraron más de 6 millones de cueros de vaca y 7 mil toneladas de cebo aun precio de $1.50 por cuero y medida de cebo. Primero los franciscanos, y después de 1835 los rancheros, fueron los beneficiaros de esta bonaza económica. Pero los más beneficiados eran los astutos mercaderes de la costa este porque vendían a sobre precio de 300% hasta 400% los productos manufacturados que intercambiaban con los californios; desde cucharas, palas, picos hasta seda y porcelana de china. Por causa de los exorbitantes precios los rancheros tenían que comprar a crédito, quedándose endeudados constantemente.

Los pilares de la economía en la frontera norte, la agricultura y ganadería creció solo en la Alta California. En Nuevo México y Tejas el costo del transporte y lo peligroso que resultaba cuidar el ganado obstaculizaron el crecimiento de estos sectores; aun y cuando se abrieron nuevos mercados al consumarse la independencia. Los tejanos continuaron manejando ganado para el mercado de Luisiana, pero en menor cantidad; aunque sus ranchos se expandieron en el área. Se cree que el mercado interno para el ganado y los caballos aumento debido al incrementarse el número de inmigrantes anglosajones. El principal ganado en Nuevo México era el ovino; y se exportaba hacia Chihuahua. En 1827 se mandaron 250 mil cabezas de borregos; pero debido a los ataques de los Apaches para 1840 solo se enviaban entre 30 o 40 mil cabezas. En Tucson su industria ovina nunca prospero debido a los constantes ataques de los Apaches.

La agricultura comercial en la frontera norte se desarrolló lentamente por falta de capital, mano de obra, falta de trasporte y mercados distantes. Lo que se producía en los campos eran para la subsistencia de los pobladores principalmente en Tejas y Alta California que tenían climas benignos y producían lo suficiente. En la Alta California se producían hortalizas, frutas y granos como maíz y trigo. Estos productos se vendían en modestas cantidades a los rusos del fuerte Ross y Sitka, a los ingleses que tenían un fuerte en Columbia y a los barcos que pasaban por las costas de la Alta California. En el área de San Antonio se producían vegetales, granos y frutas tales como higos, uvas y duraznos. Al llegar los anglosajones trajeron consigo esclavos y tecnología para producir algodón, procesarlo y exportarlo al cercano mercado de Nueva Orleans. Para 1834 se enviaron 7,000 pacas con un valor de $315.000 dólares; el 5% fue cosechado por Tejanos. En área de la mesilla, en Tucson y el Paso se produjo modestas cantidades de algodón para el mercado local. Todo el algodón producido en Tejas era exportado al mercado estadounidense y solo unos cuantos tejanos se beneficiaban de este comercio. Para la mitad 1830 las exportaciones anuales de tejas, incluyendo algodón, pieles de castores, nutrias y venados, fue de cerca de $500,000 dólares. Las importaciones de bienes manufacturados fueron de un valor de $630,000 dorales dejando a tejas con un déficit comercial importante.

Después de la caída del sistema mercantil español la joven república se quedó a merced del capital foráneo; que controlaba los medios de transporte y tenía acceso a los mercados internacionales. El gobierno federal quiso implementar una serie de medidas para regular el comercio con el exterior, pero no funcionaron. El gobierno propuso regular el comercio, prohibir ciertos productos extranjeros e imponer tarifas protectoras; derecho de internación, derecho de consumo. Pero no tenía los medios para hacer cumplir las leyes. la infraestructura aduanera era casi inexistente, las que había carecían de personal calificado y de presupuesto. Esto habría la posibilidad que los oficiales de aduanas recibieran sobornos y se corrompieran. Las fuerzas armadas eran insuficientes para proteger las fronteras contra los contrabandistas; en 1826 había solo 5 veleros para proteger el inmenso litoral mexicano. Las arcas del gobierno dependían en un 80% de tarifas de importación y exportación, los impuestos cobrados por la corona se habían abolido desde la consumación de la independencia. El remedio salió peor que la enfermedad; al subir las tarifas aumento el contrabando; para 1834 se estima que 2/3 partes de las importaciones entraron ilegalmente. Tejas no tuvo una aduana costera hasta 1830, Alta California tenía solo una en Monterey para su inmenso litoral. Nuevo México tenía una en Santa Fe. En Todas las aduanas reinaba la corrupción; el oficial que obtenía el puesto se volvía uno de los hombres más influyentes del territorio.

Para los habitantes de la frontera norte las políticas federales les parecían contrarias a sus intereses. Por ejemplo, el gobierno federal continuo la política de la corona española de prohibir la importación de armas y de mantener el monopolio de la pólvora. Esta política dejaba expuestos a los pobladores de los constantes ataques de Apaches y Comanches a sus comunidades. Para Ignacio Zúñiga comandante del presidio de Tucson esta política estaba diseñada para que las provincias norteñas no se desarrollaran y por los tanto no se revelaran contra la metrópoli. El caso que fuere, el gobierno no pudo integrar a Tejas, Alta California y Nuevo México a la economía nacional, no pudo evitar que los extranjeros dominaran el comercio en la frontera y al final acabo distanciándose de los comerciantes y pobladores al mismo tiempo. La repentina apertura de las fronteras del norte al comercio con el exterior trajo un a dinamismo económico a la región, y al mismo tiempo empezó el distanciamiento con el centro del país.
El país quedo totalmente desolado y su economía destrozada por once años de guerra. Para 1821 México tenía una población de 6 millones 200 mil habitantes y perdió casi el 10% de su población; si se toma en cuenta que la mayoría eran varones de edad joven entonces se puede pensar que México perdió casi la mitad de su fuerza de trabajo. Para 1821 México tenía un territorio muy extenso desde Guatemala hasta Oregón y muy poca gente para poblarlo, especialmente la frontera norte que estaba despoblada. Para los criollos que tomaron las riendas de la nación la solución era atraer colonos de México o de Europa. México no era país atractivo para los inmigrantes europeos y los mexicanos no estaban dispuestos a sacrificar su seguridad en el centro del país para ir aventurarse a territorios llenos de peligros. Además, los criollos en su afán vengativo expulsaron a cientos de españoles y con ellos también se fueron importantes sumas de capital que tanto necesitaba el país. Los criollos decidieron que los estadounidenses eran extranjeros industriosos y con talentos que ayudaría a promover el crecimiento económico, mejorar a la sociedad y aumentar la población para defender a la región; específicamente la provincia de Tejas.
Abrir el país a los extranjeros era acabar con la tradición de la corona española de poblar los territorios con aliados indígenas, con la creciente población de las castas y con españoles quienes se multiplicarían y serian un ejemplo a seguir para los demás pobladores. Así fue como se pobló gran parte del continente y le dio buenos resultados a España. Con la firma del tratado Adams-Onís en 1819 estados unidos renuncio a su demanda de que Tejas le pertenecía a la Luisiana; España abandono toda esperanza de retener a la florida y se trazaron los límites entre las dos entidades. Este hecho hizo que la corona permitiera en enero de 1821 que Moses Austin recibiera un título de propiedad y permiso para traer 300 familias católicas a Tejas. Después Agustín de Iturbide continuaría con la política de puerta abierta para extranjeros; principalmente europeos y angloamericanos para tejas y se propuso traer chinos y convictos mexicanos para poblar la Alta California. Tejas era la provincia más despoblada y en constante amenaza de Apaches y Comanches. Los inmigrantes europeos no llegaron debido a la inestabilidad política de México, a la débil economía y al ambiente xenófobo en contra de los españoles. Los únicos que recibieron con agrado la invitación para poblar Tejas fueron los estadounidenses. Para 1830 habían llegado más de 7,000 mil colonos provenientes de estados unidos incluyendo sus esclavos, y solo había un promedio de 3,000 pobladores mexicanos. El gobierno de Vicente Guerrero mando una expedición militar y científica a cargo del general Manuel Mier y Terán; quien advirtió al gobierno que si no se actuaba de inmediato la provincia de Tejas se perdería para siempre. El gobierno federal envuelto en problemas internos hizo leyes y dio órdenes para proteger la provincia, pero no se implementaron. La inmigración anglosajona creció en vez de disminuir y provoco más distanciamiento entre las dos comunidades. Los estadounidenses nunca aprendieron hablar español, no se convirtieron a la religión católica y mucho menos obedecieron a las leyes mexicanas. En enero 1834 el presidente liberal Valentín Gómez Farías envió a un comisionado, Juan Nepomuceno Almonte, para que hiciera un reporte de la situación en la provincia de tejas. De 1830 a 1834 la población extranjera casi se triplico de 7,000 llego a 20,700 y para 1836 ascendió a 35,000 y solo 3,500 mexicanos; una desproporción de 10 a 1. En 15 años la población total de tejas creció abruptamente de tener 2,500 habitantes hasta sobrepasar los 40,000 en 1836; una tasa de crecimiento anual de 100% cada año. Esta explosión demográfica fue un fenómeno en la época, México tuvo una tasa de promedio de crecimiento anual de 1.1%. El precio que México tuvo que pagar, por este exitoso poblamiento, fue no solo perder la provincia de tejas sino enfrentar una costosa guerra y la perdida de las provincias de Nuevo México Y Alta California.
La política de población para la Alta California y el Nuevo México tuvieron un enfoque diferente debido a la nueva política migratoria, a la geografía y a la experiencia de tejas. En 1821 se abrió el comercio con la ruta de Santa Fe y entraron cientos de extranjeros, pero solo unos cuantos se asentaron. No hay números exactos para la década de 1820 pero para 1839 había 34 extranjeros viviendo en la provincia y para 1840 había 23 radicando en Taos y 7 se habían convertido en ciudadanos mexicanos. Para 1846, se calcula que no vivían más de 200 extranjeros en la provincia que contaba con una población de alrededor de 60,000 habitantes entre gente de razón e Indios Pueblo. En la Alta california había 120 extranjeros en 1830, para 1835 aumento a 240, y para 1840 residían 380. El 21 noviembre de 1828 el congreso nacional estableció las regulaciones para la colonización de las Californias y Nuevo México; en Texas empezaron desde antes de la independencia. Las grandes barreras geográficas como el desierto y las sierras nevadas interrumpían el paso a nuevos inmigrantes. Además, el territorio, desde el rio bravo hasta las costas de california, era controlado en su inmensa mayoría por las naciones de Apaches y Comanches; esto era suficiente para desalentar a futuros colonos. Las tierras disponibles en Nuevo México eran escasas, tanto la gente de razón como los Nativos Pueblo tenían ranchos y campos de labranzas en las mejores tierras con regadío y en los lugares más estratégicos y seguros. En Alta California las mejores tierras pertenecían a las Misiones y cubrían toda la costa litoral y estaban protegidas por las regularizaciones de 1828, al menos hasta 1834 cuando se secularizaron. Otro factor que desalentó la inmigración masiva de extranjeros a estas provincias fue el recibimiento ambiguo de los pobladores hacia los foráneos de otras naciones. En Nuevo México Los oficiales locales le daban la bienvenida al comercio, pero no tanto a las personas, esto por orden a nivel gobierno como también a nivel personal. En la alta california los lideres tenían una orden de desalentar la inmigración de extranjeros y mantenerlos como una minoría. Lucas Alamán, el político conservador por excelencia de México, ordeno al gobernador que controlara la entrada de norteamericanos y rusos en la región. Además, estos extranjeros, que optaron por residir en México, se casaron entre las elites locales y consiguieron la ciudadanía; se asimilaron a la cultura adoptiva al menos en lo exterior. Muchos aprendieron el español, se convirtieron al catolicismo, participaron en la vida política y no formaron enclaves separados del resto de la población.
En la década de 1820, el norte de Sonora vivió un auge en la minería, en la ganadería y el crecimiento de la población; esto debido a la paz con los apaches. Los dos poblados más importantes crecieron exponencialmente. En 1819, Tucson tenia 62 habitantes; en 1831 aumento a 465 y Tubac 303 el mismo año y eso sin contar a los que vivían diseminados alrededor el valle de Santa Cruz. Después se rompió la paz Apache y empezaron los ataques violentos a personas y propiedades hasta que la región acabo desolada. Para 1848 solo vivía gente el Tucson y en menor cantidad en Tubac donde se sentían más seguros; ese mismo año, debido al aumento de ataques y la noticia de la fiebre del oro, se acabó por abandonar Tubac.
El gobierno federal hizo esfuerzos para poblar la frontera norte y evitar que sucediera lo mismo que en Tejas. En 1833 Valentín Gómez Farías nombro a José María Hijar como director de colonización y gobernador para la Alta California. También nombro a José María Padres como subdirector y como Comandante general de la provincia. Este proyecto tenía como objetivo poblar la región, promover el comercio y proteger a la provincia; fue uno de los más ambiciosos de su tiempo. Se le conoció como la expedición Hijar-Padres, se componía de 239 colonos del centro de México. En su mayoría eran gente de edad joven, venían 55 mujeres y 75 niños además de comerciantes, maestros, carpinteros, sastres. zapateros, un destilador, un abogado y un doctor el resto lo componían campesinos. Pero al llegar a la Alta california se encontraron con la oposición del gobernador que no quiso dejar la gubernatura ni mucho menos el mando militar. Además, la elite de californios no entendió el proyecto y vieron amenazados sus intereses y acabaron por expulsar a los líderes de la expedición quedándose el resto de los colonos dispersados por toda california. El propósito era establecer una colonia autosuficiente que sirviera de protección contra el avance de los rusos del fuerte Ross y los angloamericanos que empezaban a cruzar por las montañas al norte de San Francisco y se establecían en el área de Sacramento. In 1842 el gobierno centralista envió desde la ciudad de México a Manuel Milcheltorena con el cargo de gobernador y a 150 soldados ex convictos con sus familias para asentarse en la Alta California. Al llegar los soldados que no habían recibido pago se dedicaron a robar para subsistir; causando el enojo de los californios quienes les llamaban Cholos de forma peyorativa. Creció el enojo en contra del gobernador Micheltorena y contra los soldados; hubo una revuelta y los californios acabaron por expulsar a la mayoría junto con el gobernador. Este fue el último intento del gobierno nacional para poblar y defender a las provincias del lejano norte en contra de la invasión de colonos estadounidenses que amenazaban con repetir lo sucedido en Tejas.
Lo que el gobierno central ordenaba y lo que se hacía a nivel local era muy contrario. El gobierno nacional pretendía cuidar el interés general y los gobiernos locales velaban por sus propios intereses. La ciudad de México quedaba muy lejos y las noticias tardaban en llegar dejando espacio para tomar decisiones propias. Desde principios de 1840 los gobiernos de Nuevo México y la Alta California otorgaron una gran cantidad de títulos de propiedad a particulares; primero para atraer colonos y segundo para ganar respaldo político. En Alta California de 1834 a 1846 se repartieron 700 títulos y 113 fueron otorgados a ciudadanos estadounidenses. La mayoría de los colonos se asentó en los valles centrales, que habían sido habitados por los nativos, pero fueron decimados por una epidemia de malaria en 1833. El gobernador Manuel Armijo de Nuevo México dio menos títulos, pero mayor cantidad de tierra. De cerca de 80 ranchos que otorgo se calcula que fueron unos 31,000,000 de acres principalmente en lo que es hoy el sur de Colorado. Estos títulos fueron otorgados a extranjeros y mexicanos por igual; Armijo fue muy cuidadoso de no darle solo a los estadounidenses, escogió a un irlandés, dos canadienses y todos los extranjeros tenían que tener un socio mexicano. Así la población de Nuevo México creció de 42,000 en 1821 a 65,000 en 1846. En la Alta california después de 1840 los inmigrantes estadounidenses empezaron a entrar por las Montañas del Norte sin que nadie los pudiera contener. En 1821 la Alta california tenía una población de 3,320 gente de razón y para 1846 se calcula unos 7,300 incluyendo 680 estadounidenses y otros 500 que venían cruzando las sierras nevadas. México no pudo poblar su frontera norte y la dejo expuesta a la inmigración extranjera.
De 1821 a 1846, en 25 años Las provincias del lejano norte sufrieron cambios en lo económico, político, religioso, militar y demográfico. Como resultado la Alta California, Nuevo México y Tejas experimentaron un cambio social y cultural tan profundo que abrió el camino para el cambio abrupto de nacionalidad que sufrirían sus pobladores en el futuro. Durante la colonia se creó un rígido sistema de clases, en el cual el color de la piel determinaba el estrato social. Si eras negro o indio te tocaba estar debajo de la pirámide social; en medio estaban las castas, mestizo, mulato o de cualquier otro tipo de mescla racial. Solo los peninsulares, nacidos en España les tocaba estar en la cúspide; seguidos por los criollos, sus descendientes nacidos en el continente. Esta estructura social, racista y clasista, predomino en todo el centro de México; solo en la periferia su implementación fue más relajada. Como mencione anteriormente los españoles poblaron los territorios del norte con indios, castas y españoles. En las sociedades fronterizas había una gran mayoría de gente mesclada y vivían en sociedades menos estratificadas, se necesitaban los unos a los otros para sobrevivir en la frontera salvaje.
Al conseguirse la independencia las provincias fronterizas tenían una sociedad más relajada e igualitaria que las del resto de México. Las nuevas oportunidades comerciales, el aumento del flujo del capital y el crecimiento de la población ampliaron la brecha entre pobres y ricos. La clase alta creció en tamaño y poder y se emparento con los extranjeros anglosajones que muchas veces acababan por despreciarlos por ser mestizos. Cada provincia tenía su propia peculiaridad; Nuevo México, por ser la más antigua y más con mayor población, tenía una sociedad más compleja. La clase adinerada abusaba de los pobladores prestándoles dinero y manteniéndolos en deuda perpetua. El peonaje era el sistema existente de trabajo, pero en vez de prestarles tierras para laborarlas los ricos les daban ganado ovino para que lo criaran y al final se quedaban con la mayor ganancia. En la Alta California se vivía de una forma más relajada había una incipiente elite, la población era muy pequeña y la provincia muy grande. Después de la secularización de 1834 crecieron los ranchos por todo el estado y también el número de californios que se enriquecieron, formando una nueva clase social en la provincia. Los nativos, que habían sido sirvientes de los frailes, se quedaron sin tierras, sin trabajo, cayeron en deudas y se convirtieron en peones de los nuevos rancheros. Los californios de la nueva clase alta los usaron como mano de obra barata, les dieron prestamos en forma de ropa, alimentos y licor. En el norte de sonora, los ataques de los Apaches desolaron la región. Poblaciones como Tucson o Tubac no tuvieron tiempo para desarrollar una clase alta que los separa del resto de los pobladores. En Tejas muchos soldados al retirarse obtuvieron grandes ranchos a las afueras de San Antonio. por ejemplo, en 1821 había solo 11 ranchos, para 1833 se contaba con 80. Esto creo una pequeña clase pudiente que se enriqueció comerciando con los estadounidenses.
Los cambios no solo se dieron en lo social si también en lo material. al tener acceso a una cantidad diversa de bienes y productos manufacturados en el extranjero los pobladores alteraron su estilo y calidad de vida. En Alta California y Nuevo México Las mujeres de la clase alta fueron las primeras que se adaptaron a las modas que llegaban de ciudad de México o que traían los extranjeros especialmente de Francia. El vestir de las mujeres del pueblo fue una mescla de lo típico y de las modas que los ricos vestían. Algo que llamo mucho la atención a los extranjeros fue que las mujeres usaban vestidos con el pecho casi descubierto algo muy impúdico pero llamativo para ellos. Las casas fronterizas sufrieron cambios también; de ser simples y practicas con un solo cuarto y pisos de polvo pasaron hacer más amplias con cuartos separados, decoraciones de porcelana y amenidades importadas como pianos, espejos, hornos y planchas. Antes solo había casas de una sola planta; pero después se desarrolló el estilo Monterey, una mescla de la casa típica de adobe con el estilo de la nueva Inglaterra; una casa de dos pisos con barandal en el frente. Al llegar el comercio llegaron artesanos y nuevas técnicas con herramientas de metal tan escaso en california. La herrería y carpintería fueron las actividades que más se beneficiaron de este intercambio comercial y cultural.
Todos estos cambios se vieron reflejados en los pueblos más grandes que cada día aumentaban de población y en apariencia. En las capitales de las provincias se construyeron nuevos edificios públicos y se ofrecieron servicios nunca antes provistos como agua y alumbrado. La mayoría de los pobladores fronterizos habitaban en pequeñas zonas urbanas; trabajaban sus parcelas en el campo y residían en el pueblo. En Tejas para 1836, las comunidades de San Antonio y Goliad tenían un promedio de 1,500 habitantes cada una. Para 1846 Santa Fe y sus alrededores tenia al menos 5,000 habitantes y el Paso del Norte tenía la misma cantidad. Alburquerque tenía más de 2,000 habitantes, Los Ángeles 1,250, Monterey 1,000 y Santa Bárbara 750. En Nuevo México Y la alta California nacieron pueblos y comunidades nuevas, debido al auge del comercio, la inmigración y el aumento natural de la población. En los 25 años que la frontera norte le perteneció a México se experimentó una transformación de pequeñas villas agrarias a centros urbanos de modesto tamaño. Este proceso de desarrollo y crecimiento de las poblaciones mexicanas en la frontera norte se vio anulado al comenzar la invasión estadounidense.
La llegada de la imprenta en la frontera norte altero la vida de los pobladores fronterizos alejados de los centros culturales y educativos de México. La primera provincia que tuvo imprenta fue Tejas y coincidió con el comenzó de la lucha por la independencia de México. Esto sucedió gracias a la cercanía con los estados unidos; y sirvió para promover con panfletos la libertad de la nación. En 1823 en san Antonio se intentó editar un periódico bilingüe pero no funciono. Después en 1829 los colonos estadounidenses editaron una gaceta con más éxito, pero en inglés. En 1834 Nuevo México importaría su primera imprenta desde Missouri gracias al comercio de Santa Fe. Ramón Abreu la compro y contrato desde Durango a Jesús María Baca; juntos editaron un periódico llamado El crepúsculo de la Libertad. En 1835 el padre Antonio Martínez se la llevo a Taos donde se imprimieron libros de texto, textos religiosos y dos periódicos, La Verdad y El Payo. En Alta California la primera imprenta llego en 1834 por barco desde Boston Massachusetts. El capitán Agustín Zamorano fue su primer operador desde Monterey; después a finales de 1836 Mariano Guadalupe Vallejo la movió para Sonoma donde estuvo hasta 1842 cuando regreso Monterey. La imprenta de la Alta California nunca edito un periódico, pero si muchos libros de texto y escritos religiosos como catequismos y doctrinas.
Aparte de la producción de periódicos, gacetas, libros de textos y propaganda religiosa, en la frontera norte también entro una multitud de libros impresos de todas las vertientes literarias. Durante la época virreinal la iglesia católica censuraba cualquier tipo de literatura que alentara el libre pensamiento. En el lejano norte solo se permitía leer libros religiosos y aprobados por la santa iglesia católica; además que los libros eran escasos aun los de catequismo. Al comenzar la época independiente se abrieron las fronteras a las personas y a los productos extranjeros; por ahí llegaron libros, maestros y nuevas ideas políticas e ideológicas que influenciaron a la creciente elite fronteriza. En 1834 tan solo en Santa Fe, Josiah Gregg importo 1,141 libros; estos fueron los que se declararon oficialmente pero cada caravana que entraba introducía cientos de libros que enriquecían las bibliotecas de los más pudientes residentes. En la Alta california, en 1831, el padre Francisco Duran excomulgo temporalmente a tres jóvenes por leer a Rousseau, Voltaire y La Biblia protestante. Después de la secularización de las misiones la iglesia perdió poder sobre la población y la circulación de libros creció entre las clases adineradas. Mariano Guadalupe Vallejo tenía una gran biblioteca que impresionaba a los visitantes extranjeros; admiraba tantos a los clásicos que nombro a sus hijos Platón y Plutarco.
Como parte de la política liberal de la republica federalista se promovió la educación como instrumento de desarrollo para el país. La ignorancia es el enemigo de la libertad, era el lema del nuevo gobierno. Este proceso ya había sido comenzado por las autoridades españolas durante la época Borbónica; principalmente después de la mitad del siglo XVIII. El congreso nacional delineo las regulaciones para abrir escuelas en las provincias norteñas y este acontecimiento coincidió con los cambios que se estaban gestando en la periferia y con un ambiente más propicio para la educación. Las familias tenían más recursos para contratar maestros privados y las comunidades para abrir escuelas. La inmigración atrajo maestros tanto extranjeros como nacionales. En la Alta California la expedición Hijar-Padres de 1834 incluía a 22 maestros que se repartieron por toda la provincia. El comerciante británico William Hartnell que se emparento con la prominente familia De La Guerra, daba clases en varias escuelas de la región educando a los jóvenes de la provincia que nunca habían asistido a una escuela. La educación superior era un lujo que pocos se podían dar. Los más afortunados mandaban a sus hijos a la ciudad de México o al extranjero para educarse y regresar con una profesión a la provincia. Desafortunadamente las provincias periféricas tenían poca gente preparada para tomar cargos públicos y políticos. Estas posiciones las tomarían los extranjeros principalmente estadounidenses y los oficiales enviados desde la ciudad de México.
Durante este periodo de cambios el sistema de salud fue el que menos prospero. Los Ángeles, Santa Fe y San Antonio no tenían un doctor residente; así que los charlatanes extranjeros eran tomados como boticarios o médicos simplemente por ser estadounidenses. La introducción de nuevas medicinas trajo resultados mixtos; la quinina, para tratar la malaria fue el única que producía efectos benéficos. Los otros brebajes como el Calomel, que era usado como purga y contra el cólera realmente hacia más daño porque tenía mercurio y destruía los dientes de los pacientes. Así que los pobladores seguían usando los remedios caseros y las hierbas tradicionales de los nativos como medicina alternativa. Los curanderos y sus medicinas no solo curaban al paciente, pero servían como ayuda psicológica y terapéutica al reforzar el sistema inmunológico. El uso de alucinógenos, como el peyote servía como calmante y el paciente sentía que se curaba más rápido. Los curanderos y el uso de medicinas tradicionales son muy común hasta el día de hoy en todo el suroeste de los estados unidos.
El dinamismo de la frontera norte no solo fue propiciado por los inmigrantes extranjeros y sus novedades tecnológicas y comerciales. El ímpetu de la cultura del centro de México transformo a la cultura popular de la frontera. Al moverse más capital y mejorar el nivel de vida de los pobladores estos se dieron el lujo de disfrutar de las distracciones que llegaban del sur. Pequeñas caravanas de maromeros, acróbatas, saltarines, y actores, recorrían, Tejas, Nuevo México y la Alta California. En sus espectáculos traían modas de vestir, música y nuevos bailes. La contradanza, llamada un vals lujurioso por un extranjero, llego a hacer la sensación en todas las provincias del norte. Las corridas de toros y las peleas de gallos, que antes de la independencia no eran populares, se convirtieron en los espectáculos favoritos de pobladores fronterizos; ávidos de nuevas formas de diversión. Los billares llegaron por barco a Monterrey en 1828 y a Santa Fe el siguiente año; sumándose a la lista de pasatiempos adquiridos con el progreso. Se puede decir que a pesar de la fuerte influencia de los extranjeros en lo político y económico y la debilidad de los militares, la iglesia y el gobierno; la cultura del centro de México seguía nutriendo a la cultura fronteriza de manera vital. Los valores mexicanos como el amor a la familia, la cortesía, la hospitalidad y su profundo fervor religioso seguían siendo parte de la tradición cultural de los pobladores fronterizos.
Los lazos de amistad que los pobladores construyeron con los estadounidenses no solo se basaba en lo económico sino también en lo familiar. La mayoría de los extranjeros se casaban con las hijas de los ricos rancheros, adquirían la ciudadanía mexicana y acaban siendo terratenientes de la región. El antropólogo Owen Lattimore dice que la población fronteriza marginal tiende a tener una lealtad política guiada por su propio interés económico cuando trata con extranjeros a través de la frontera de manera cotidiana. ?Los residentes fronterizos inevitablemente construyen sus propios nexos de contacto social y de interés mutuo?, esta tesis aplica a los pobladores de la frontera norte de México. La elite de californios, tejanos y nuevomexicanos desarrollaron lazos profundos de negocios, de amistad, de familia y de comunidad de una manera que su lealtad política llego hacer ambivalente. Esta ambigua fidelidad se vio intensificada por el descuido del gobierno, por la enorme distancia del centro del país, por el creciente regionalismo, pero sobre todo por la imposición del centralismo y la destitución de la constitución de 1824. Este cambio brusco de forma de gobierno y la pérdida de autonomía se resintió en todo el país, pero se exacerbo en la frontera norte. Los gobernadores impuestos desde el centro, las restricciones para levantar y comandar su propia guardia nacional; crearon una animosidad contra el gobierno y los políticos nacionales.
Muchos escritores estadounidenses, incluyendo a David J. Weber, intuyen que los pobladores fronterizos en su ambivalencia preferían no ser mexicanos y optaban por la nacionalidad de su patria chica o ser anexados una nación extranjera y de preferencia por los estados unidos. En realidad, los únicos que advocaban por adherirse a otro país era la oligarquía local. La mayoría de la población estaba insatisfecha por la falta de liderazgo político nacional, por la ausencia de una iglesia que cubriera sus necesidades espirituales, por la nula protección del ejército y por el olvido económico en que los tenían. Los pobladores promedio fronterizos se sentían parte de una nueva e imperfecta nación, estaban a gusto con su nacionalidad. En el umbral del conflicto armado de 1846, en contra de los estados unidos, la lealtad ambivalente de la elite y el completo olvido en que los dejo el gobierno nacional provoco que la mayoría cayera en la ambigüedad y optaron por salvar la patria chica, negociar y hacer la paz en vez de la guerra con el invasor estadounidense.
Como resultado de la imposición del centralismo en México y la destitución de la constitución de 1824 varios estados y territorios de la república se rebelaron y buscaron salirse de la nación, pero solo la provincia de Tejas, en 1835, tuvo éxito y se independizo de la nación. El movimiento por la independencia de Tejas tenía dos principios; pedían ser un estado autónomo de Coahuila y la restauración del federalismo. Este último era el pretexto que los colonos anglosajones usaron para contar con el apoyo de la oligarquía tejana, quienes eran fuertes defensores del federalismo y habían convertido a tejas en el santuario del federalismo nacional. No hay que generalizar y decir que todos los tejanos pensaban igual, el pueblo obedecía al que le pagaba y actuaba bajo las circunstancias de una tierra desgarrada por la guerra; en la cual la gente ve primero por su familia antes que por la nación. La ambivalente lealtad patriótica de los tejanos ricos se debe estudiar descontextualizando el debate; los tejanos tenían dos opciones; por un lado, la dominación de los anglosajones y por el otro la dictadura centralista de Santa Anna. La complejidad de lo sucedido en tejas y sus desastrosos efectos serán tratados en un capítulo especial más adelante.
California en 1836, Nuevo México y Sonora en 1837 fueron las otras rebeliones en contra del estado centralista que no tuvieron como fin independizarse de la unión y terminaron en una derrota. Estos levantamientos contra el gobierno Central exigían que se restaurara la constitución de 1824 y el sistema federal. la narrativa histórica estadounidenses contemporánea argumenta que Los californios y nuevomexicanos no se sentían mexicanos y al igual que los tejanos se querían independizar de México. En realidad, los californios y nuevomexicanos se revelaron amenazando con salirse la republica sino se reinstauraba la constitución de 1824. Ellos nunca quisieron renunciar a la nacionalidad mexicana, solo buscaban reforzar el pacto federal; el cual les garantizaba sus derechos políticos y autonomía para auto gobernarse. En noviembre 7 de 1836 la legislatura de la Alta California declaro independiente a la provincia hasta que no se restableciera la constitución de 1824. El 16 de abril de 1836 arribo el gobernador centralista Mariano Chico y desencadeno una serie de conflictos que acabaron en revuelta. Tres jóvenes, líderes del norte de California y oriundos del área de Monterey, se unieron para derrocar al gobernador impuesto; José Castro de 26 años y gobernador interino, Juan Bautista Alvarado de 27 años inspector de aduanas, legislador y primer gobernador regular y Mariano Guadalupe Vallejo de 28 años y comandante del presidio de Sonoma. El 31 de Julio Mariano Chico transfiere los poderes civiles y militares al teniente coronel Nicolás Gutiérrez y sale huyendo para México. El 5 de noviembre los líderes del norte de la Alta California juntaron una cantidad de rancheros y con 50 estadounidenses, liderados por el aventurero Isaac Graham, derrocan a Gutiérrez y lo embarcan para México. Los californios del sur, que incluía a Los Ángeles y San Diego, recibieron la noticia con desagrado, ellos no apoyaban totalmente al centralismo, pero desconfiaban de los Norteños por tener la capital en Monterey, y controlar la única aduana de la provincia. Los sureños respaldaron al gobierno central y se organizaron, para defenderse reclutaron a un grupo de aventureros extranjeros comandados por Jean Baptiste Chalifoux. El choque armado entre hermanos parecía inevitable, pero de suerte arribo de la Baja California un capitán, Andrés Castilleros, quien a base de diplomacia busco un arreglo y evito por el momento el derramamiento de sangre. El acuerdo incluía que el gobierno central aceptaba que la provincia eligiera a su propio gobernador y no tomaría represalias por la rebelión. Los californios por su parte aceptaban gobernarse por la constitución de 1836, las Siete Leyes, y seguir siendo parte del estado mexicano. Esto puso fin a los conflictos entre los californios norteños y el gobierno por un tiempo, pero dejo en descontento a los californios sureños que no entendían por qué el gobierno había negociado con los rebeldes dejándolos a ellos fuera de los arreglos.
En Sonora el 26 de diciembre de 1837 el General José Urrea se revela contra el gobierno central y triunfa, pero su gobierno dura muy poco. En marzo de 1838 la legislatura estatal en Arizpe lo declara gobernador. En mayo el centralismo reacciona y envía como gobernador a Manuel García Gándara que con mejores recursos recluta a indígenas, como auxiliares, para aumentar sus fuerzas y desata una sangrienta guerra civil que duro 6 meses. Al final el gobierno central se logra imponer y gobernaría con altibajos el estado de Sonora por los siguientes 4 anos.

En el Nuevo México la rebelión empezó como un levantamiento popular y no como una maniobra política de la clase privilegiada como sucedió en la Alta California, Sonora y Tejas. El antagonismo entre las clases sociales en Nuevo México detono la rebelión. El nuevo sistema centralista elevo los impuestos e incremento los salarios de los políticos centralistas. En 1835 arribo desde la ciudad de México el gobernador centralista albino Pérez, quien se convirtió en unos de los más odiados por sus carácter autoritario y déspota. En agosto de 1837 el gobernador reunió a un pequeño ejército para suprimir una rebelión en el poblado de Santa Cruz de la Cañada, pero fue derrotado, capturado y decapitado por los rebeldes. El líder de los sublevados José Ángel Gonzales, un cazador de búfalos del área de Taos de madre Indio Pueblo y de padre jenízaro, decidió marchar hacia Santa Fe, la cual fue tomada sin oposición y sin saqueos, para llamar a una junta política. Gonzales fue elegido como gobernador, nunca antes había existido un gobernador de clase baja y menos de descendencia indígena, y lo primero que hizo fue convocar a una junta popular en la cual se concluyó seguir profesando lealtad al gobierno central, oponerse al plan de impuestos, al sistema departamental y a los políticos ricos; que estaban imponiendo estas medidas. Al principio la elite de la provincia no apoyo ni se opuso a la revuelta; pero cuando vio que sus intereses estaban en peligro y que una lucha de clases era inminente se organizaron y reaccionaron en contra de los insurrectos. Manuel Armijo fue escogido como líder, fue reforzado por tropas recién llegadas de Chihuahua y recibió el apoyo económico de los residentes estadounidenses. En enero de 1838 derroto en cruentos enfrentamientos a los rebeldes; a los prisioneros los castigo cruelmente para poner un ejemplo y por ultimo restauro el gobierno central en la provincia. Armijo no soluciono los problemas que causaron la rebelión, un profundo descontento social por la pobreza y marginalidad de la población. Otro resentimiento contra los ricos fue la ley que forzaba a los pobladores e indios a incorporarse a la milicia pagando sus propios gastos.
Para finales de 1830s la república mexicana había perdido la provincia de tejas debido a la férrea imposición del sistema centralista. Sonora y la Alta California se sublevaron contra el gobierno central y llegaron a acuerdos para definir la forma del gobierno bajo el sistema central. Solo Nuevo México permaneció obediente al centralismo, pero con una población de clase baja con tendencias a la sublevación; debido a las desigualdades sociales. la década de 1840s se caracterizó por la obsesión del gobierno central por recuperar la provincia de Tejas sin tener ningún éxito; por el contrario, las disputas internas en el centro del país aumentaron. Esto trajo un completo descuido hacia las provincias de Sonora, Nuevo México y Alta California; las cuales al verse abandonadas optaron por ver por sus propios beneficios antes que los de la nación. El cambio de sistema de Gobierno, creo una serie de conflictos entre el centro del país y los estados y territorios que acabarían por rebelarse y debilitar a la república. Para 1846 México no se había constituido como nación. México no era un país próspero, populoso, capaz de poblar su frontera y defender a la población de los ataques de los indígenas nómadas. México no pudo crear lazos políticos y económicos entre sus provincias periféricas y el centro del país. Se colapsaron las misiones y la iglesia católica olvido a los feligreses de las provincias fronterizas. El clero no pudo remplazar a los frailes franciscanos por curas seculares dejando en la negligencia la vida espiritual de los pobladores. El sistema de presidios fronterizos se derrumbó, al mismo tiempo que el alto mando del ejército se repartía la mayor parte del presupuesto nacional, dejando desprotegidos a los pueblos de la frontera norte. Esto creo una lealtad ambivalente entre la elite fronteriza que había desarrollado intereses familiares, políticos y comerciales con los estadounidenses que llegaron a la región desde 1821. Estas actitudes ambivalentes de ciudadanos marginales fronterizos serian pieza clave y decisiva en los hechos bélicos que se llevarían acabo de 1846 a 1848 entre México y los estados unidos.

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Este capítulo está basado mayoritariamente en el libro clásico del maestro David J. Weber, The Mexican Frontier 1821-1846, the American Southwest Under México. Hasta Antes de su publicación la narrativa histórica americana en el tema no tomaba en cuenta la experiencia mexicana de la región. Los libros que se publicaban lo hacían comenzando la historia de 1846 en adelante y geográficamente del Rio Grande hacia el Norte. De igual manera los historiadores mexicanos ignoraban la región y aunque siempre se mencionaba la perdida de los territorios, la historia del lejano norte de México se evitaba y solo se ponía énfasis en los sucesos acontecidos del Rio Bravo hacia el sur. La obra de Weber me influyo a tal grado que le dio rumbo a mi enfoque histórico; de estudiar historia universal a concentrarme en la región del suroeste de estados unidos. Aunque no es el único libro que uso para este documento, recurrí a una docena, es en el cual me baso para este artículo. Se puede decir que la mayoría de los trabajos de investigación son de su autoría, yo solo hice una reseña de su trabajo y lo adapte a mi tesis para explicar el por qué México perdió la guerra y los territorios de una manera tan desastrosa.





En los primeros 25 años de vida independiente el lejano norte de México, lo que es hoy el oeste estadounidense, paso por un proceso de cambios estructurales en lo político, económico, militar, religioso y demográfico que altero de manera abrupta su sociedad. Después de 1821 el nuevo gobierno independiente de México quiso continuar con el proceso de colonización iniciado por España, pero no lo pudo continuar con éxito. En su contra estaban la expansión hacia el oeste de la joven nación estadounidense y el avance del imperio ruso que codiciaba el pacifico desde Alaska hasta California. Los ingleses querían extender su esfera de influencia tanto en California como en Texas. Los comanches y apaches amenazan la existencia de las poblaciones asentadas y obstaculizaban el crecimiento de nuevas poblaciones. Este era el panorama que de 1821 a 1846 enfrento la nueva república para desarrollar la región y unirla con el resto de la nación.

El lejano norte de México estaba compuesto por tres grandes provincias; Nuevo México, Tejas, Alta California y en menor escala por la parte norte del estado de Sonora, la región de la mesilla. En 1598 los españoles en busca de riquezas y tierras nuevas se asentaron en Nuevo México; plantando misiones, fuertes militares y pueblos. Este mismo patrón se continuaría en el norte de Sonora en 1700, Tejas 1716 y Alta California 1769. Para 1821 al consumarse la independencia Nuevo México tenía alrededor de 30,000 habitantes hispanohablantes, Alta California; 3,200, Tucson y sus alrededores; 1000 y Tejas 2,500. La provincia de Tejas perdió población debido a su involucramiento en la lucha por la independencia. Para 1809 Tejas tenía entre 3,200 y 3,500 gente de razón, fue la única provincia que tuvo ese retroceso. Alta California solo tuvo un menor incidente en 1818; Hippolyte de Bouchard saqueo la pequeña capital Monterey. El resto de la frontera norte solo resintió la guerra de una forma indirecta.

Al consumarse la independencia de México la noticia llego a primero a Tejas. San Antonio (pop. 1,500) confirmo la independencia en julio 19 de 1821. Cuatro días más tarde el área de la bahía, Goliad, hizo lo mismo. En Tucson (pop. 400), el comandante del presidio juro lealtad al nuevo gobierno en septiembre 3 de 1821. El Paso (pop.8,000) juraría lealtad en septiembre 8 de 1821. Santa Fe (pop. 5000) se adhirió en septiembre 11 de 1821. En la Alta California se tomaría el juramento de fidelidad en Monterey (pop. 700) el 1ro de abril de 1822. Al principio La gente tomo con indiferencia y tibieza las noticias de la independencia de España. Los Gobernadores de la Alta California Pablo Vicente de Solá (1815-1822), de Nuevo México Facundo Melgares (1818 -1822), de Tejas Antonio María Martínez (1817-1822) que representaban a la corona fueron reacios hacia los insurgentes al principio y no quisieron reconocer la independencia; más tarde acabaron por aceptarla sin oponer resistencia bélica.

En la ciudad de México Iturbide es embestido brevemente como emperador, del 19 mayo de 1822 al 19 marzo de1823, su reinado tubo poco impacto en las lejanas provincias del norte.
En 1824 se reunió el congreso después de haber sido clausurado por Iturbide. México se convirtió en Republica y se promulgo la constitución de 1824. Las provincias enviaron delegados que se reunieron entre el otoño de 1823 y principios de 1824. Nuevo México envió a José Ramón Alarid, Tejas envió a Erasmo Seguin y Alta California envió al antiguo gobernador Pablo Vicente de Solá, al cual se le negó un asiento. Bajo la nueva constitución la mayoría de las provincias se convirtieron en estados. Los estados redactaron constituciones, convirtieron sus diputaciones en legislaturas y se volvieron estados soberanos con total control sobre sus asuntos internos.
Nuevo México y las Californias se convirtieron en territorios y Tejas se unió al estado de Coahuila.

En doce años de 1812 a 1824 México paso de ser parte de una monarquía absoluta a una república federal independiente. Los habitantes de la distante frontera norte pasaron de ser siervos de un rey a ser ciudadanos de una república; un fenómeno no muy fácil de asimilar. En este proceso de cambio no había reglas claras para los territorios; Alta California Y Nuevo México continuaron operando bajo las leyes de las cortes españolas y con las regulaciones de la república mexicana. Esta confusión legal duro hasta principios de 1830; a las diputaciones provinciales se les llamo Diputación territorial, y en vez de mandar delegados a las cortes españolas ahora mandaban representantes al congreso en la ciudad de México.

La promesa federal de dar mayor autonomía local a las provincias nunca se cumplió en su totalidad en la frontera norte; tejas permaneció atado al estado Coahuila; Nuevo México y la Alta California retuvieron el confuso estado de territorio. La constitución de 1824 permitía a los territorios tener representantes en el congreso, pero no así en el senado. Si un territorio tenía menos de 40,000 habitantes solo podía tener voz, pero no voto. Aparte de no tener gobierno autónomo como los estados del centro del país, las provincias fronterizas eran muy diferentes las unas a las otras. El territorio de Nuevo México tenía más antigüedad, mayor población y más experiencia política. Desde el periodo español había tenido gobernadores militares, lo mismo que civiles; por lo tanto, le fue fácil separar los dos poderes y tener un jefe político y un jefe militar. La diputación estatal se reunía regularmente; desde 1820. los ayuntamientos funcionaban en la mayoría de los pueblos tanto de Indios Pueblo como de mexicanos. Además, Nuevo México eligió diputados para el congreso nacional cada dos años sin interrupción hasta 1846.

En la Alta california, bajo el gobierno de la corona española, el poder político y militar era investido a una sola persona, el gobernador militar. Al comienzo de la republica durante el federalismo la norma era que un militar gobernara el territorio. Esto creo un despotismo militar que contribuiría a revueltas y pronunciamientos futuros. La asamblea estatal solo se reunió dos años entre 1825 -1831. En 1820s se elegirían un par de representantes para el congreso nacional y en los 1830s se enviaron representantes cada dos años. Debido a la renuencia de los militares, al completo control de los franciscanos sobre los indios hispanizados y al lento crecimiento de la población; los gobiernos municipales crecieron lentamente. Para 1835 había solo seis ayuntamientos; Los Ángeles y San José (reestructurados en 1822), Santa Bárbara y Monterey (formados en 1826), Yerba Buena (San Francisco ,1834) y San Diego (1835).

El sistema federalista con una constitución de tendencia liberal duro hasta mediados de 1830; lo reemplazo un régimen centralista y conservador que introdujo dos constituciones, las Siete Leyes y las Bases Orgánicas, y llego a su fin en 1846. El gobierno centralista buscaba centralizar el gobierno y ponerlo en las manos de la clase pudiente. Los estados y territorios se convirtieron en departamentos; el Jefe Político en gobernador, que era nombrado por el presidente. Los departamentos se dividieron en distritos encabezados por un prefecto que obedecía al gobernador. Los distritos se dividieron en partidos mandados por subprefectos y responsables hacia los prefectos. Debajo de los partidos seguían los centros urbanos y el gobierno de las ciudades. El centralismo abolió la mayoría de instituciones en los gobiernos representativos. Solo se permitía que los ayuntamientos funcionaran si eran capitales de los departamentos, si eran ciudades del interior con 8,000 habitantes o más, en las ciudades costeras con 4,000 habitantes o más, y en aquellos ayuntamientos creados antes de 1808. Los pueblos o ciudades que no calificaban para un ayuntamiento tenían que ser gobernados por un Juez de Paz designado por el subprefecto. El centralismo también abolió a las legislaturas estatales y las reemplazo por unas más pequeñas y con poco poder autónomo. Bajo la constitución de 1836 se les llamo Juntas Departamentales y Asambleas Departamentales bajo la carta de 1843. Así el centralismo perpetuo la debilidad del sistema territorial y no proveyó a los departamentos fronterizos con suficiente autonomía.

El propósito primario de fundar misiones fue para trasformar al salvaje en un cristiano civilizado e industrioso, según los frailes franciscanos. La secularización de las misiones era una meta que al conseguirse obligaba al misionero a buscar otro sitio para repetir el proceso evangelizador y civilizador. Durante la independencia las misiones, en la distante frontera norte, dejaron de recibir subsidios de la corona que ocupaba todos los recursos para derrotar a los insurgentes. Los presidios fronterizos dejaron de recibir ayuda del gobierno y tuvieron que recurrir a las misiones para hacerse de suministros y comida. El 13 de septiembre las cortes españolas ordenaron la inmediata secularización de las misiones con 10 o más años de antigüedad; después se nulifico la ley al regresar Fernando VII al poder. Ya en la época de la república, los liberales mexicanos trataron de quitarle a la iglesia parte de sus inmensas propiedades y así reducir su poder económico, disminuir su poder político y liberar capital para invertir. El 16 de abril de 1834 Valentín Gómez Farías ordeno la secularización de todas las misiones en el país, poco después sería destituido de su cargo. Este panorama fue el principio de la decadencia de las Misiones en las provincias de la frontera norte.

Los jesuitas fundaron 8 misiones en la Pimeria Alta al norte del estado de sonora. Dos de ellas en el actual estado de Arizona en el valle de Santa Cruz; San Xavier del Bac y San José de Tumacacori. En 1768 después de la expulsión de los Jesuitas los franciscanos se hicieron cargo de ellas. En 1827 el gobierno federal ordena la expulsión de los españoles de México. Fray Ramón Líberos de Tumacacori y Fray Rafael Díaz de Bac fueron removidos y llevados a México dejando sin frailes para atender a la población. Años más tarde Fray Rafael Díaz regresaría a la región y daría servicio en el valle de santa cruz hasta su muerte en 1841. Las dos misiones quedaron olvidadas y el gobierno del nuevo estado de Sonora las puso bajo el cuidado de mayordomos que acabaron por arruinarlas, esto aunado con los ataques de los apaches que desolaron la región se acabó por abandonar las Misiones. En 1842, El colegio de Querétaro que suplía de frailes franciscanos a la región removió a todos los frailes dejando desatendida a la población de cualquier servicio religioso.

En Texas las misiones se extinguieron por órdenes especificas del gobierno federal, los franciscanos del colegio de Zacatecas ya no se interesaron por ellas, y las comunidades de neófitos no tuvieron suficiente vigor para luchar por ellas. En el área de San Antonio se fundaron 5 misiones hechas de piedra que fueron de las más prosperas de Tejas. La misión de San Antonio de Valero (el Álamo) fue secularizada completamente en 1793. De 1801 a 1825 sirvió como campamento para el ejército, la compañía veloz de San José del Álamo de Parras, y acabo como un fuerte. Las otras cuatro fueron secularizadas parcialmente en 1794: Concepción, San José, San Juan Capistrano and San Francisco de la Espada. Al completarse la independencia de México casi todas las Misiones de Tejas estaban secularizadas y un solo fraile, fray José Díaz De León servía las cuatro misiones. El área de la Bahía, nombrada más tarde como Goliad, tenía 3 misiones; Espíritu Santo, Rosario Y Refugio y solo un Fraile las cuidaba fray Miguel Muro. Para 1830 todas las Misiones de tejas se secularizaron; los pobladores se dispersaron, los creyentes fueron absorbidos por la parroquia de San Antonio y en la bahía por la capilla del presidio. Las tierras de las misiones fueron tomadas por paracaidistas y las más fértiles por los caciques de la región acabando así con las prosperas misiones de tejas.

La secularización de las Misiones de Nuevo México se llevó acabo sin mayor oposición el proceso ya había comenzado desde antes de la independencia de México. Los Indios Pueblo, como herederos de civilizaciones milenarias, vivían en pueblos bien organizados y rodeados de tierras comunales. Los frailes franciscanos no tuvieron que forzar o convencer a los nativos de vivir alrededor de las misiones. Los Indios Pueblo les dieron pequeñas parcelas y le ayudaban a laborar la tierra al fraile residente de la misión de la comunidad. Por eso en Nuevo México los pobladores mexicanos codiciosos de tierras no ganaban nada con la secularización de las misiones, las tierras ya estaban pobladas y divididas entre la comunidad indígena. Para 1760 había 28 misiones con 30 frailes atendiéndolas; para 1821 solo quedaban 23 misiones. La población indígena decayó en un 20%, en 1750 había 12,000, en 1800 cayó a 10,000, mientras que la población no indígena aumento. La secularización empezó en 1767 primero con la villa de Santa Fe, Santa Cruz De la Cañada, Alburquerque y el Paso. El proceso fue lento para 1820 cinco curas seculares servían las cuatro misiones ahora convertidas en parroquias. 1821 otro cura secular se encargó de la misión de San Tome. De ahí en adelante el decline de la comunidad franciscana vino en aumento; para 1840 ya no había frailes franciscanos en Nuevo México.

Los frailes franciscanos de las 21 misiones de la Alta California dieron una fuerte lucha en contra de la secularización. En 1823 se fundó la última misión en Sonoma; la población indígena rondaba en las 21,000 personas. La producción en los huertos, en los campos, los talleres y los ranchos estaba en su cenit. Las misiones eran el principal abastecedor de grano, productos manufacturados y ganado de la provincia. Los frailes protestaban que los indígenas no estaban listos para ser ciudadanos independientes y que serían robados y explotados por los pobladores hispanohablantes. El gobierno enfrentaba un dilema; el crecimiento de La Alta California dependía de la Secularización. Las misiones retardaban el crecimiento de pueblos y comunidades nuevas; al mismo tiempo la terminación de las misiones implicaría la ruina económica inmediata de la provincia. En agosto 27 de 1833 el presidente liberal Valentín Gómez Farías firmo una ley para secularizar las misiones de las Californias. La ley mandaba el inmediato reemplazo de los frailes franciscanos por curas seculares. Otra ley especificaba la fórmula para repartir las tierras entre varios grupos que incluía colonos de México y extranjeros. Gómez Farías tenía un buen plan para integrar a los indígenas, para darle tierras a las clases bajas, crear escuelas y conectar a la provincia con el resto de la nación. Para esto nombro a José María Hijar para reemplazar al gobernador José Figueroa como jefe político y para dirigir el plan de colonización. El proyecto Hijar-Padres estaba compuesto por más de 300 personas e incluía a un doctor, un abogado, un maestro y colonos especializados que aportarían al desarrollo de la provincia. La elite de californios interpretó mal el proyecto y aliados con el gobernador Figueroa redactaron un contra proyecto que la asamblea de california aprobó rápidamente. Este proyecto local servía solo a la clase alta, les habría las puertas para ser mayordomos de las misiones y al mismo tiempo permitía que los franciscanos permanecieran hasta que fueran reemplazados por el clero secular. Los nativos pasaron de ser neófitos, al servicio de los frailes, a peones al mando de los terratenientes y hacendados. Entre 1834 y 1836 todas las 21 misiones fueron secularizadas, y sus tierras repartidas entre unos cuantos. El número de frailes franciscanos se redujo drásticamente, aunque llegaron refuerzos del colegio de Zacatecas. En 1820 servían 36 en la provincia para 1836 había 21 y para 1846 solo 11 quedaban. El decline de las ricas misiones de la Alta california fue estrepitosa y singular.

El pobre papel de la iglesia católica en la frontera Norte contrasta con el poder que ejercía en el centro del país. Después de su independencia, México tuvo una relación turbulenta con el vaticano debido a que este apoyaba a España y no reconocería la independencia de México hasta 1836. Durante los primeros diez años de la república federal los obispos fueron los más afectados en este conflicto diplomático religioso, hasta 1829 ningún obispo servía en México. Esta crisis se dio por que la mayoría de los obispos eran españoles y el arzobispo decidió regresar a España y los obispos le siguieron. En 1831 se hizo la primera designación y continuo lentamente el nombramiento de más obispos. El papa nombro al nuevo Arzobispo hasta 1838.
El norte de México tenía 3 diócesis. La diócesis de Sonora abarcaba a Sonora, Sinaloa y las Californias (de 1825 a 1838 sin Obispo). La diócesis de Durango cubría Durango, Chihuahua y Nuevo México (de 1825 a 1831 sin Obispo). La diócesis de Nuevo León le servía a Nuevo León, Texas Y Coahuila (de 1821 a 1832 sin Obispo). En realidad, no hubo una total ausencia de servicios para los creyentes; había un vicar forane que cubría las necesidades básicas y urgentes. In 1836 fray Francisco García Diego y Moreno pidió crear el obispado de Las Californias y en 1840 el Papa Gregorio XVI lo nombro obispo de la diócesis de ambas Californias. Los pobladores de Tejas y Arizona nunca vieron un obispo. Los Nuevo mexicanos recibieron dos visitas del obispo José Antonio Zubiria, una en 1833 y la otra en 1845.

El débil liderazgo del clero en la periferia norte del país se ve reflejado en la poca presencia de curas en la región. En 1830 México tenía la mitad de padres que en 1810. El número de parroquias continúo creciendo hasta 1828; casi la mitad carecía de curas residentes. Esto a causa de varios factores, la expulsión de españoles, la oportunidad de nuevas carreras para los jóvenes seminaristas y la falta de obispos para ordenar a nuevos curas. Para 1820 el estado de Puebla contaba con más de 1,000 curas regulares y seculares mientras que solo unos 80 servían en Tejas, Nuevo México Y Alta california en conjunto. La iglesia católica olvido completamente al lejano norte de México. El clero estaba concentrado en preservar sus privilegios y su inmensa riqueza en contra de los embates de políticos liberales en la ciudad de México. Gómez Farías acabo con el diezmo obligatorio el 27 de octubre de 1833; este fue un duro golpe a las arcas del clero. Las parroquias de las provincias del norte no se podían auto solventar y esto provoco un estancamiento de la iglesia y un descuido del bienestar espiritual de los pobladores fronterizos.
Los reformistas liberales lograron debilitar un poco al clero en el centro del país, pero colapsaron a la iglesia fronteriza que era lo único que tenían en común los pobladores de la región.

El sistema de presidios, fue la institución que se encargó de pacificar la frontera norte durante la colonia, decayó después de la independencia de 1821. La corona española tenía un exitoso sistema en el cual se usaba la mano dura, la diplomacia, el comercio y la compra de voluntades de las naciones nativas que dominaban el lejano norte de México. Se mantuvo pacificada la región por un buen periodo de tiempo; el comercio y los pueblos prosperaban si había paz con los nativos. El nuevo gobierno federal quiso retener el sistema de presidios; en 1826 se adoptaron nuevas regulaciones, se incluyeron nuevos fuertes y se reforzaron algunas plazas. Esto incluyo a todas las provincias fronterizas con excepción de La Alta California que recaía en una jurisdicción separada. En la realidad, el nuevo sistema era solo una copia del antiguo sistema español; los soldados usaban el mismo uniforme y se regían por las mismas reglas. Los presidios fronterizos operaban de forma independiente del ejecito nacional y cada región estaba bajo el mando de un comandante general. Las regulaciones 1826 dividieron la frontera en tres mandos. Uno para Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila y Tejas con la capital en Laredo y más tarde se movió a Palafox. La otra incluía Chihuahua y Nuevo México con sede en la ciudad de Chihuahua. Y la tercera cubría Sonora y Sinaloa, con la capital en Arizpe. Más tarde Nuevo México protesto por estar muy retirado de Chihuahua y en 1839 se creó una nueva comandancia general para el territorio y su primer comandante seria El Gobernador Manuel Armijo.

La provincia de Tejas, que estaba asolada por comanches y estaba siendo invadida por colonos anglosajones, debió de tener guarniciones de 107 soldados con sus respectivos oficiales en San Antonio y Goliad. En 1825 solo tenía 59 hombres y para 1832 subió a 140 pero solamente 70 poseían armas. El presidio de Tubac, al Norte de Sonora, debió de tener 88 soldados, pero para 1842 solo había 12 y sin artillería; para 1848, a causa de la fiebre del oro, la guarnición quedo abandonada. En Nuevo México la situación no era mejor tomando en cuenta que la provincia estaba rodeada de tribus hostiles; las comunidades vivían esperando un inminente ataque todo el tiempo. La provincia debía de tener tres compañías de presidio con 90 soldados cada una. Para 1836 había 100 hombres en los tres cuarteles; Taos, San Manuel del Bado y Santa Fe. La Alta California tenia 4 presidios, San Diego, Santa Bárbara, Monterey y San Francisco, en 1834 un nuevo presidio fue creado en Sonoma; el cual era subsidiado y comandado por Mariano Guadalupe Vallejo. El número de soldados en la Alta California cayo de 710 en 1821 a 400 en 1831 y para 1841 solo había 125 contando a los soldados retirados.



La situación de los edificios y de los soldados era triste y deprimente. Había escases de armas, municiones y pólvora. Carecían de artillería y las que había eran muy antiguas y en el mejor de los casos inservibles. La caballería que tenían era escasa y muy pobre. Por el contrario, los indios barbaros, como llamaban a los nativos, estaban mejor montados y mejor armados.
Aun más serio era la extrema escases de comida y ropa; los salarios no les llegaban y cuando lo hacían solo era para pagar las deudas acumuladas. Los soldados y sus familias estaban expuestos al peligro y la miseria. En Sonora soldados desesperados llegaron a vender sus armas y caballos para poder sobrevivir. Esta total falta de recursos provoco que los militares agotaran los escasos recursos de la débil economía fronteriza en vez de contribuir a ella. Al declinar la calidad de vida de los soldados y su desempeño como protectores de la región también decayó su disciplina. El gobierno al no poder conseguir candidatos decentes para proteger la lejana frontera norte recluto a convictos, a indígenas y vagabundos para llenar las filas. Esto trajo más problemas que soluciones; en california los pobladores llegaron a expulsar soldados que asaltaban los caminos y robaban los ranchos. Irónicamente esta decadencia de los presidios fronterizos, debido a la falta de recursos, falta de liderazgo y de una política para proteger a la región; sucedió cuando los militares accedieron al poder y a más recursos en la ciudad de México. El ejército mexicano absorbió la mayor parte del presupuesto nacional. Weber lo describe perfectamente ?un ejército nacional en el cual sus oficiales de alto rango se olvidaron del bien común para buscar su propio interés.

Después del ejército nacional, las milicias representaban la última institución para proteger a los pobladores de la frontera Norte. Después de la independencia se formaron dos tipos de milicias una Activa y otra Local. Las Activas, conocidas como urbanas, estaban compuestas por pequeñas unidades de voluntarios, eran pagadas por el gobierno nacional y formaban parte de las reservas del ejército nacional. Las milicias Activas cuando entraban en servicio disfrutaban de los mismos derechos y privilegios que los soldados del ejército nacional. Las regulaciones de 1826 dieron orden para la creación de varias unidades de al menos cien hombres para que funcionaran en la frontera norte. Pero solo se creó una en Santa Fe con pocos hombres y sin fondos económicos para mantenerla. Las Milicias Locales, conocidas también como cívicas, rurales o milicia nacional, eran reguladas por los gobiernos estatales y territorios e incluían a todos los hombres disponibles excepto a los ricos que podían pagar una cuota para evitar el servicio. In 1828 Tejas tenía dos unidades una en San Antonio y otra en Goliad. En Nuevo México las milicias se empezaron a organizar en 1834 después que el congreso nacional delineo las reglas y regulaciones. Unos meses más tarde se instaura el centralismo en México con la consiguiente centralización del poder en unas cuantas manos. Santa Anna impone restricciones a las milicias locales al grado de nombrar a los oficiales y reducir su tamaño. Todo esto para evitar que los estados se revelaran contra el gobierno central.

En la Alta California y el norte de Sonora no hubo unidades oficiales de activos o milicias locales, pero si existieron grupos informales de voluntarios que guardaban la seguridad de la región. En el área de la Mesilla existió un grupo de pobladores llamado, Sección Patriótica. En La Alta California operaron un par de ellos; Cuerpos de Seguridad y Policía, y Defensores del País. Los pobladores estaban siempre listos para defender su tierra y su comunidad. El número de voluntarios reclutados en las alejadas provincias norteñas era más alto si se compara con los reclutados en el centro del país. En el norte los pobladores peleaban bajo sus propios gastos y en su propio tiempo sin ayuda del gobierno. Ellos tenían que poner las armas, los caballos, y las provisiones. Además, tenían que abandonar sus tierras por todo el periodo que durara la campaña, exponiendo a sus familias y propiedades. Los voluntarios resultaban ser muy buenos combatientes especialmente cuando se enfrentaban a grupos pequeños de no más de 150 enemigos. El caso cambiaba cuando se encontraban con grupos más grandes y feroces como los Apaches y Comanches; usualmente eran derrotados por falta de armas, monturas y entrenamiento. Otro factor importante en la defensa de las provincias del norte eran los Auxiliares indígenas. Esta era una tradición heredada desde la conquista, el pueblo conquistado se convertía en aliado y aportaba un número de hombres para el combate. Los mexicanos continuaron en menor grado esta política de alianzas. Así los nativos de las misiones en la Alta California contribuían con hombres para que la gente de razón librara sus batallas contra las tribus salvajes como ellos les llamaban. En el Norte de Sonora los Papagos, Pimas y Apaches de paz pagaban su cuota de sangre para defender los poblados alrededor de Tucson contra los Apaches hostiles. En Tejas los Cherokee, Shawnees y Kickapoos, quienes acababan de ser removidos de Los Estados Unidos, buscaron alianzas con el gobierno de México a cambio de tierras y protección contra sus enemigos. Estos ejércitos fronterizos eran un cuerpo mixto compuestos en su mayoría por voluntarios y auxiliares indígenas con una minoría de soldados regulares. Tanto los voluntarios como los auxiliares nativos no contaban con los pertrechos suficientes, y esta situación se acrecentó después de la mitad de 1830 cuando el gobierno central prohibió la compra de armas y continuo con el monopolio de la pólvora. Todo esto para evitar que los pobladores se sublevaran en contra del gobierno central; pero solo logro dejar indefensos a los pobladores en contra de los feroces ataques de Comanches y Apaches. Así en el umbral de la guerra contra los estados unidos los pobladores de Nuevo México Y Tejas principalmente se vieron en la necesidad de recibir a los invasores anglosajones no tanto como conquistadores si no más bien como protectores de sus vidas y propiedades.


Después de once años de una guerra desastrosa, fuga de capitales españoles y del mal manejo que la novata elite criolla le dio al comercio y las finanzas, la economía mexicana quedo en la ruina y con las arcas vacías. Por lo tanto, la independencia política de España no trajo consigo la independencia económica. México paso de ser un subordinado del comercio con la corona española a volverse dependiente del comercio con Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, una nueva forma de colonialismo. Debido a la proximidad con los estados Unidos la apartada frontera norte quedo expuesta y vulnerable ante los comerciantes estadounidenses, que buscaban nuevos mercados para sus productos manufacturados. La corona española prohibía todo comercio con el exterior y solo permitía que se comerciara dentro del mismo imperio causando un terrible daño a la economía de los pobladores que tenían pocas opciones de compra a precios elevados. Este monopolio provocaba altos precios, altas tarifas de importación y transportación; por ejemplo, se multiplicaba cuatro veces el costo del producto que entraba por Veracruz y llegaba a Santa Fe, Nuevo México.

En los primeros años de la nueva nación mexicana irrumpió una lucrativa actividad comercial en la frontera norte principalmente en la ruta de Santa Fe y el comercio marítimo entre Alta California y la Nueva Inglaterra. Antes de la independencia el comercio fronterizo era ilegal; los rancheros tejanos enviaban manadas de caballos hacia el mercado de Luisiana y los frailes franciscanos mercaban con contrabandistas productos estadounidenses por cuero de vaca y pieles de nutrias que abundaban en California. Nuevo México no tenía ninguna experiencia en hacer negocios con anglosajones; en noviembre 15 de 1821 el Gobernador Facundo Melgares recibió amigablemente a William Becknell, comerciante de Missouri quien inauguró la ruta de Santa Fe. Al regresar Becknell se corrió la voz que los nuevomexicanos estaban deseosos de comprar productos estadounidenses y que tenían mulas y mucha plata para gastar. El 1ro de diciembre arribó John Mcnight and Tomas James con más mercancías para vender. En la primavera de 1822 William Becknell descubrió un atajo por el camino del rio cimarrón el cual demostró que se podían atravesar con carretas por toda la pradera; esto abrió la puerta para un comercio masivo entre las dos naciones. Las caravanas que venían cargadas de telas, ropa, pañuelos de algodón, chales de seda importados; también traían herramientas, utensilios de cocina y artículos domésticos. La mayoría de la mercancía que traían eran productos escasos en Nuevo México; los comerciantes anglosajones vendían a dos terceras partes más barato que los mercaderes de Chihuahua. Los productos eran de mejor calidad; pronto se saturo el escuálido mercado de la provincia. Para 1826 los comerciantes estadounidenses miraron hacia el sur; Chihuahua, Durango y Zacatecas en donde se producía la plata. Ya para 1830 mas de la mitad de los productos importados a través de la ruta de Santa Fe iban rumbo a Chihuahua y de ahí hacia el sur. El redituable comercio con Santa Fe introdujo monedas y barras de plata a los Estados unidos. Para 1830 el peso plata mexicano era el principal medio de intercambio; esto ayudo a estabilizar el sistema monetario de los estados del oeste que habían sufrido un desplome a falta de papel moneda en la región. Además, los miles de mulas que eran codiciadas en el mercado estadounidense hizo que la ruta de Santa Fe fuera un negocio redondo.

Los americanos necesitaban plata y los mexicanos productos baratos. En 1828 el monto total de mercancía que entro por la Ruta de Santa Fe ascendió a $150,000 dólares y en los siguientes 15 años el promedio fue de $145,000 dólares. Los mexicanos pudientes entraron al negocio. Desde que comenzó la ruta; los empresarios nuevomexicanos salían a interceptar las caravanas para comprar las mercancías más baratas, acapararlas y revenderlas. Después se organizaron y se fueron directamente a Missouri para evitar intermediarios. En 1839 un grupo de comerciantes mexicanos exploro una nueva ruta desde Chihuahua a Fort Towson, Arkansas; a través de Texas evitando Santa Fe. En 1843 el volumen de negocios de la ruta de Santa Fe alcanzo el record de $450,000 dólares y más de la mitad era manejado por empresarios mexicanos.

El comercio de pieles de castor fue otra importante rama del comercio para los cazadores anglosajones en la lejana frontera norte. La mayoría de esta práctica, que acabaría con los castores en la región, se hacía de forma ilegal y no había una forma exacta de registrar y controlar la actividad. Santa fe registro en 1831 un comercio de pieles por $50,000 dólares. En Texas toda la década de 1820s y 1830s se extrajeron miles de pieles de castor, pero no hay registros que nos den números exactos. El mercado del castor declino después de 1830 por que la piel del búfalo vino hacer el nuevo glamour de la época.

Los cazadores estadounidenses, también llamados montañeses, eran aventureros que seguían la ruta de los ríos donde habitaran los castores. Jerediah Strong Smith fue el primero en llegar a la Alta California en 1826. Un año Más tarde en 1827, otro grupo de cazadores provenientes de Nuevo México liderados por Richard Campbell encontró otra ruta hacia California. En ese mismo año James Ohio Pattie y su grupo llegaría por una ruta más hacia el sur. Todos estos aventureros se les reconoce como pioneros por abrir nuevas rutas hacia el pacifico; pero ellos solo siguieron los caminos que los indios, españoles y mexicanos ya habían explorado con anterioridad. Esto no debe disminuir su intrepidez y diplomacia al viajar a través de tierras hostiles para los occidentales. En 1829 un grupo de intrépidos comerciantes nuevomexicanos encabezados por Antonio Armijo, con al menos treinta hombres, viajo de Abiquiú a San Bernardino California abriendo una nueva ruta comercial hacia el pacifico. La caravana que partía con mulas cargadas de lana, sarapes y cobijas, productos de la industria ovina del Nuevo México, regresaban con caballos y mulas procedentes de California. El arduo viaje por montañas y desiertos les tomaba dos meses de ida y dos de regreso; este comercio tuvo que haber sido lucrativo porque de ahí en adelante regresaban cada año.

Los mercaderes de la nueva Inglaterra principalmente del puerto de Boston, llegaron a la Alta California por mar buscando pieles de nutria y foca y encontraron el cuero y el cebo del ganado.
Este comercio empezó de forma clandestina desde 1797 entre los frailes y los mercaderes estadounidenses, rusos e ingleses. La compañía británica encabezada por Hugh Maculloch and William Hartnell monopolizo el comercio hasta 1825 cuando una firma de Boston, Bryant Sturgis & Company comenzó a dominar el comercio y desplazo a los ingleses; en 1841 el mercado del cuero y el cebo declino. De 1826 a 1848, Los anglosajones compraron más de 6 millones de cueros de vaca y 7 mil toneladas de cebo aun precio de $1.50 por cuero y medida de cebo. Primero los franciscanos, y después de 1835 los rancheros, fueron los beneficiaros de esta bonaza económica. Pero los más beneficiados eran los astutos mercaderes de la costa este porque vendían a sobre precio de 300% hasta 400% los productos manufacturados que intercambiaban con los californios; desde cucharas, palas, picos hasta seda y porcelana de china. Por causa de los exorbitantes precios los rancheros tenían que comprar a crédito, quedándose endeudados constantemente.

Los pilares de la economía en la frontera norte, la agricultura y ganadería creció solo en la Alta California. En Nuevo México y Tejas el costo del transporte y lo peligroso que resultaba cuidar el ganado obstaculizaron el crecimiento de estos sectores; aun y cuando se abrieron nuevos mercados al consumarse la independencia. Los tejanos continuaron manejando ganado para el mercado de Luisiana, pero en menor cantidad; aunque sus ranchos se expandieron en el área. Se cree que el mercado interno para el ganado y los caballos aumento debido al incrementarse el número de inmigrantes anglosajones. El principal ganado en Nuevo México era el ovino; y se exportaba hacia Chihuahua. En 1827 se mandaron 250 mil cabezas de borregos; pero debido a los ataques de los Apaches para 1840 solo se enviaban entre 30 o 40 mil cabezas. En Tucson su industria ovina nunca prospero debido a los constantes ataques de los Apaches.

La agricultura comercial en la frontera norte se desarrolló lentamente por falta de capital, mano de obra, falta de trasporte y mercados distantes. Lo que se producía en los campos eran para la subsistencia de los pobladores principalmente en Tejas y Alta California que tenían climas benignos y producían lo suficiente. En la Alta California se producían hortalizas, frutas y granos como maíz y trigo. Estos productos se vendían en modestas cantidades a los rusos del fuerte Ross y Sitka, a los ingleses que tenían un fuerte en Columbia y a los barcos que pasaban por las costas de la Alta California. En el área de San Antonio se producían vegetales, granos y frutas tales como higos, uvas y duraznos. Al llegar los anglosajones trajeron consigo esclavos y tecnología para producir algodón, procesarlo y exportarlo al cercano mercado de Nueva Orleans. Para 1834 se enviaron 7,000 pacas con un valor de $315.000 dólares; el 5% fue cosechado por Tejanos. En área de la mesilla, en Tucson y el Paso se produjo modestas cantidades de algodón para el mercado local. Todo el algodón producido en Tejas era exportado al mercado estadounidense y solo unos cuantos tejanos se beneficiaban de este comercio. Para la mitad 1830 las exportaciones anuales de tejas, incluyendo algodón, pieles de castores, nutrias y venados, fue de cerca de $500,000 dólares. Las importaciones de bienes manufacturados fueron de un valor de $630,000 dorales dejando a tejas con un déficit comercial importante.

Después de la caída del sistema mercantil español la joven república se quedó a merced del capital foráneo; que controlaba los medios de transporte y tenía acceso a los mercados internacionales. El gobierno federal quiso implementar una serie de medidas para regular el comercio con el exterior, pero no funcionaron. El gobierno propuso regular el comercio, prohibir ciertos productos extranjeros e imponer tarifas protectoras; derecho de internación, derecho de consumo. Pero no tenía los medios para hacer cumplir las leyes. la infraestructura aduanera era casi inexistente, las que había carecían de personal calificado y de presupuesto. Esto habría la posibilidad que los oficiales de aduanas recibieran sobornos y se corrompieran. Las fuerzas armadas eran insuficientes para proteger las fronteras contra los contrabandistas; en 1826 había solo 5 veleros para proteger el inmenso litoral mexicano. Las arcas del gobierno dependían en un 80% de tarifas de importación y exportación, los impuestos cobrados por la corona se habían abolido desde la consumación de la independencia. El remedio salió peor que la enfermedad; al subir las tarifas aumento el contrabando; para 1834 se estima que 2/3 partes de las importaciones entraron ilegalmente. Tejas no tuvo una aduana costera hasta 1830, Alta California tenía solo una en Monterey para su inmenso litoral. Nuevo México tenía una en Santa Fe. En Todas las aduanas reinaba la corrupción; el oficial que obtenía el puesto se volvía uno de los hombres más influyentes del territorio.

Para los habitantes de la frontera norte las políticas federales les parecían contrarias a sus intereses. Por ejemplo, el gobierno federal continuo la política de la corona española de prohibir la importación de armas y de mantener el monopolio de la pólvora. Esta política dejaba expuestos a los pobladores de los constantes ataques de Apaches y Comanches a sus comunidades. Para Ignacio Zúñiga comandante del presidio de Tucson esta política estaba diseñada para que las provincias norteñas no se desarrollaran y por los tanto no se revelaran contra la metrópoli. El caso que fuere, el gobierno no pudo integrar a Tejas, Alta California y Nuevo México a la economía nacional, no pudo evitar que los extranjeros dominaran el comercio en la frontera y al final acabo distanciándose de los comerciantes y pobladores al mismo tiempo. La repentina apertura de las fronteras del norte al comercio con el exterior trajo un a dinamismo económico a la región, y al mismo tiempo empezó el distanciamiento con el centro del país.
El país quedo totalmente desolado y su economía destrozada por once años de guerra. Para 1821 México tenía una población de 6 millones 200 mil habitantes y perdió casi el 10% de su población; si se toma en cuenta que la mayoría eran varones de edad joven entonces se puede pensar que México perdió casi la mitad de su fuerza de trabajo. Para 1821 México tenía un territorio muy extenso desde Guatemala hasta Oregón y muy poca gente para poblarlo, especialmente la frontera norte que estaba despoblada. Para los criollos que tomaron las riendas de la nación la solución era atraer colonos de México o de Europa. México no era país atractivo para los inmigrantes europeos y los mexicanos no estaban dispuestos a sacrificar su seguridad en el centro del país para ir aventurarse a territorios llenos de peligros. Además, los criollos en su afán vengativo expulsaron a cientos de españoles y con ellos también se fueron importantes sumas de capital que tanto necesitaba el país. Los criollos decidieron que los estadounidenses eran extranjeros industriosos y con talentos que ayudaría a promover el crecimiento económico, mejorar a la sociedad y aumentar la población para defender a la región; específicamente la provincia de Tejas.
Abrir el país a los extranjeros era acabar con la tradición de la corona española de poblar los territorios con aliados indígenas, con la creciente población de las castas y con españoles quienes se multiplicarían y serian un ejemplo a seguir para los demás pobladores. Así fue como se pobló gran parte del continente y le dio buenos resultados a España. Con la firma del tratado Adams-Onís en 1819 estados unidos renuncio a su demanda de que Tejas le pertenecía a la Luisiana; España abandono toda esperanza de retener a la florida y se trazaron los límites entre las dos entidades. Este hecho hizo que la corona permitiera en enero de 1821 que Moses Austin recibiera un título de propiedad y permiso para traer 300 familias católicas a Tejas. Después Agustín de Iturbide continuaría con la política de puerta abierta para extranjeros; principalmente europeos y angloamericanos para tejas y se propuso traer chinos y convictos mexicanos para poblar la Alta California. Tejas era la provincia más despoblada y en constante amenaza de Apaches y Comanches. Los inmigrantes europeos no llegaron debido a la inestabilidad política de México, a la débil economía y al ambiente xenófobo en contra de los españoles. Los únicos que recibieron con agrado la invitación para poblar Tejas fueron los estadounidenses. Para 1830 habían llegado más de 7,000 mil colonos provenientes de estados unidos incluyendo sus esclavos, y solo había un promedio de 3,000 pobladores mexicanos. El gobierno de Vicente Guerrero mando una expedición militar y científica a cargo del general Manuel Mier y Terán; quien advirtió al gobierno que si no se actuaba de inmediato la provincia de Tejas se perdería para siempre. El gobierno federal envuelto en problemas internos hizo leyes y dio órdenes para proteger la provincia, pero no se implementaron. La inmigración anglosajona creció en vez de disminuir y provoco más distanciamiento entre las dos comunidades. Los estadounidenses nunca aprendieron hablar español, no se convirtieron a la religión católica y mucho menos obedecieron a las leyes mexicanas. En enero 1834 el presidente liberal Valentín Gómez Farías envió a un comisionado, Juan Nepomuceno Almonte, para que hiciera un reporte de la situación en la provincia de tejas. De 1830 a 1834 la población extranjera casi se triplico de 7,000 llego a 20,700 y para 1836 ascendió a 35,000 y solo 3,500 mexicanos; una desproporción de 10 a 1. En 15 años la población total de tejas creció abruptamente de tener 2,500 habitantes hasta sobrepasar los 40,000 en 1836; una tasa de crecimiento anual de 100% cada año. Esta explosión demográfica fue un fenómeno en la época, México tuvo una tasa de promedio de crecimiento anual de 1.1%. El precio que México tuvo que pagar, por este exitoso poblamiento, fue no solo perder la provincia de tejas sino enfrentar una costosa guerra y la perdida de las provincias de Nuevo México Y Alta California.
La política de población para la Alta California y el Nuevo México tuvieron un enfoque diferente debido a la nueva política migratoria, a la geografía y a la experiencia de tejas. En 1821 se abrió el comercio con la ruta de Santa Fe y entraron cientos de extranjeros, pero solo unos cuantos se asentaron. No hay números exactos para la década de 1820 pero para 1839 había 34 extranjeros viviendo en la provincia y para 1840 había 23 radicando en Taos y 7 se habían convertido en ciudadanos mexicanos. Para 1846, se calcula que no vivían más de 200 extranjeros en la provincia que contaba con una población de alrededor de 60,000 habitantes entre gente de razón e Indios Pueblo. En la Alta california había 120 extranjeros en 1830, para 1835 aumento a 240, y para 1840 residían 380. El 21 noviembre de 1828 el congreso nacional estableció las regulaciones para la colonización de las Californias y Nuevo México; en Texas empezaron desde antes de la independencia. Las grandes barreras geográficas como el desierto y las sierras nevadas interrumpían el paso a nuevos inmigrantes. Además, el territorio, desde el rio bravo hasta las costas de california, era controlado en su inmensa mayoría por las naciones de Apaches y Comanches; esto era suficiente para desalentar a futuros colonos. Las tierras disponibles en Nuevo México eran escasas, tanto la gente de razón como los Nativos Pueblo tenían ranchos y campos de labranzas en las mejores tierras con regadío y en los lugares más estratégicos y seguros. En Alta California las mejores tierras pertenecían a las Misiones y cubrían toda la costa litoral y estaban protegidas por las regularizaciones de 1828, al menos hasta 1834 cuando se secularizaron. Otro factor que desalentó la inmigración masiva de extranjeros a estas provincias fue el recibimiento ambiguo de los pobladores hacia los foráneos de otras naciones. En Nuevo México Los oficiales locales le daban la bienvenida al comercio, pero no tanto a las personas, esto por orden a nivel gobierno como también a nivel personal. En la alta california los lideres tenían una orden de desalentar la inmigración de extranjeros y mantenerlos como una minoría. Lucas Alamán, el político conservador por excelencia de México, ordeno al gobernador que controlara la entrada de norteamericanos y rusos en la región. Además, estos extranjeros, que optaron por residir en México, se casaron entre las elites locales y consiguieron la ciudadanía; se asimilaron a la cultura adoptiva al menos en lo exterior. Muchos aprendieron el español, se convirtieron al catolicismo, participaron en la vida política y no formaron enclaves separados del resto de la población.
En la década de 1820, el norte de Sonora vivió un auge en la minería, en la ganadería y el crecimiento de la población; esto debido a la paz con los apaches. Los dos poblados más importantes crecieron exponencialmente. En 1819, Tucson tenia 62 habitantes; en 1831 aumento a 465 y Tubac 303 el mismo año y eso sin contar a los que vivían diseminados alrededor el valle de Santa Cruz. Después se rompió la paz Apache y empezaron los ataques violentos a personas y propiedades hasta que la región acabo desolada. Para 1848 solo vivía gente el Tucson y en menor cantidad en Tubac donde se sentían más seguros; ese mismo año, debido al aumento de ataques y la noticia de la fiebre del oro, se acabó por abandonar Tubac.
El gobierno federal hizo esfuerzos para poblar la frontera norte y evitar que sucediera lo mismo que en Tejas. En 1833 Valentín Gómez Farías nombro a José María Hijar como director de colonización y gobernador para la Alta California. También nombro a José María Padres como subdirector y como Comandante general de la provincia. Este proyecto tenía como objetivo poblar la región, promover el comercio y proteger a la provincia; fue uno de los más ambiciosos de su tiempo. Se le conoció como la expedición Hijar-Padres, se componía de 239 colonos del centro de México. En su mayoría eran gente de edad joven, venían 55 mujeres y 75 niños además de comerciantes, maestros, carpinteros, sastres. zapateros, un destilador, un abogado y un doctor el resto lo componían campesinos. Pero al llegar a la Alta california se encontraron con la oposición del gobernador que no quiso dejar la gubernatura ni mucho menos el mando militar. Además, la elite de californios no entendió el proyecto y vieron amenazados sus intereses y acabaron por expulsar a los líderes de la expedición quedándose el resto de los colonos dispersados por toda california. El propósito era establecer una colonia autosuficiente que sirviera de protección contra el avance de los rusos del fuerte Ross y los angloamericanos que empezaban a cruzar por las montañas al norte de San Francisco y se establecían en el área de Sacramento. In 1842 el gobierno centralista envió desde la ciudad de México a Manuel Milcheltorena con el cargo de gobernador y a 150 soldados ex convictos con sus familias para asentarse en la Alta California. Al llegar los soldados que no habían recibido pago se dedicaron a robar para subsistir; causando el enojo de los californios quienes les llamaban Cholos de forma peyorativa. Creció el enojo en contra del gobernador Micheltorena y contra los soldados; hubo una revuelta y los californios acabaron por expulsar a la mayoría junto con el gobernador. Este fue el último intento del gobierno nacional para poblar y defender a las provincias del lejano norte en contra de la invasión de colonos estadounidenses que amenazaban con repetir lo sucedido en Tejas.
Lo que el gobierno central ordenaba y lo que se hacía a nivel local era muy contrario. El gobierno nacional pretendía cuidar el interés general y los gobiernos locales velaban por sus propios intereses. La ciudad de México quedaba muy lejos y las noticias tardaban en llegar dejando espacio para tomar decisiones propias. Desde principios de 1840 los gobiernos de Nuevo México y la Alta California otorgaron una gran cantidad de títulos de propiedad a particulares; primero para atraer colonos y segundo para ganar respaldo político. En Alta California de 1834 a 1846 se repartieron 700 títulos y 113 fueron otorgados a ciudadanos estadounidenses. La mayoría de los colonos se asentó en los valles centrales, que habían sido habitados por los nativos, pero fueron decimados por una epidemia de malaria en 1833. El gobernador Manuel Armijo de Nuevo México dio menos títulos, pero mayor cantidad de tierra. De cerca de 80 ranchos que otorgo se calcula que fueron unos 31,000,000 de acres principalmente en lo que es hoy el sur de Colorado. Estos títulos fueron otorgados a extranjeros y mexicanos por igual; Armijo fue muy cuidadoso de no darle solo a los estadounidenses, escogió a un irlandés, dos canadienses y todos los extranjeros tenían que tener un socio mexicano. Así la población de Nuevo México creció de 42,000 en 1821 a 65,000 en 1846. En la Alta california después de 1840 los inmigrantes estadounidenses empezaron a entrar por las Montañas del Norte sin que nadie los pudiera contener. En 1821 la Alta california tenía una población de 3,320 gente de razón y para 1846 se calcula unos 7,300 incluyendo 680 estadounidenses y otros 500 que venían cruzando las sierras nevadas. México no pudo poblar su frontera norte y la dejo expuesta a la inmigración extranjera.
De 1821 a 1846, en 25 años Las provincias del lejano norte sufrieron cambios en lo económico, político, religioso, militar y demográfico. Como resultado la Alta California, Nuevo México y Tejas experimentaron un cambio social y cultural tan profundo que abrió el camino para el cambio abrupto de nacionalidad que sufrirían sus pobladores en el futuro. Durante la colonia se creó un rígido sistema de clases, en el cual el color de la piel determinaba el estrato social. Si eras negro o indio te tocaba estar debajo de la pirámide social; en medio estaban las castas, mestizo, mulato o de cualquier otro tipo de mescla racial. Solo los peninsulares, nacidos en España les tocaba estar en la cúspide; seguidos por los criollos, sus descendientes nacidos en el continente. Esta estructura social, racista y clasista, predomino en todo el centro de México; solo en la periferia su implementación fue más relajada. Como mencione anteriormente los españoles poblaron los territorios del norte con indios, castas y españoles. En las sociedades fronterizas había una gran mayoría de gente mesclada y vivían en sociedades menos estratificadas, se necesitaban los unos a los otros para sobrevivir en la frontera salvaje.
Al conseguirse la independencia las provincias fronterizas tenían una sociedad más relajada e igualitaria que las del resto de México. Las nuevas oportunidades comerciales, el aumento del flujo del capital y el crecimiento de la población ampliaron la brecha entre pobres y ricos. La clase alta creció en tamaño y poder y se emparento con los extranjeros anglosajones que muchas veces acababan por despreciarlos por ser mestizos. Cada provincia tenía su propia peculiaridad; Nuevo México, por ser la más antigua y más con mayor población, tenía una sociedad más compleja. La clase adinerada abusaba de los pobladores prestándoles dinero y manteniéndolos en deuda perpetua. El peonaje era el sistema existente de trabajo, pero en vez de prestarles tierras para laborarlas los ricos les daban ganado ovino para que lo criaran y al final se quedaban con la mayor ganancia. En la Alta California se vivía de una forma más relajada había una incipiente elite, la población era muy pequeña y la provincia muy grande. Después de la secularización de 1834 crecieron los ranchos por todo el estado y también el número de californios que se enriquecieron, formando una nueva clase social en la provincia. Los nativos, que habían sido sirvientes de los frailes, se quedaron sin tierras, sin trabajo, cayeron en deudas y se convirtieron en peones de los nuevos rancheros. Los californios de la nueva clase alta los usaron como mano de obra barata, les dieron prestamos en forma de ropa, alimentos y licor. En el norte de sonora, los ataques de los Apaches desolaron la región. Poblaciones como Tucson o Tubac no tuvieron tiempo para desarrollar una clase alta que los separa del resto de los pobladores. En Tejas muchos soldados al retirarse obtuvieron grandes ranchos a las afueras de San Antonio. por ejemplo, en 1821 había solo 11 ranchos, para 1833 se contaba con 80. Esto creo una pequeña clase pudiente que se enriqueció comerciando con los estadounidenses.
Los cambios no solo se dieron en lo social si también en lo material. al tener acceso a una cantidad diversa de bienes y productos manufacturados en el extranjero los pobladores alteraron su estilo y calidad de vida. En Alta California y Nuevo México Las mujeres de la clase alta fueron las primeras que se adaptaron a las modas que llegaban de ciudad de México o que traían los extranjeros especialmente de Francia. El vestir de las mujeres del pueblo fue una mescla de lo típico y de las modas que los ricos vestían. Algo que llamo mucho la atención a los extranjeros fue que las mujeres usaban vestidos con el pecho casi descubierto algo muy impúdico pero llamativo para ellos. Las casas fronterizas sufrieron cambios también; de ser simples y practicas con un solo cuarto y pisos de polvo pasaron hacer más amplias con cuartos separados, decoraciones de porcelana y amenidades importadas como pianos, espejos, hornos y planchas. Antes solo había casas de una sola planta; pero después se desarrolló el estilo Monterey, una mescla de la casa típica de adobe con el estilo de la nueva Inglaterra; una casa de dos pisos con barandal en el frente. Al llegar el comercio llegaron artesanos y nuevas técnicas con herramientas de metal tan escaso en california. La herrería y carpintería fueron las actividades que más se beneficiaron de este intercambio comercial y cultural.
Todos estos cambios se vieron reflejados en los pueblos más grandes que cada día aumentaban de población y en apariencia. En las capitales de las provincias se construyeron nuevos edificios públicos y se ofrecieron servicios nunca antes provistos como agua y alumbrado. La mayoría de los pobladores fronterizos habitaban en pequeñas zonas urbanas; trabajaban sus parcelas en el campo y residían en el pueblo. En Tejas para 1836, las comunidades de San Antonio y Goliad tenían un promedio de 1,500 habitantes cada una. Para 1846 Santa Fe y sus alrededores tenia al menos 5,000 habitantes y el Paso del Norte tenía la misma cantidad. Alburquerque tenía más de 2,000 habitantes, Los Ángeles 1,250, Monterey 1,000 y Santa Bárbara 750. En Nuevo México Y la alta California nacieron pueblos y comunidades nuevas, debido al auge del comercio, la inmigración y el aumento natural de la población. En los 25 años que la frontera norte le perteneció a México se experimentó una transformación de pequeñas villas agrarias a centros urbanos de modesto tamaño. Este proceso de desarrollo y crecimiento de las poblaciones mexicanas en la frontera norte se vio anulado al comenzar la invasión estadounidense.
La llegada de la imprenta en la frontera norte altero la vida de los pobladores fronterizos alejados de los centros culturales y educativos de México. La primera provincia que tuvo imprenta fue Tejas y coincidió con el comenzó de la lucha por la independencia de México. Esto sucedió gracias a la cercanía con los estados unidos; y sirvió para promover con panfletos la libertad de la nación. En 1823 en san Antonio se intentó editar un periódico bilingüe pero no funciono. Después en 1829 los colonos estadounidenses editaron una gaceta con más éxito, pero en inglés. En 1834 Nuevo México importaría su primera imprenta desde Missouri gracias al comercio de Santa Fe. Ramón Abreu la compro y contrato desde Durango a Jesús María Baca; juntos editaron un periódico llamado El crepúsculo de la Libertad. En 1835 el padre Antonio Martínez se la llevo a Taos donde se imprimieron libros de texto, textos religiosos y dos periódicos, La Verdad y El Payo. En Alta California la primera imprenta llego en 1834 por barco desde Boston Massachusetts. El capitán Agustín Zamorano fue su primer operador desde Monterey; después a finales de 1836 Mariano Guadalupe Vallejo la movió para Sonoma donde estuvo hasta 1842 cuando regreso Monterey. La imprenta de la Alta California nunca edito un periódico, pero si muchos libros de texto y escritos religiosos como catequismos y doctrinas.
Aparte de la producción de periódicos, gacetas, libros de textos y propaganda religiosa, en la frontera norte también entro una multitud de libros impresos de todas las vertientes literarias. Durante la época virreinal la iglesia católica censuraba cualquier tipo de literatura que alentara el libre pensamiento. En el lejano norte solo se permitía leer libros religiosos y aprobados por la santa iglesia católica; además que los libros eran escasos aun los de catequismo. Al comenzar la época independiente se abrieron las fronteras a las personas y a los productos extranjeros; por ahí llegaron libros, maestros y nuevas ideas políticas e ideológicas que influenciaron a la creciente elite fronteriza. En 1834 tan solo en Santa Fe, Josiah Gregg importo 1,141 libros; estos fueron los que se declararon oficialmente pero cada caravana que entraba introducía cientos de libros que enriquecían las bibliotecas de los más pudientes residentes. En la Alta california, en 1831, el padre Francisco Duran excomulgo temporalmente a tres jóvenes por leer a Rousseau, Voltaire y La Biblia protestante. Después de la secularización de las misiones la iglesia perdió poder sobre la población y la circulación de libros creció entre las clases adineradas. Mariano Guadalupe Vallejo tenía una gran biblioteca que impresionaba a los visitantes extranjeros; admiraba tantos a los clásicos que nombro a sus hijos Platón y Plutarco.
Como parte de la política liberal de la republica federalista se promovió la educación como instrumento de desarrollo para el país. La ignorancia es el enemigo de la libertad, era el lema del nuevo gobierno. Este proceso ya había sido comenzado por las autoridades españolas durante la época Borbónica; principalmente después de la mitad del siglo XVIII. El congreso nacional delineo las regulaciones para abrir escuelas en las provincias norteñas y este acontecimiento coincidió con los cambios que se estaban gestando en la periferia y con un ambiente más propicio para la educación. Las familias tenían más recursos para contratar maestros privados y las comunidades para abrir escuelas. La inmigración atrajo maestros tanto extranjeros como nacionales. En la Alta California la expedición Hijar-Padres de 1834 incluía a 22 maestros que se repartieron por toda la provincia. El comerciante británico William Hartnell que se emparento con la prominente familia De La Guerra, daba clases en varias escuelas de la región educando a los jóvenes de la provincia que nunca habían asistido a una escuela. La educación superior era un lujo que pocos se podían dar. Los más afortunados mandaban a sus hijos a la ciudad de México o al extranjero para educarse y regresar con una profesión a la provincia. Desafortunadamente las provincias periféricas tenían poca gente preparada para tomar cargos públicos y políticos. Estas posiciones las tomarían los extranjeros principalmente estadounidenses y los oficiales enviados desde la ciudad de México.
Durante este periodo de cambios el sistema de salud fue el que menos prospero. Los Ángeles, Santa Fe y San Antonio no tenían un doctor residente; así que los charlatanes extranjeros eran tomados como boticarios o médicos simplemente por ser estadounidenses. La introducción de nuevas medicinas trajo resultados mixtos; la quinina, para tratar la malaria fue el única que producía efectos benéficos. Los otros brebajes como el Calomel, que era usado como purga y contra el cólera realmente hacia más daño porque tenía mercurio y destruía los dientes de los pacientes. Así que los pobladores seguían usando los remedios caseros y las hierbas tradicionales de los nativos como medicina alternativa. Los curanderos y sus medicinas no solo curaban al paciente, pero servían como ayuda psicológica y terapéutica al reforzar el sistema inmunológico. El uso de alucinógenos, como el peyote servía como calmante y el paciente sentía que se curaba más rápido. Los curanderos y el uso de medicinas tradicionales son muy común hasta el día de hoy en todo el suroeste de los estados unidos.
El dinamismo de la frontera norte no solo fue propiciado por los inmigrantes extranjeros y sus novedades tecnológicas y comerciales. El ímpetu de la cultura del centro de México transformo a la cultura popular de la frontera. Al moverse más capital y mejorar el nivel de vida de los pobladores estos se dieron el lujo de disfrutar de las distracciones que llegaban del sur. Pequeñas caravanas de maromeros, acróbatas, saltarines, y actores, recorrían, Tejas, Nuevo México y la Alta California. En sus espectáculos traían modas de vestir, música y nuevos bailes. La contradanza, llamada un vals lujurioso por un extranjero, llego a hacer la sensación en todas las provincias del norte. Las corridas de toros y las peleas de gallos, que antes de la independencia no eran populares, se convirtieron en los espectáculos favoritos de pobladores fronterizos; ávidos de nuevas formas de diversión. Los billares llegaron por barco a Monterrey en 1828 y a Santa Fe el siguiente año; sumándose a la lista de pasatiempos adquiridos con el progreso. Se puede decir que a pesar de la fuerte influencia de los extranjeros en lo político y económico y la debilidad de los militares, la iglesia y el gobierno; la cultura del centro de México seguía nutriendo a la cultura fronteriza de manera vital. Los valores mexicanos como el amor a la familia, la cortesía, la hospitalidad y su profundo fervor religioso seguían siendo parte de la tradición cultural de los pobladores fronterizos.
Los lazos de amistad que los pobladores construyeron con los estadounidenses no solo se basaba en lo económico sino también en lo familiar. La mayoría de los extranjeros se casaban con las hijas de los ricos rancheros, adquirían la ciudadanía mexicana y acaban siendo terratenientes de la región. El antropólogo Owen Lattimore dice que la población fronteriza marginal tiende a tener una lealtad política guiada por su propio interés económico cuando trata con extranjeros a través de la frontera de manera cotidiana. ?Los residentes fronterizos inevitablemente construyen sus propios nexos de contacto social y de interés mutuo?, esta tesis aplica a los pobladores de la frontera norte de México. La elite de californios, tejanos y nuevomexicanos desarrollaron lazos profundos de negocios, de amistad, de familia y de comunidad de una manera que su lealtad política llego hacer ambivalente. Esta ambigua fidelidad se vio intensificada por el descuido del gobierno, por la enorme distancia del centro del país, por el creciente regionalismo, pero sobre todo por la imposición del centralismo y la destitución de la constitución de 1824. Este cambio brusco de forma de gobierno y la pérdida de autonomía se resintió en todo el país, pero se exacerbo en la frontera norte. Los gobernadores impuestos desde el centro, las restricciones para levantar y comandar su propia guardia nacional; crearon una animosidad contra el gobierno y los políticos nacionales.
Muchos escritores estadounidenses, incluyendo a David J. Weber, intuyen que los pobladores fronterizos en su ambivalencia preferían no ser mexicanos y optaban por la nacionalidad de su patria chica o ser anexados una nación extranjera y de preferencia por los estados unidos. En realidad, los únicos que advocaban por adherirse a otro país era la oligarquía local. La mayoría de la población estaba insatisfecha por la falta de liderazgo político nacional, por la ausencia de una iglesia que cubriera sus necesidades espirituales, por la nula protección del ejército y por el olvido económico en que los tenían. Los pobladores promedio fronterizos se sentían parte de una nueva e imperfecta nación, estaban a gusto con su nacionalidad. En el umbral del conflicto armado de 1846, en contra de los estados unidos, la lealtad ambivalente de la elite y el completo olvido en que los dejo el gobierno nacional provoco que la mayoría cayera en la ambigüedad y optaron por salvar la patria chica, negociar y hacer la paz en vez de la guerra con el invasor estadounidense.

Como resultado de la imposición del centralismo en México y la destitución de la constitución de 1824 varios estados y territorios de la república se rebelaron y buscaron salirse de la nación, pero solo la provincia de Tejas, en 1835, tuvo éxito y se independizo de la nación. El movimiento por la independencia de Tejas tenía dos principios; pedían ser un estado autónomo de Coahuila y la restauración del federalismo. Este último era el pretexto que los colonos anglosajones usaron para contar con el apoyo de la oligarquía tejana, quienes eran fuertes defensores del federalismo y habían convertido a tejas en el santuario del federalismo nacional. No hay que generalizar y decir que todos los tejanos pensaban igual, el pueblo obedecía al que le pagaba y actuaba bajo las circunstancias de una tierra desgarrada por la guerra; en la cual la gente ve primero por su familia antes que por la nación. La ambivalente lealtad patriótica de los tejanos ricos se debe estudiar descontextualizando el debate; los tejanos tenían dos opciones; por un lado, la dominación de los anglosajones y por el otro la dictadura centralista de Santa Anna. La complejidad de lo sucedido en tejas y sus desastrosos efectos serán tratados en un capítulo especial más adelante.

California en 1836, Nuevo México y Sonora en 1837 fueron las otras rebeliones en contra del estado centralista que no tuvieron como fin independizarse de la unión y terminaron en una derrota. Estos levantamientos contra el gobierno Central exigían que se restaurara la constitución de 1824 y el sistema federal. la narrativa histórica estadounidenses contemporánea argumenta que Los californios y nuevomexicanos no se sentían mexicanos y al igual que los tejanos se querían independizar de México. En realidad, los californios y nuevomexicanos se revelaron amenazando con salirse la republica sino se reinstauraba la constitución de 1824. Ellos nunca quisieron renunciar a la nacionalidad mexicana, solo buscaban reforzar el pacto federal; el cual les garantizaba sus derechos políticos y autonomía para auto gobernarse. En noviembre 7 de 1836 la legislatura de la Alta California declaro independiente a la provincia hasta que no se restableciera la constitución de 1824. El 16 de abril de 1836 arribo el gobernador centralista Mariano Chico y desencadeno una serie de conflictos que acabaron en revuelta. Tres jóvenes, líderes del norte de California y oriundos del área de Monterey, se unieron para derrocar al gobernador impuesto; José Castro de 26 años y gobernador interino, Juan Bautista Alvarado de 27 años inspector de aduanas, legislador y primer gobernador regular y Mariano Guadalupe Vallejo de 28 años y comandante del presidio de Sonoma. El 31 de Julio Mariano Chico transfiere los poderes civiles y militares al teniente coronel Nicolás Gutiérrez y sale huyendo para México. El 5 de noviembre los líderes del norte de la Alta California juntaron una cantidad de rancheros y con 50 estadounidenses, liderados por el aventurero Isaac Graham, derrocan a Gutiérrez y lo embarcan para México. Los californios del sur, que incluía a Los Ángeles y San Diego, recibieron la noticia con desagrado, ellos no apoyaban totalmente al centralismo, pero desconfiaban de los Norteños por tener la capital en Monterey, y controlar la única aduana de la provincia. Los sureños respaldaron al gobierno central y se organizaron, para defenderse reclutaron a un grupo de aventureros extranjeros comandados por Jean Baptiste Chalifoux. El choque armado entre hermanos parecía inevitable, pero de suerte arribo de la Baja California un capitán, Andrés Castilleros, quien a base de diplomacia busco un arreglo y evito por el momento el derramamiento de sangre. El acuerdo incluía que el gobierno central aceptaba que la provincia eligiera a su propio gobernador y no tomaría represalias por la rebelión. Los californios por su parte aceptaban gobernarse por la constitución de 1836, las Siete Leyes, y seguir siendo parte del estado mexicano. Esto puso fin a los conflictos entre los californios norteños y el gobierno por un tiempo, pero dejo en descontento a los californios sureños que no entendían por qué el gobierno había negociado con los rebeldes dejándolos a ellos fuera de los arreglos.

En Sonora el 26 de diciembre de 1837 el General José Urrea se revela contra el gobierno central y triunfa, pero su gobierno dura muy poco. En marzo de 1838 la legislatura estatal en Arizpe lo declara gobernador. En mayo el centralismo reacciona y envía como gobernador a Manuel García Gándara que con mejores recursos recluta a indígenas, como auxiliares, para aumentar sus fuerzas y desata una sangrienta guerra civil que duro 6 meses. Al final el gobierno central se logra imponer y gobernaría con altibajos el estado de Sonora por los siguientes 4 anos.

En el Nuevo México la rebelión empezó como un levantamiento popular y no como una maniobra política de la clase privilegiada como sucedió en la Alta California, Sonora y Tejas. El antagonismo entre las clases sociales en Nuevo México detono la rebelión. El nuevo sistema centralista elevo los impuestos e incremento los salarios de los políticos centralistas. En 1835 arribo desde la ciudad de México el gobernador centralista albino Pérez, quien se convirtió en unos de los más odiados por sus carácter autoritario y déspota. En agosto de 1837 el gobernador reunió a un pequeño ejército para suprimir una rebelión en el poblado de Santa Cruz de la Cañada, pero fue derrotado, capturado y decapitado por los rebeldes. El líder de los sublevados José Ángel Gonzales, un cazador de búfalos del área de Taos de madre Indio Pueblo y de padre jenízaro, decidió marchar hacia Santa Fe, la cual fue tomada sin oposición y sin saqueos, para llamar a una junta política. Gonzales fue elegido como gobernador, nunca antes había existido un gobernador de clase baja y menos de descendencia indígena, y lo primero que hizo fue convocar a una junta popular en la cual se concluyó seguir profesando lealtad al gobierno central, oponerse al plan de impuestos, al sistema departamental y a los políticos ricos; que estaban imponiendo estas medidas. Al principio la elite de la provincia no apoyo ni se opuso a la revuelta; pero cuando vio que sus intereses estaban en peligro y que una lucha de clases era inminente se organizaron y reaccionaron en contra de los insurrectos. Manuel Armijo fue escogido como líder, fue reforzado por tropas recién llegadas de Chihuahua y recibió el apoyo económico de los residentes estadounidenses. En enero de 1838 derroto en cruentos enfrentamientos a los rebeldes; a los prisioneros los castigo cruelmente para poner un ejemplo y por ultimo restauro el gobierno central en la provincia. Armijo no soluciono los problemas que causaron la rebelión, un profundo descontento social por la pobreza y marginalidad de la población. Otro resentimiento contra los ricos fue la ley que forzaba a los pobladores e indios a incorporarse a la milicia pagando sus propios gastos.

Para finales de 1830s la república mexicana había perdido la provincia de tejas debido a la férrea imposición del sistema centralista. Sonora y la Alta California se sublevaron contra el gobierno central y llegaron a acuerdos para definir la forma del gobierno bajo el sistema central. Solo Nuevo México permaneció obediente al centralismo, pero con una población de clase baja con tendencias a la sublevación; debido a las desigualdades sociales. la década de 1840s se caracterizó por la obsesión del gobierno central por recuperar la provincia de Tejas sin tener ningún éxito; por el contrario, las disputas internas en el centro del país aumentaron. Esto trajo un completo descuido hacia las provincias de Sonora, Nuevo México y Alta California; las cuales al verse abandonadas optaron por ver por sus propios beneficios antes que los de la nación. El cambio de sistema de Gobierno, creo una serie de conflictos entre el centro del país y los estados y territorios que acabarían por rebelarse y debilitar a la república. Para 1846 México no se había constituido como nación. México no era un país próspero, populoso, capaz de poblar su frontera y defender a la población de los ataques de los indígenas nómadas. México no pudo crear lazos políticos y económicos entre sus provincias periféricas y el centro del país. Se colapsaron las misiones y la iglesia católica olvido a los feligreses de las provincias fronterizas. El clero no pudo remplazar a los frailes franciscanos por curas seculares dejando en la negligencia la vida espiritual de los pobladores. El sistema de presidios fronterizos se derrumbó, al mismo tiempo que el alto mando del ejército se repartía la mayor parte del presupuesto nacional, dejando desprotegidos a los pueblos de la frontera norte. Esto creo una lealtad ambivalente entre la elite fronteriza que había desarrollado intereses familiares, políticos y comerciales con los estadounidenses que llegaron a la región desde 1821. Estas actitudes ambivalentes de ciudadanos marginales fronterizos serian pieza clave y decisiva en los hechos bélicos que se llevarían acabo de 1846 a 1848 entre México y los estados unidos.

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